23 de abril 2022 - 00:00

Salvaje Sur: una revista pulp argentina reedita el western en clave gauchesca

Convoca a narradores de todo el país y busca recrear el espíritu de las publicaciones del género. Ámbito dialogó con su creador y responsable, el escritor Matías Castro Sahilices.

Salvaje Sur se puede adquirir en sus redes sociales. 

"Salvaje Sur" se puede adquirir en sus redes sociales. 

Nacido en los EEUU, el western se abrió paso de manera vertiginosa hasta convertirse en uno de los géneros favoritos del público. Con indudable pericia y a fuerza de aventuras, sus películas crearon una estética inconfundible mediante la evocación de los paisajes y las sociedades del lejano Oeste de fines del siglo XIX. A lo largo del tiempo, el fenómeno quebró las fronteras locales y sumó fanáticos en todo el mundo.

Pero no todo empezó con el cine. Antes del esplendor de Hollywood, esas historias de bandidos y buscadores de oro se contaban a través de la literatura, más específicamente en las revistas pulp, publicaciones que combinaban ilustraciones y relatos, y que fueron muy populares hasta la década del 50. Actualmente, un proyecto argentino recupera esa idea y la lleva la práctica con resultados que sorprenden por su detallismo y calidad. Se llama "Salvaje Sur" y fue creada por el escritor y editor Matías Castro Sahilices, quien, en diálogo con Ámbito, define a la obra como "una apuesta a la memoria emotiva".

A la hora señalada

Castro Sahilices identifica su apego por el western en su infancia, cuando descubrió las películas del género en el ciclo “Sábados de super acción”. Allí conoció a directores clásicos como John Ford y Sam Peckinpah, y también al revolucionario Sergio Leone, figura emblemática del spaghetti western y responsable de “El bueno, el malo y el feo”, film que el escritor admite haber visto “20 mil veces” junto a su familia. En el plano literario, Buffalo Bill fue el libro que lo acercó a esas historias: “Diseñé mi primer fanzine a los 14 años. Hay una pata en eso, en la conexión con las editoriales antiguas. Todos lo que hago tiene que ver con el rescate y con el amor al género”.

Como muchos proyectos, Salvaje Sur tiene su génesis en un concurso literario, cuyo desenlace no fue el esperado. En 2020 Sahilices presentó un relato al estilo “elige tu propia aventura” en un certamen de cuentos digitales de Itaú. “Era un western con un soporte digital interesante en cuanto a sonidos y canciones. Lo presenté tipo revista pulp, porque también soy fanático de esa movida. Fue una idea re compleja”, explica. Y aunque dos de los tres jurados le bajaron el pulgar, la iniciativa había sido tan ambiciosa que descartarla no era una opción. Motorizado por sus ganas de publicar -y también por algo de rabia-, el autor desechó el formato digital, conservó los diseños y abrió el juego a sus colegas, que enseguida se sumaron a la partida.

Plumas con seudónimos de época y región, relatos sobre bandidos, buscadores de oro, pueblos polvorientos y una estética que emulaba a las revistas pulp, muy populares entre fines del siglo XIX y la mitad del siglo XX, fueron el combo que dio vida al primer número de Salvaje Sur. El editor cuenta: “Copié exactamente lo que eran las estructuras de la revistas pulp. Me di cuenta que era importante el pie en lo gráfico, así que decidí hacer todas las publicidades como en la época. Algunas son recuperadas: armé la caja de texto, intenté conservar la tipografía y limpié casi todos los grabados que había, que se usaban mucho en la época. Ese fue el pequeño universo narrativo de cada una de las publicidades”, relata.

Ese lanzamiento, que vio la luz en marzo del 2021 bajo el sello “Catro & Sahilises Ediciones no convencionales”, incluyó once cuentos y una tirada de 150 revistas que se agotaron. “Algunas ilustraciones son mías y otras las encontré libres de licencia. La tapa la hizo Diego Fiorucci, uno de los dos ilustradores. El otro es Javier Mattano. Hice 150 revistas y volaron; hice 150 más, y también volaron. Hice 150 más y lo mismo. Se me empezó a acercar gente grande, que no me conocía, y me decía 'che, esto lo leía mi viejo', 'esto lo leía mi abuelo'. Fue una apuesta a la memoria emotiva; tiene una carga nostálgica tremenda”, comenta su creador.

Salvaje Sur daba su primer golpe.

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Matías Castro Sahilices.

Matías Castro Sahilices.

Temple de acero

Aunque es rosarino, Castro Sahilices vive en San Martín de los Andes desde el 2010. No es casual que la Patagonia sea su tierra adoptiva. “A mí me encantan las historias de Buch Cassiddy y Sundance Kid, de Elena Greenhill y de todos los que estuvieron en esta zona. Eso me lo morfo. Hay muchas conexiones entre los bandidos rurales y los bandidos extranjeros que vinieron acá y se quisieron asentar en la Patagonia. Es super rica la historia”, opina.

