13 de septiembre 2008 - 00:00

En París, el Papa condenó a los "ídolos modernos"

El papa Benedicto XVI en Lourdes, Francia
El papa Benedicto XVI en Lourdes, Francia
Lourdes (Ansa).-El papa Benedicto XVI denunció que la cultura moderna "se ha creado sus propios ídolos", como "el dinero, el poder y hasta el saber", en la homilía de la misa que celebró en la explanada de los Invalides, en el corazón de París, ante unas 260 mil personas, entre las cuales se encontraban cinco ministros del gobierno francés.

"¿Acaso nuestro mundo contemporáneo no crea sus propios ídolos? ¿No imita, quizás sin saberlo, a los paganos de la antigüedad, desviando al hombre de su verdadero fin de vivir por siempre con Dios?", se interrogó el Papa, antes de agregar que "ésta es una cuestión que todo hombre honesto consigo mismo se plantea un día u otro.

¿Qué es lo que importa en mi vida? ¿Qué debo poner en primer lugar?" Partiendo de una de las lecturas de la misa, un fragmento de la carta de San Pablo a los Corintios ("No tengais que ver con la idolatría"), Benedicto XVI recordó cómo "huir de los ídolos era seguir las enseñanzas de los profetas del Antiguo Testamento, que denunciaban la tendencia del espíritu humano a hacerse falsas representaciones de Dios".

En su definición original bíblica, subrayó el pontífice, "el ídolo es un señuelo, pues desvía a quien le sirve de la realidad para encadenarlo al reino de la apariencia".

"Ahora bien, ¿no es ésta una tentación propia de nuestra época, la única sobre la que podemos actuar de forma eficaz?", volvió a interrogarse Benedicto XVI, antes de apuntar que existe en el mundo moderno una "tentación de idolatrar un pasado que ya no existe, olvidando sus carencias, o un futuro que aún no existe, creyendo que el ser humano hará llegar con sus propias fuerzas el reino de la felicidad eterna sobre la tierra", y que incluso "la razón misma puede fabricar ídolos".

Ante la persistencia histórica de la tentación de la idolatría, vuelta a presentar bajo nuevas apariencias en el mundo moderno, el creyente -dijo el Papa- debe responder a través de la afirmación de su fe en el Dios único, y aceptar su Gracia a través del sacramento de la Eucaristía.

De aquí que Benedicto XVI lanzó un llamado a los jóvenes, para que se atrevan a reconocer y aceptar la vocación sacerdotal, diciéndoles: "¡No tengáis miedo! ¡No tengáis miedo de dar la vida a Cristo! Nada sustituirá jamás el ministerio de los sacerdotes en el corazón de la Iglesia.Nada suplirá una Misa por la salvación del mundo".

Luego de esta última cita pública en la Ciudad Luz, el Papa viajó a Lourdes, llegando alrededor de las 18.00 (las 16.00 GMT) a la que en un primer momento había sido la única etapa de su visita a Francia, a la que luego se le agregó París por invitación del presidente Nicolas Sarkozy.

Dejado pues su papel institucional, Benedicto XVI se volvió peregrino, y como los seis millones de peregrinos que cada año -ocho previstos para el 2008, ya que se cumplen 150 años de las apariciones de la Virgen- llegan a Lourdes, visitó ante todo los lugares en los que vivió Bernadette Soubirous, la niña ante la cual se manifestó la "Señora de la Luz".

Como ellos, el Papa fue a rezar al lugar donde Bernadette fue bautizada, visitó la gruta de Massabielle, donde bebió un vaso de agua de la fuente milagrosa y encendió una vela a la Virgen, fue hasta la humilde casa de los Soubirous y recitó el rosario mientras los coros entonaban el Ave María de Lourdes.

La jornada de Ratzinger como peregrino en Lourdes se cerró con una sugestiva procesión con antorchas que recorrió la noche de esta pequeña ciudad a los pies de los Pirineos, que se ha transformado en el santuario católico más visitado del mundo, después del Vaticano.

Mañana, el programa de la visita papal incluye una misa dedicada a Francia entera y un encuentro, con relativo discurso, con los responsables de la Conferencia Episcopal local

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