30 de enero 2007 - 00:00

Triple A: Garré deberá decir quién se quedó con las armas

Nilda Garré
Nilda Garré
El juez federal Norberto Oyarbide pedirá informes a la ministra de Defensa, Nilda Garré, para conocer el destino de las armas que, luego del golpe militar, fueron retiradas del Ministerio de Bienestar Social y depositadas en una dependencia del desaparecido Primer Cuerpo del Ejército. Esas armas habrían sido utilizadas por los comandos paramilitares que conformaban la estructura operativa de la Triple A en su lucha contra la guerrilla de Montoneros y del ERP.

Las armas nunca fueron secuestradas durante ninguna de las tres investigaciones que la Justicia encaró desde mayo de 1981 contra José López Rega.

Garré, ahora ministra y en aquel tiempo diputada de «la Tendencia», deberá desmitificar o confirmar la existencia de ese arsenal que la leyenda popular asegura que se retiró de las oficinas del Ministerio de Bienestar Social el mismo 24 de marzo de 1976 a escasas horas de producido el golpe militar.

Aunque parezca anecdótica, la búsqueda de Oyarbide tiene sentido práctico. La posible aparición de esas armas robustece la creencia del magistrado de que los crímenes cometidos por la Triple A fueron realizados desde la estructura del Estado y con los medios que el Estado proveía para la seguridad. Es decir, probaría el terrorismo de Estado.

  • Testimonios

    En la resolución del viernes pasado, donde se decreta la prisión preventiva de Juan Ramón Morales y Miguel Angel Rovira, jefes operativos de la Triple A, el juez hace referencia a la declaración de varios testigos que dan detalles sobre el armamento supuestamente encontrado en dependencias de ese ministerio, de su incierto origen, su ilegal salida de la zona aduanera y del posible pago para su compra de una cuenta a nombre de M.E. Martínez.

    En el expediente se incorporó la declaración de Rubén Darío González Figueredo en la que admitió su participación en la banda y aseguró que en su origen la Triple A estuvo integrada por la custodia de López Rega, al que posteriormente se le agregó otro grupo. González Figueredo confesó que «los fines de la organización eran el exterminio de los comunistas del país».

    Pero quien dio detalles sobre el misterio del arsenal fue Alejandro Ferreira Lamas. Este testigo reveló que López Rega traía las armas desde Libia, y que el andamiaje de la Triple A estaba integrado por Morales, Rovira y Rodolfo Almirón, detenido en España y a punto de ser extraditado por haber participado en varios crímenes cometidos por la Triple A.

    El edecán del presidente hastadiciembre de 1974, Tomás Eduardo Medina, y el jefe del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín, Jorge Sosa Molina, le dieron a Oyarbide argumentos para desechar como una fantasía popular que la Triple A haya escondido sus armas bajo las narices de López Rega.

    El ex edecán Medina le contóal juez que la custodia del grupo de López Rega exhibía excesivo armamento y que escuchó a sus miembros realizar comentarios sobre el asesinato del sacerdote Carlos Mujica. Afirmó que el propio López Rega le dijo que su grupo era «la única solución para combatir el terrorismo».

    Sosa Molina, por su parte, relató el descubrimiento de panes de trotyl en los autos de la custodia y coincidió en calificar que el uso de armamentos excedía al que, razonablemente, podía estar asignado a la custodia de los funcionarios.

    Otro que habló sobre las armas fue el entonces diputado Héctor Sandler, quien indicó que en el Ministerio de Bienestar Social no sólo se guardaban las armas sino que también daban las credenciales para otorgarles un viso de legalidad.

    Según el relato de los testigos ya producido el golpe, las armas fueron retiradas y enviadas al Primer Cuerpo de Ejército a cargo de Guillermo Suárez Mason.

    El ex jefe era considerado un «halcón» entre los generales duros del Proceso. A principios de 1974, López Rega impidió que Perón dispusiera el retiro de Suárez Mason y lo ubicó como jefe II de Inteligencia, puesto desde el cual se especializó en contrainsurgencia y luego en doctrina de la seguridad nacional.

    La búsqueda de Oyarbide presenta, sin embargo, un problema: la ruta que siguieron las armas de la Triple A se desvanece en el Primer Cuerpo de Ejército. La reestructuración del Ejército hizo desaparecer esa unidad y junto con ella los rastros o vestigios del arsenal « recuperado» en el Ministerio de Bienestar Social.

    Por eso Oyarbide le reclamaráa Garré en su doble condición de ministra de Defensa y titular del Registro Nacional de Armas (RENAR) que informe dónde están las armas de la Triple A.
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