Al respecto, explica que en el célebre libro “In Patagonia”, Bruce Chatwin se confundió: “Él encontró una tumba de dos norteamericanos que murieron en un enfrentamiento con la policía fronteriza. Se llamaban Evan y Wilson y andaban en la zona haciendo de las suyas. Ellos se enfrentaron a la Policía en un lugar llamado Río Pico. Prácticamente los acribillaron y los enterraron. A Bruce Chatwin le cuentan, ve la tumba esa y dice 'acá están Butch y Sundance'. Lo inventa y lo pone en el libro. Lo loco es que ese libro fue la guía para toda la gente del extranjero que vino a la Patagonia durante 30 años. Es un tema super amplio y muy poco laburado. Yo lo conozco porque estoy acá en la región”.

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Consultado acerca de si cree que el género western está suficientemente explotado en la Argentina, el escritor dice: “Se laburó mucho desde el cómic. Es re loco, porque el cómic es un derivado del pulp. Las revistas pulp se empezaron a ilustrar y la gente necesitaba cada vez más ilustraciones, así que se generó el action comic. El western acá estuvo muy asociado a eso y a algo del cine; muy poco. Por ejemplo, está ‘El macho’, el spaghetti que hizo Monzón, filmado en Italia. Se puede ver en YouTube. Las escenas de acción están impecables, pero después es un desastre (risas)”.

Tras el éxito del primer número, en septiembre del año pasado se editó el segundo. “Empecé a laburar como las editoriales pulp: con un ilustrador interior y otro de tapa. Lo volví a contratar a Diego para la tapa y a Mattano para el interior. El proceso estuvo buenísimo porque trabajamos como se hacía antes. Le pasé a Diego un cuento mío y él hizo la ilustración a partir de eso. Javi hizo lo mismo con todas las ilustraciones de cada cuento. Él lee, me pregunta a mí cuál creo que es la ilustración que mejor va sin spoilear el final y ahí la hace. La verdad es que es alucinante el proceso. Es un montón de laburo pero la pasamos bien. Ahí salió la 2. Me contacté con narradores y narradoras, y después se empezaron a sumar”.

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Gauchos y bandoleros

Con el ocaso del verano, llegó la tercera y mas reciente edición de Salvaje Sur: “Gauchos y Bandoleros”. En esta ocasión, la novedad fue la incursión de algunos textos en la literatura gauchesca. ¿En qué se diferencia el western de la gauchesca? “Por ejemplo, si un cuento transcurre en el Litoral y está cercano a las guerras civiles argentinas, después de la Batalla de Pavón, para mí es gauchesco. Ahora, si por ejemplo transcurre en Cuyo en 1900, ya estamos hablando de bandoleros. Si le pongo tres o cuatro cosas y el paisaje es un personaje más, es un western. Para mí tienen muchísimo en común”, responde el entrevistado.

Y, al respecto, añade: “La guerra de Secesión norteamericana empezó en 1861 y la Batalla de Pavón también fue en ese año. Tenías a los pueblos originarios esperando ver qué pasaba en los dos lados. Vos decís 'loco, hay mil cosas en común'. Borges hablaba de las actividades pastoriles del cowboy y del gaucho latinoamericano. Es el culto al caballo, el hombre ante la inmensidad, la libertad y las historias del momento, que son todas violentas. Pedís western o gauchesca, y está la violencia ahí. Se puede trabajar desde las coincidencias”.

La tercera edición contó con una tirada inicial de 300 ejemplares, la más grande hasta el momento. Ahora solo quedan 40. Castro Sahilices admite que no es una gran cifra para una revista, pero que “es un montón para un proyecto editorial tan particular”. “Esto tiene que ver con la cuestión de la distribución y lo complicado que está el panorama en Argentina para los proyectos chiquitos. Querés llegar a todos la dos y no sabés cómo hacer”.

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Pese a las dificultades, el artista ya trabaja a futuro. “Tengo el número 4 listo, que está por entrar en ilustración y es Western. Después viene una quinta que es negra. La idea como proyecto editorial es meterme en el pulp más clásico. Mantener la línea western y la gauchesca y meterme en el negro, que va a ser una selección de Matías Bragagnolo. Armó una selección de autores y me van a prender fuego la revista cuando salga, porque es durísima”, comenta entre risas.

Además de ser inédito -porque no se registran grandes publicaciones del estilo desde los años 60 en el país-, el proyecto también tiene un costado altruista, ya que invita a conocer a narradores y narradoras con un criterio federal: “Hay todo un laburo de recomendación, investigación y curación. Hay un montón de gente que está escribiendo en un montón de lugares del país y no se está dando a conocer. Esa es otra de las patas de la revista: promocionar y mover autores de una región a otra. Vamos a ver qué tal sale”.

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