16 de septiembre 2020 - 00:00

Bolsonaro rechazó congelamiento jubilatorio que propuso Guedes y lo amenazó con la "tarjeta roja"

Ratificó el plan Bolsa Familia de Lula da Silva y descartó su reemplazo por uno nuevo, que habría permitido al ministro de Economía introducir ajustes. Se dispara el precio de la comida y preocupa el déficit fiscal por la pandemia. Encuestas y estabilidad social.

DISTANCIA. Jair Bolsonaro y Paulo Guedes. El presidente necesita al ministro de Economía para conservar el respaldo del mercado, pero el duro fiscalismo de este es una amenaza para el plan de reelección.

DISTANCIA. Jair Bolsonaro y Paulo Guedes. El presidente necesita al ministro de Economía para conservar el respaldo del mercado, pero el duro fiscalismo de este es una amenaza para el plan de reelección.

Brasilia - El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, desistió ayer de aplicar el plan de ayuda a los más pobres Renta Brasil y amenazó con expulsar al equipo económico si este insiste en compensar ese gasto extra con un congelamiento de las jubilaciones y de beneficios para la clase trabajadora.

A través de un video, el mandatario de ultraderecha desmintió una eventual profundización del ajuste fiscal defendido por el ministro de Economía, Paulo Guedes, cuyo equipo había informado a la prensa de nuevos ajustes para los jubilados y los trabajadores registrados.

Como el funcionario es la garantía del respaldo del mercado financiero al Gobierno, los dichos del jefe de Estado cayeron mal entre los operadores. Tras una apertura con un alza del 0,67%, la Bolsa de San Pablo pasó a perder 0,63% tras conocerse la definición de Bolsonaro. En tanto, el dólar subió 0,13% hasta 5,2825 reales.

“Hasta 2022 está prohibido hablar del (plan) Renta Brasil. Vamos a seguir con el programa Bolsa Familia y punto final”, afirmó Bolsonaro, enojado con su equipo económico y ratificando la vigencia del programa social que heredó de los gobiernos del Partido de los Trabajadores.

El rojo presupuestario se elevaría este año a más de 8% del PBI debido a la caída de la recaudación y al aumento del gasto que impuso la emergencia sanitaria, mientras que el ortodoxo Guedes pretende reducirlo al 3% el año próximo para que no empeore la calificación crediticia de Brasil.

Los pagos de emergencia para complementar los ingresos perdidos de las familias pobres y los trabajadores del sector informal durante la pandemia del coronavirus ayudaron a elevar la popularidad de Bolsonaro hasta su nivel más alto desde que asumió el cargo en enero de 2019, especialmente en el nordeste menos desarrollado de Brasil, que durante mucho tiempo fue un bastión de la izquierda.

Bolsonaro extendió esas ayudas hasta fin del año, pero tuvo que reducirla a 300 reales por mes desde los 600 anteriores debido a las preocupaciones fiscales planteadas por Guedes.

El cambio que se estudiaba apuntaba a aumentar la ayuda social del plan Bolsa Familia creado por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva 92003-2010), que se iba a llamar Renta Brasil. Sin embargo, como compensación, el equipo económico pretendía congelar las jubilaciones, algo que habría significado un severo problema Bolsonaro cuando deba comenzar la campaña para intentar la reelección en 2022.

“Hace poco dije que no iba a sacarles plata a los pobres para darles a los paupérrimos. Quien proponga una medida así se merece que le saque tarjeta roja”, amenazó.

El Gobierno está dividido acerca de la posibilidad de romper el techo del gasto público impuesto como enmienda constitucional en 2017, durante la gestión de Michel Temer, que prohíbe incrementar las erogaciones por encima de la inflación durante diez años, prorrogables por otros diez.

A pesar de que la inflación está bajo control, sobre todo por la recesión en que la pandemia hundió al país, alimentos esenciales de la canasta básica como el arroz, los porotos negros y la carne de vaca subieron en los últimos doce meses 19,3%, 28,9% y 38%, respectivamente, debido a la recuperación reciente de la demanda y a la reactivación de las exportaciones, especialmente a China. En tanto, la harina de maíz lo hizo un 8,1%, el aceite de soja 18,6%, el pollo y los huevos 7,5% y la carne de cerdo 19,4%.

Así, la inflación oficial, medida por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), fue de solo 0,7% desde el inicio del año, pero el rubro alimentos se ha disparado un 6,10%.

Eso obliga al Gobierno a mantener la ayuda social para evitar descontento y un deterioro de la popularidad del mandatario.

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