5 de noviembre 2009 - 00:00

El increíble hallazgo de Kao

La Real Academia Sueca de las Ciencias reconoció a Charles K. Kao, británico-estadounidense de origen chino, por sus logros sobre la trasmisión de la luz en fibras para la comunicación óptica, un descubrimiento que allanó el camino para el desarrollo de la red de fibra óptica que hoy en día soporta casi todo el tráfico de datos, la comunicación telefónica e internet.

Los efectos de la luz en el vidrio o el agua fueron descubiertos hace miles de años en Mesopotamia y Egipto, y fibras de vidrio simples se usaban en medicina en la década de 1930.

La invención del láser 30 años más tarde impulsó a un ingeniero electrónico de origen chino emigrado a Londres a estudiar de forma meticulosa las fibras de vidrio ópticas y a calcular cómo transmitir la luz en distancias largas a través de ellas.

En 1966, Kao concluyó que el problema no eran las imperfecciones en el hilo de la fibra, sino que el vidrio debía ser purificado, por lo que el objetivo era producir vidrio de una transparencia nunca antes obtenida, algo que consideraba factible pero difícil.

Con una fibra del vidrio más puro sería posible transmitir señales de luz a través de 100 kilómetros en lugar de los 20 metros de las fibras entonces disponibles, sostuvo Kao.

Su "entusiasmo" inspiró a otros investigadores y desembocó en 1970 en la creación de la primera fibra óptica superpura.

Si desenredáramos todas las redes de fibra de vidrio que existen en la actualidad, obtendríamos un hilo de 1.000 millones de kilómetros de largo, que podría rodear la Tierra 25.000 veces.


Las redes de fibra óptica actuales conservan un 95 por ciento de la luz tras haber sido transmitida un kilómetro, muy lejos del 1 por ciento que en su época Kao aspiraba a retener en la misma distancia.

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