Leandro Goñi, el obstetra escrachado en Recoleta: "No es muy grato llegar a trabajar y cruzarme con alguno del edificio"

El médico obstetra Leandro Goñi recibió el acoso y el repudio de sus vecinos por "atender a los pacientes en plena cuarentena, y poner en riesgo a la vecindad".

A las 21 horas del día se aplaude a los médicos, pero al día siguiente uno recibe estos repudios, aseguró el médico obstetra Leandro Goñi.

"A las 21 horas del día se aplaude a los médicos, pero al día siguiente uno recibe estos repudios, aseguró el médico obstetra Leandro Goñi.

Facebook: Leandro Goñi

Leandro Goñi tiene 54 años, es médico obstetra del Hospital General de Agudos Vélez Sarsfield, y al mismo tiempo atiende pacientes en un consultorio propio, del barrio de Recoleta. Hace 28 años que ejerce la profesión como médico, pero esta vez le toco vivir un episodio el cual “le marcó un antes y un después”.

Goñi vivió durante 35 años en Paraná y Arenales, en un edificio donde ahora está su lugar de trabajo privado. Luego de todo este tiempo compartido con los vecinos, sorpresivamente recibió, a través de un grupo de whatsapp del consorcio, el acoso y el repudio por “atender a los pacientes en plena cuarentena, y poner en riesgo a la vecindad”.

Periodista: ¿Cómo comenzó la intimidación de sus vecinos?

Leandro Goñi: Esto se dio en un grupo de whatsapp que tienen todos los propietarios del edificio, donde empezaron a mandar todos los repudios y sobre todo las medidas que iban a tomar al respecto. “Andate de acá, que las embarazadas se arreglen solas”, me decían. También, por debajo de la puerta de mi consultorio, que es en planta baja, mandaron una nota aclarando que me tenía que ir sí o sí porque si alguien se contaminaba, la responsabilidad legal me caía a mí.

P.: ¿Pero la nota estuvo firmada por algún vecino en específico o fue algo en conjunto?

L. G.: En el caso del grupo de whatsapp lógicamente figura quienes fueron los que escribieron, con nombre y apellido, ya que a muchos los tengo agendados. En el caso de lo que pasaron por debajo de la puerta, no, fue anónimo.

P.: ¿El sorpresivo repudio fue de todos los vecinos?

L.G.: No, no, para nada. Luego de que esto sucediera, que la gran mayoría del edificio esté enterada, y que de cierta manera se popularice, me llamaron muchos vecinos que no me repudiaban para pedirme disculpas por la actitud que hubo contra mí. Pero no solo esto, también me dijeron que estaban a mi disposición de cualquier cosa que yo quiera hacer, y que son testigos formales de lo que sucede. La realidad ante todo esto es que a las 21 horas de cada día se aplaude a los médicos, pero al día siguiente uno recibe estos repudios.

-¿Qué le genera que una vecina suya, que es médica, haya repudiado su actividad?

L.G.: Tristeza, muchísima tristeza. Una persona que no tiene estudios, ni idea del tema, y plantea esto, podría llegar a justificarse, el miedo puede llegar a generar cosas terribles. Ahora, que te repudie una persona que sabe, que conoce sobre el tema, es de mala espina, hay mucha diferencia de pensamiento.

P.: Entonces, ¿esto es una nueva grieta?

L.G.: Yo considero que sí, la sociedad está disgregada en dos grupos. Si bien siguen habiendo diferencias, la grieta política se unió en cierta parte a nivel nacional, pero ahora surge una nueva que no se va a corregir. Esto es algo ético y moral, no otra cosa.

P.: ¿Habló con sus pacientes en los momentos previos a asistir al consultorio? ¿Les pidió algún recaudo?

L.G.: Sí, yo ya lo había hecho antes de que se decrete la cuarentena obligatoria. Cuando se pidió el primer aislamiento, ahí se llamó a todas las pacientes que van al consultorio, se les dio los instructivos. Todo lo que se pudo cancelar, se canceló, lo que se podía prevenir, se previno, se avisó que tenían que ingresar solas, que cuando lleguen a la puerta consulten en qué condiciones está el consultorio, si es que había gente o no. Las secretarias, que son quienes abren la puerta para que ingresen las pacientes, van con alcohol líquido, y desinfectan el lugar. Se tomaron todas las medidas y precauciones posibles para que no se produzca ninguna contaminación. Yo soy el que está más expuesto a contagiarse, pero también soy el que más trata de prevenir.

