5 de junio 2007 - 00:00

Crece tensión de Rusia y EE.UU.

Praga y Moscú (EFE, AFP, Reuters, ANSA) - El presidente George W. Bush viajó ayer a República Checa con el objetivo de defender la instalación de un escudo antimisiles en Europa del Este, mientras que su par ruso, Vladimir Putin, que se opone abiertamente al proyecto, volvió a tomar una postura amenazante, en una nueva escalada de tensión que no era vista desde la caída del comunismo, de cara a la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) que comenzará mañana en Alemania.

El mandatario norteamericano, que arribó anoche a Praga, retomó el sueño del viejo proyecto de «Guerra de las Galaxias» de Ronald Reagan, y apostó por un sistema para derribar proyectiles de camino a territorio norteamericano.

El mecanismo cuenta con interceptores y radares en la costa Oeste de EE.UU., con el objetivo puesto en Corea del Norte. Pero para neutralizar cohetes iraníes Washington necesita otra barrera en Europa, según la Casa Blanca. Ahí es donde entra la República Checa, donde EE.UU. pretende colocar un radar, y Polonia, donde cavará silos subterráneos para diez misiles interceptores, país que no por casualidad será otra de las paradas de su gira europea de ocho días.

La visita de Bush es una manera de expresar que Washington respalda a ambos países frente a la presión de una Rusia que aún considera a Europa del Este como el frente de su casa, según los expertos.

Putin reiteró ayer en Moscú unas declaraciones dignas del tiempo en que era agente de la KGB, al sugerir que apuntará los misiles rusos a Europa si Washington no cesa en su plan. «En caso de despliegue de un escudo antimisiles en Europa, hoy lo advertimos, habrá respuesta. Necesitamos garantizar nuestra seguridad», dijo.

El líder del Kremlin añadió que los medios que se utilizarían para asestar golpes a esos objetivos en Europa serían «misiles balísticos y de crucero. Es sólo una cuestión de técnica».

  • Propósito

    Estas amenazas no amedrentaron al viceprimer ministro checo, Alexandr Vondra, quien dijo que el propósito de Moscú es «extender el miedo». «Ni Putin ni los políticos rusos deberían tener poder de veto sobre nuestras decisiones de seguridad. Este es un país que recuerda la presencia de soldados rusos aquí y que es sensible a esas declaraciones», señaló.

    Vondra afirmó que cuanto más presione Moscú, más empujará a su país hacia Estados Unidos.

    Las reacciones contra las duras declaraciones de Putin no demoraron. El consejero de Seguridad Nacional norteamericano, Stephen Hadley, a bordo del Air Force One, el avión presidencial que trasladaba a Bush, sostuvo que «ha habido una subida en el tono del discurso. Creo que eso no ayuda».

    En la misma línea, la secretaria de Estado Condoleezza Rice replicó que «la seguridad de Estados Unidos y la seguridad de sus aliados europeos es indivisible». «Realmente no ayuda a nadie empezar a amenazar europeos», añadió.

    El jueves, el presidente Bush se reunirá con Putin, a quien intentará convencer de que el escudo está dirigido a anular la amenaza de Irán y no de Rusia.
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