15 de noviembre 2019 - 00:01

Elecciones sin Evo y transición sin golpistas, ejes del diálogo difícil para encauzar a Bolivia

El Movimiento Al Socialismo (MAS) logró reunir a sus legisladores y sortear la represión. Busca renovar las autoridades de la legislatura y un pacto para nuevos comicios, pero su posición es débil.

Evo Morales al anunciar su renuncia. 

Evo Morales al anunciar su renuncia. 

Movimientos sociales e indígenas ocupaban las calles de La Paz para exigir la renuncia de la presidenta de facto Jeanine Áñez y ministros nombrados por esta amenazaban con desatar una “cacería” contra miembros del gobierno depuesto, pero detrás de toda esa dureza se abrieron este jueves discretos canales de diálogo para darle un cauce pacífico a Bolivia tras el golpe de Estado que el domingo depuso a Evo Morales, según averiguó Ámbito.

Hubo una manifestación pública en ese sentido, lanzada por el nuevo ministro de la Presidencia, Jerjes Justiniano, quien señaló que “estamos en una mesa de diálogo, creemos que es posible pacificar el país”. Sin embargo, fuentes conocedoras de esos enjuagues le confirmaron a este diario que los diálogos, por el momento, son apenas informales.

Para el sector golpista que se ha alineado detrás de Áñez, quien hasta su autoproclamación del martes era una figura de escasa relevancia en la política boliviana pero que la acefalía provocada por la asonada dejó como única opción mínimamente presentable de continuidad institucional, la línea roja es que Morales no pueda ser candidato en las elecciones que deberán realizarse antes de 90 días. “(Quiero) decirle al MAS que tiene todo el derecho a participar en las elecciones... Que vayan buscando candidato: Evo y Álvaro (García Linera, el vicepresidente dimitido) no están habilitados para un cuarto mandato”, dijo la presidenta de facto sin explicar de qué modo queda derogado el fallo del Tribunal Constitucional que en 2017 habilitó a Morales a ir por su tercera reelección.

Se trata de toda una curiosidad, dado que cualquier mínima pretensión de legitimidad que Áñez puede enarbolar depende, justamente, de esa alta corte. En efecto, fue esta la que, ante una consulta de los conjurados, afirmó que la entonces vicepresidenta segunda podía asumir la Jefatura de Estado de modo interino sin aval de la Asamblea Legislativa en base a la necesaria jurídica del Poder Ejecutivo. Oportuno pronunciamiento: ante la ausencia del Movimiento Al Socialismo (MAS), que detenta una mayoría de dos tercios en cada cámara, Áñez no tenía quórum para ser consagrada. Su autoproclamación entre los vítores de un pequeño puñado de personas en un hemiciclo casi vacío es ya una de las postales más gráficas de esta saga.

El propio Morales aceptó este jueves convertirse en prenda de cambio de la transición. “Claro”, dijo le respondió al diario El País de Madrid cuando se le preguntó si estaba “dispuesto a volver al país y no seguir en el poder ni ser candidato con tal de pacificar”.

El MAS, en tanto, tiene todo lo que le falta a Áñez en términos de legitimidad y esa es su principal carta de negociación. Después de que la policía impidiera violentamente el miércoles el ingreso de sus diputados y senadores al edificio legislativo, finalmente debió franquearles el paso. Se trató de un alivio para el ingente esfuerzo que están haciendo la OEA y países como Argentina y otros para negar que el golpe haya sido un golpe.

Así, para el MAS, la línea roja es otra: que no sea la presidenta de facto la que lidere la transición hacia las nuevas elecciones. El de la continuidad de la senadora que festejó el retorno de la Biblia al palacio de Gobierno “no es un escenario para nosotros”, le dijo a Ambito una fuente del MAS involucrada en los contactos. Por supuesto que esa agrupación de izquierda tiene un feroz viento de frente, hecho de proscripción de su líder, represión policial y militar y complicidad regional con el golpe, por lo que sus exigencias deben ser tomadas con pinzas. Además, enfrente ya hay Lonardis y también Aramburus y Rojas, por lo que hay que la cautela es el mejor camino para transitar hacia el futuro. No por nada el inefable Justiniano dijo este jueves que “si quieren una ley que les garantice que no habrá persecución política, perfecto (...) Si llegamos a un ámbito de pacificación, tienen todas las condiciones para quedarse en el territorio nacional”. Los caminos de la democracia son insondables.

Mientras, el partido de Morales acelera con su mayoría legislativa el proceso para restaurar las autoridades de la Cámara de Diputados y del Senado, de modo de reconstruir la línea sucesoria deshecha en las horas culminantes del golpe. En la madrugada de este jueves, la Cámara de Diputados eligió como su presidente al masista Sergio Choque con 73 de los 130 votos de la casa. Ese sí es un nombramiento legítimo.

En tanto, al cierre de esta edición había confianza en seguir el mismo camino en el Senado de 36 escaños.

El artículo 170, inciso I, de la Constitución boliviana señala que “en caso de impedimento o ausencia definitiva de la Presidenta o del Presidente del Estado, será reemplazada o reemplazado en el cargo por la Vicepresidenta o el Vicepresidente y, a falta de ésta o éste, por la Presidenta o el Presidente de la Cámara de Diputados. En este último caso, se convocarán nuevas elecciones en el plazo máximo de noventa días”.

La diputada masista Alicia Canqui le dijo a este medio desde La Paz que “queremos cumplir con todos los requisitos legales. El objetivo de la reestructuración de las autoridades de las cámaras es pacificar el país y que salga la convocatoria a elecciones nacionales”.

El rechazo a Áñez como conductora de la transición no se basa solamente en la voluntad del MAS de no legitimar el golpe. Está en juego, nada menos, que la futura composición del Tribunal Superior Electoral, requisito fundamental que había pedido la OEA y del que dependerá que esa agrupación, además de enfrentar esta coyuntura dramática, no juegue el partido que viene con el VAR de la Conmebol.

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