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Durante su alegato, Cunha criticó a Rousseff y al Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) y durante largos pasajes encarnó al político calculador y dominante de los días en que presidía la Cámara. No obstante, por momentos se le quebró la voz. "No mentí, no hay cuenta, ¿dónde está la prueba? No hay prueba (...) No me juzguen por lo que dice la opinión pública", pidió.
"Es el precio que estoy pagando para que Brasil quede libre del PT. Me están cobrando el precio del impeachment que acepté y que nadie más estaba en condiciones de hacer en ese momento", dijo después de recordar a sus colegas que al menos 160 de ellos también enfrentaban investigaciones judiciales.
Rousseff acusó a Cunha y a su vicepresidente Michel Temer, que la reemplazó tras ser destituida, de haber llevado a cabo un "golpe de Estado" parlamentario.
Tanto Cunha como Temer pertenecen al partido de centro derecha PMDB, que fue durante largos años el principal aliado del PT.
Tras ser electo presidente de la Cámara en 2015 y devenir segundo en la línea de sucesión de Rousseff, le declaró la guerra al gobierno, irritado por acusaciones de que había cobrado al menos cinco millones de dólares en sobornos para facilitar negocios en Petrobras, convencido de que eran motorizados por el PT.
Amo y señor de la Cámara baja, el 2 de diciembre del 2015 autorizó un pedido de impeachment contra Rousseff por maquillar las cuentas públicas, acusación que terminó el 31 de agosto segando el mandato de la primera mujer en presidir Brasil y el ciclo de más de 13 años del PT en el poder, primero con Lula da Silva (2003-2010) y luego con su heredera política.
Para la exmandataria, Cunha acogió el pedido de impeachment para vengarse por el hecho de que el gobierno no le hubiera apoyado para evitar el proceso que le abrió la Comisión de Ética.
La estrella de Cunha empezó a apagarse cuando el STF lo suspendió en mayo por una larga lista de cargos tras una denuncia de la Procuraduría General que afirmaba que no poseía "las condiciones personales mínimas" para ejercer el cargo.
En la noche del lunes, de traje azul oscuro y corbata amarilla, este político conocido como "el Frank Underwood brasileño" -en referencia al maquiavélico protagonista de la serie "House of Cards"- se alejó de su estilo meticuloso y aferrado a los vericuetos reglamentarios para dar un discurso salpicado de referencias religiosas, en el que solicitó a sus pares que voten en favor de su inocencia.
Cunha sobrevivió políticamente apenas dos semanas a Rousseff, su acérrima enemiga.
En su discurso, afirmó que, cualquiera fuese la decisión sobre su futuro, nadie le quitará "el placer de que ese gobierno criminal se fuera".
Como en cada mención que hizo contra Rousseff, sus palabras fueron acompañadas por algunos aplausos. Lo cual no obstó que al final hubiese sido abandonado incluso por muchos de sus compañeros del PMDB, que optaron por su destitución.
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