El hígado graso metabólico, también denominado esteatosis hepática, se produce cuando este órgano comienza a acumular una cantidad anormal de grasa. Esta situación suele estar vinculada a condiciones como diabetes, sobrepeso u obesidad.
Qué es el hígado graso, qué complicaciones puede traer y cuánta agua tomar cada día para evitarlo
Es una enfermedad que suele desarrollarse sin síntomas claros. No genera daños inmediatos, pero puede traer graves consecuencias a futuro.
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El hígado graso puede evitarse bebiendo mucha agua.
Expertos médicos explicaron que esta patología no genera daños inmediatos, pero que sí podría desencadenar consecuencias graves si no se trata adecuadamente, como cirrosis o incluso cáncer de hígado.
Cómo se desarrolla el hígado graso y qué problemas trae para la salud
A menudo esta enfermedad se desarrolla sin síntomas claros, lo que aumenta su peligrosidad. De todos modos, algunas personas que la padecieron relataron haber experimentado fatiga, malestar general o dolor en la parte superior derecha del abdomen.
El Manual MSD, reconocido por ser un texto de referencia entre médicos y farmacéuticos, indicó que muchos pacientes con hígado graso se sienten cansados o reportan un leve malestar abdominal.
También advirtieron que una de las complicaciones más frecuentes de esta enfermedad es la cicatrización del hígado, ya que el organismo genera tejido fibroso como respuesta al daño causado por la inflamación.
A su vez, la revista Clínicas e Investigación en Hepatología y Gastroenterología señaló que la esteatosis hepática no alcohólica puede afectar considerablemente la calidad de vida de quienes la padecen.
El agua es esencial para combatir el hígado graso
Una adecuada ingesta de agua puede ser una herramienta clave para mejorar el estado del hígado en personas con esta afección. Beber líquidos de manera frecuente favorece la eliminación de toxinas y mejora el desempeño general del órgano.
Una investigación publicada por la revista Nature concluyó que mantener una hidratación regular estimula la oxidación de grasas y contribuye a una mejor regulación del gasto energético del cuerpo.
En la misma línea, la Fundación Nacional del Riñón de Estados Unidos recomendó que un adulto promedio consuma entre 1.5 y 2 litros de agua al día, lo que equivale a seis u ocho vasos diarios.
Esta recomendación responde a que el cuerpo humano pierde entre 1.5 y 2.5 litros de líquidos cada día a través de la orina y la transpiración. Por eso, se aconseja beber agua con frecuencia, incluso antes de sentir sed, para evitar la deshidratación y proteger órganos vitales como el hígado.
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