P.: ¿Alguna vez en sus 28 años de vida médica sintió alguna presión o tuvo algún episodio similar a este?

L.G.: Nunca en mi vida. Esta es la primera vez que me pasa, por eso me sorprendí tanto. Alguna que otra vez, mientras funcionaba el consultorio, los vecinos me han pedido que no haya gente en el pasillo, o que no hable por teléfono en el palier, cosa que siempre se respetó. Si alguna vez esto no se cumplía, se comunicaba, pero nunca hubo algún conflicto.

P.: ¿Recibió un nuevo mensaje intimidante o un comunicado de parte del consorcio?

L.G.: Nada hasta el momento, solo de algunos vecinos para brindarme su apoyo. De los que figuraban en el chat que estaban furiosos, como dijeron ellos, no, ninguno envió nada.

P.: ¿Va a presentar alguna denuncia penal formal o fue denunciado?

L.G.: Si te soy sincero, no lo sé. Hasta el momento no me notificaron al respecto. Si estos vecinos hacen la presentación, yo lo seguiré hasta las últimas consecuencias. Sé que la Asociación de Médicos Municipales, que están en contra de los repudios, pidieron pasar la situación a una cuestión penal para hacer un resarcimiento económico. Yo lo que menos quiero es lucrar algo, sino generar conciencia y hacer razonar a la gente de lo que están haciendo y de los que está pasando.

P.: ¿Había tenido antes algún inconveniente en el edificio?

L.G.: Jamás, nunca tuve inconveniente alguno. Pese a esto, casi no me cruzo a los vecinos, ya que salgo de casa muy temprano, y vuelvo tarde.

P.: ¿Va a seguir atendiendo o se siente condicionado?

L.G.: Yo voy a seguir atendiendo con normalidad, pero todo esto me condicionó a mí, y a mi entorno. La verdad que no es muy grato llegar a trabajar y cruzarme con alguno del edificio que no sé si está a favor o en contra de lo que está pasando, que va mal predispuesto. Todo esto puso un corte de un antes y un después en mi vida, pero continuaré trabajando. Con todo esto le ganaremos al coronavirus, pero perderemos como sociedad.

P.: Si tomara la decisión de cerrar el consultorio ¿Qué pasaría con las mujeres embarazadas que usted atiende?

L.G.: El problema es que tendría que derivarlas a las prepagas o al ambiente público, alguien tendría que hacerse cargo de las pacientes. Tampoco está del todo claro que puede llegar a pasar, todos los médicos, sobre todo los que hacemos obstetricia, estamos en la misma situación. Casi todos estamos atendiendo o en hospitales, que allí también se redujo la cantidad de pacientes, o en consultorios propios, pero la gran mayoría funcionan de manera reducida, por lo que estarían en la misma problemática. Yo trabajo con muchas embarazadas, pero en una época como esta, más aún con mujeres que están en sus últimos dos meses de embarazo. Algunas cosas las puedo resolver por teléfono, pero la mayoría tengo que hacerlas presencialmente.

P.: Usted dijo: "Le ganaremos al coronavirus, pero perderemos como sociedad", ¿cómo se hace para ganar?

L.G.: Empezando a pensar no solo en uno mismo, sino también en el prójimo, en quien tenemos al lado. No por salvarme yo voy a sacrificar una embarazada, no por salvarme yo voy a sacrificar a un médico que vive en el edificio. Yo ahora estoy pseudo aislado en un sector aislado de mi casa con un plástico que me separa. Es gracioso pero quedo casi desnudo en la puerta de casa, así dejo la ropa, me lavo la manos, me baño, y recién ahí puedo saludar a mi familia. Hay que empezar a ser un poco más humanos, sobre todo un poco más social. Uno no tiene que pensar en lo suyo y mantener nada más esa postura, sino ampliarlo, ya que los seres humanos somos seres sociales, y solos no podemos vivir.

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