La Casa Blanca inició una evaluación interna de los principales museos de Washington con el objetivo de alinear sus contenidos con la visión presidencial y eliminar lo que considera “narrativas divisorias o partidarias”. El proceso afectará directamente a ocho instituciones dependientes del Smithsonian Institution.
Un censor para los museos: la Casa Blanca controla las exhibiciones de Washington
Ocho museos del Smithsonian serán revisados para eliminar “narrativas divisorias” y asegurar alineamiento con la visión del presidente Trump.
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La Casa Blanca busca eliminar “narrativas divisorias o partidarias” en exposiciones históricas y materiales educativos.
La orden contempla un análisis profundo de exposiciones, textos, conservación y programación. Según la carta oficial enviada al secretario del Smithsonian, Lonnie Bunch, la iniciativa busca “celebrar el excepcionalismo estadounidense, eliminar las narrativas divisorias o partidarias y restaurar la confianza en nuestras instituciones culturales compartidas”.
La revisión abarcará museos emblemáticos como el Museo Nacional de Historia Estadounidense, el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroestadounidense y el Museo Nacional del Indígena Americano. El examen evaluará “el tono, marco histórico y alineamiento con los ideales estadounidenses” de exhibiciones, materiales educativos y contenido digital, con miras al 250 aniversario de la fundación de Estados Unidos en 2026.
Respuesta del Smithsonian
El Smithsonian, que alberga millones de objetos históricos y científicos, respondió mediante un comunicado enviado a The New York Times: “su trabajo se basa en un profundo compromiso con la excelencia académica, investigación rigurosa y la presentación precisa y objetiva de la historia”. Además, indicaron que “estamos revisando la carta con este compromiso en mente (…) y continuaremos colaborando constructivamente con la Casa Blanca, el Congreso y nuestro Consejo de Regentes”.
Expertos en cultura y museología advierten que esta revisión podría sentar un precedente preocupante, convirtiendo a las instituciones culturales en espacios sujetos a supervisión directa del gobierno, donde un censor decide qué historias pueden contarse y cuáles deben ser modificadas o eliminadas.
Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump impulsó mayor control sobre la cultura, reduciendo el financiamiento para las artes y las humanidades y supervisando la representación de la historia estadounidense en museos y espacios educativos. Esta medida refuerza la percepción de un gobierno dispuesto a vigilar estrechamente las narrativas culturales en la capital.
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