En el corazón de los Valles Calchaquíes, Molinos aparece como una opción distinta dentro del mapa del turismo salteño. Pequeño, silencioso y rodeado de montañas, este mágico rincón es ideal para quienes buscan alejarse del ruido sin resignar belleza ni experiencias auténticas.
El rincón oculto de Salta ideal para el turismo: desconexión en la naturaleza y descanso entre viñedos
Este lugar es ideal para quienes buscan hacer turismo alejado del ruido típico de las ciudades dónde se concentra mucha gente.
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Con una propuesta única para el turismo, este lugar es ideal para quienes buscan paisajes alejados de las grandes concentraciones de gente.
El paisaje se combina con historia, vino y arquitectura colonial en un entorno que todavía conserva un ritmo propio. No tiene grandes complejos ni ofertas masivas, pero justamente ahí está su atractivo.
Dónde se ubica Molinos
Molinos está a unos 200 kilómetros al suroeste de la ciudad de Salta, en pleno Valle Calchaquí. El pueblo forma parte de la famosa Ruta Nacional 40 y se encuentra entre Cachi y Cafayate, lo que lo convierte en una parada estratégica dentro de un recorrido paisajístico de primer nivel.
La zona se caracteriza por sus cerros colorados, el clima seco y la cercanía con ríos y bodegas artesanales. Aunque no es uno de los destinos más promocionados de la provincia, quienes lo visitan suelen destacar su tranquilidad y la amabilidad de su gente.
Qué se puede hacer en Molinos
Pese a su tamaño reducido, Molinos ofrece varias actividades que combinan naturaleza, cultura e historia. Uno de los principales atractivos es la Iglesia de San Pedro Nolasco, construida en el siglo XVIII y declarada Monumento Histórico Nacional. Frente a la plaza también se puede visitar la antigua casona del último gobernador realista del Alto Perú, convertida hoy en hostería.
El entorno invita a recorrer viñedos, hacer caminatas por senderos rurales o simplemente descansar frente al paisaje. Algunos establecimientos locales organizan degustaciones de vino de altura, que se produce en pequeñas bodegas con métodos tradicionales. También hay opciones de turismo rural, visitas a artesanos y excursiones hacia parajes como Colomé, donde se encuentra una bodega reconocida y el museo de luz James Turrell.
La gastronomía es otro de los puntos fuertes. Se pueden probar platos regionales como empanadas salteñas, tamales, humita o locro, preparados en cocinas familiares o en restaurantes que priorizan ingredientes locales. En algunos casos, la experiencia incluye almuerzos en patios coloniales, con vista a los cerros y vinos servidos directo de la finca.
Cómo ir hasta Molinos
La forma más directa de llegar a Molinos es por la Ruta Nacional 40, ya sea desde Cafayate o desde Cachi. Ambos trayectos son pintorescos, con curvas, cerros y tramos de ripio que conviene recorrer con tiempo. Desde la ciudad de Salta, el viaje dura entre cinco y seis horas, dependiendo del camino elegido.
Para quienes prefieren no manejar, existen servicios de excursiones contratadas que incluyen paradas intermedias. También se puede combinar transporte público hasta Cachi y luego continuar en taxi o remís. Aunque el acceso no es tan simple como el de otros puntos turísticos, el esfuerzo vale la pena.
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