Periodista: Wall Street no le teme a la política. No le importó el debate presidencial. El rally sigue como si no hubiera pasado nada. Y los récords caen como fruta madura. El S&P 500 dejó atrás los 5500 puntos por primera vez. El Nasdaq, los 18 mil puntos.
Wall Street bate récords, mientras los bonos desconfían
El rally sigue como si no hubiera pasado nada. Y los récords caen como fruta madura. ¿Hacia dónde vamos, Gekko?
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Gordon Gekko: La política es para los bonos. Ellos son los que viven pendientes de estas minucias.
P.: En el pasado, la Bolsa pagaba una prima republicana, un plus si la carrera la lideraba el candidato de ese partido.
G.G.: Donald Trump fue la excepción a la regla en su primera campaña. Pero de eso ya pasó mucho tiempo.
P.: Ya se acostumbró a la idea.
G.G.: Aprendió a tomar su discurso con una pizca de sal. Puede decir cualquier cosa, pero no hará todo lo que prometa.
P.: En su mandato fue muy cuidadoso con lo que podía dañar a las acciones.
G.G.: Así fue. La suba de la Bolsa era su termómetro preferido para medir, y festejar, la calidad de su presidencia. Así que no cometió disparates que pudieran perjudicarla.
P.: ¿Y cree que repetirá la receta?
G.G.: ¿Por qué no? ¿Qué ganaría con abandonarla?
P.: ¿Esa es la razón por la que la Bolsa y la campaña electoral no entran en colisión?
G.G.: Tampoco. En principio, los años electorales son muy buenos para la Bolsa. Así que no suelen producir escozor. Con Trump podía ser diferente. Y lo fue la primera vez. Pero ya es un viejo “conocido”. Trump tiene claro que el mercado bull es su mejor carta de presentación. Válida con los propios y con los ajenos. Por último, Wall Street prosperó con Barack Obama, con Trump (que era su opuesto) hasta la pandemia, y también con Biden en la actualidad, pese a su decepcionante exhibición en el debate.
P.: Como si fueran todos lo mismo.
G.G.: No son lo mismo, Cada uno tiene su libro, sus leves virajes de política, y hay que adaptar la composición de las carteras, pero nada que no se pueda surfear convenientemente.
P.: Los bonos se atragantaron, en cambio.
G.G.: El informe del deflactor del consumo fue impecable. La inflación dio cero en mayo, no importa cómo se la mida.
P.: Sin embargo, las tasas largas subieron.
G.G.: Y treparon fuerte. Un cuarto de punto las de diez años.
P.: Se acusa al debate. Se les echa la culpa a las elecciones en Francia. En definitiva, es la política. En un año que tiene elecciones en 70 países.
G.G.: Después de la debacle de Biden en el debate, las elecciones francesas cobraron otro relieve. De repente, son importantes.
P.: Sobre llovido, mojado.
G.G.: Algo así. Pero luego de conocer los resultados en París, el temor se disipó. El spread entre los bonos franceses y alemanes se recortó. De 84 a 70 puntos base. Las tasas de los bunds – el refugio de la calidad en Europa – subieron en paralelo.
P.: Un alivio de manual.
G.G.: Tal cual. Todo el drama estuvo muy confinado, fue un dilema muy europeo. Aunque pudo servir como excusa cuando el desempeño de Biden se reveló catastrófico.
P.: Europa se calmó. Pero el aumento de las tasas largas en EEUU no aflojó.
G.G.: No es nada dramático, pero permanece allí.
P.: ¿Es un efecto Trump?
G.G.: Echar a Powell y presionar a la FED por una baja de tasas, aumentar los aranceles a la importación a destajo y extender el recorte de impuestos, cuando el déficit fiscal es tan alto, y la economía no necesita estímulos… No es una agenda propicia para la renta fija. Y lleva su sello personal.
P.: Parece una receta para fabricar más inflación. Pero, por lo que usted ya dijo, ¿cuánto se puede llevar a cabo?
G.G.: Muy poco. Trump la empujará en campaña. Y no le importarán las consecuencias porque la factura no la pagará él, sino la administración en funciones. Pero después le dejará de servir. Ya lo vimos en su gestión. Si Wall Street le baja el pulgar, si se desmorona, cambiará la partitura.
P.: Powell, en la reunión de banqueros centrales en Sintra, señaló que la economía volvió a sintonizar un sendero desinflacionario. ¿Querrá bajar las tasas si lo que le espera el año pasado es una agenda pro-inflación (y su probable despido)?
G.G.: Esa es la pregunta que los bonos largos se hacen cuando la inflación da muy bien pero igual elevan sus tasas. La FED domó el potro de la inflación que ella misma alimentó para zafar del Covid. Pero ahora se incuba su resurrección de la mano de la agenda política.
P.: Si la baja no es imperiosa, ¿no será mejor esperar?
G.G.: De eso estoy seguro. En ese sentido, más que la inflación, lo que puede apurar a la FED es un frenazo del mercado laboral, un enfriamiento real. Los mercados descuentan que la baja de tasas empieza en septiembre. Si no fuera por el futuro de la política fiscal, bastaría con repetir la inflación de mayo un par de meses más.
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