En el noroeste argentino existen rincones que parecen detenidos en el tiempo, con paisajes que invitan a la calma y a la contemplación. En medio de ese escenario, el turismo cobra un sentido distinto: descubrir San Isidro de Iruya, una aldea de montaña en Salta donde la naturaleza marca el ritmo y el silencio acompaña cada jornada.
El pequeño pueblo de Salta que tenés que descubrir: el sitio perfecto para desconectarse entre las montañas
Este lugar se esconde entre cerros de colores y ríos cristalinos, lo que lo convierte en un destino ideal para quienes buscan calma y autenticidad.
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San Isidro de Iruya, un pueblo escondido en las montañas de Salta, atrae con su turismo rural, paisajes andinos y tradiciones ancestrales.
Este caserío mantiene vivas tradiciones ancestrales gracias a sus 350 habitantes, que aún cultivan la tierra y crían animales como lo hicieron sus antepasados. La desconexión con la rutina moderna lo transforma en un refugio único para quienes buscan tranquilidad, caminatas exigentes y contacto genuino con la cultura andina.
Dónde se ubica San Isidro de Iruya
San Isidro se encuentra a más de 2800 metros de altura, a solo 8 kilómetros de Iruya, en el corazón de la provincia de Salta. Enclavado entre cerros de colores y ríos cristalinos, ofrece un entorno natural de gran pureza, ideal para quienes buscan aire fresco y vistas imponentes.
Su aislamiento geográfico contribuye a mantener el pueblo al margen del turismo masivo. Este rasgo lo convierte en un tesoro escondido, donde la calma y la autenticidad se preservan como parte esencial de la experiencia.
Qué se puede hacer en San Isidro de Iruya
La actividad estrella es el trekking. El recorrido desde Iruya hasta San Isidro dura entre dos y tres horas a pie, atravesando senderos junto al río y rodeados de montañas. Es un desafío moderado, perfecto para quienes disfrutan de la aventura sin necesidad de grandes equipos.
Además de las caminatas, los visitantes pueden conocer el mirador del Molino de los Yambis, desde donde se aprecian paisajes únicos del valle y las casas de adobe que parecen colgadas de la montaña. Cada rincón del trayecto regala postales que atraen a fotógrafos y viajeros.
El contacto con la comunidad es otro atractivo. Sus habitantes, descendientes de pueblos originarios, comparten costumbres, cultivos y gastronomía local, donde destacan el maíz andino, las papas y el cayote. Esta experiencia cultural le otorga un valor especial al viaje.
Para quienes buscan mayor conexión espiritual, el entorno ofrece un espacio de desconexión absoluta, lejos del ruido urbano. El silencio de los cerros y el cielo estrellado invitan a la contemplación y al descanso profundo.
Cómo ir hasta San Isidro de Iruya
La única forma de acceder es caminando desde Iruya. El trayecto puede realizarse entre mayo y diciembre, cuando el clima seco permite atravesar los ríos sin complicaciones. En época de lluvias, los cauces crecen y el camino se vuelve intransitable.
El punto de partida suele ser la plaza principal de Iruya. Desde allí comienza una travesía exigente, pero accesible para cualquier viajero con ganas de explorar. El esfuerzo se recompensa con paisajes inolvidables y la experiencia única de llegar a un pueblo aislado entre montañas.
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