3 de junio 2021 - 00:00

La oposición israelí se unió en una histórica coalición anti-Netanyahu

La nueva sociedad, que todavía debe conseguir el respaldo de la Kneset, estará integrada por representantes de la ultrederecha, laboristas y hasta árabes. Los medios locales resaltaron que el único punto en común de estos partidos es su rivalidad al actual primer ministro.

ACUERDO. Una foto casera filtrada a los medios retrata el momento en el que el centrista Yair Lapid (izquierda), el líder de la derecha radical Naftali Bennett, y el dirigente del partido árabe Raam, Mansur Abas, sellan el acuerdo. 

ACUERDO. Una foto casera filtrada a los medios retrata el momento en el que el centrista Yair Lapid (izquierda), el líder de la derecha radical Naftali Bennett, y el dirigente del partido árabe Raam, Mansur Abas, sellan el acuerdo. 

Jerusalén - El líder centrista Yair Lapid anunció ayer que logró formar Gobierno en Israel, luego de semanas de frenéticas negociaciones para sellar una heterogénea y amplia coalición que va desde la derecha religiosa hasta un partido islamista palestino y que por primera vez en 12 años dejará afuera del poder al primer ministro Benjamin Netanyahu.

“El Gobierno hará todo lo que pueda para unir y unificar a todos los sectores de la sociedad israelí”, le dijo Lapid al presidente de Israel, Reuven Rivlin, al informarle que alcanzó el número de bancas necesario en el parlamento para asumir el poder, según informó el diario Haaretz.

La nueva coalición no solo es un duro revés para Netanyahu, quien negoció hasta último momento para intentar retener la conducción del Gobierno, sino que podría marcar la primera vez que una fuerza palestina israelí pase a formar parte del oficialismo en el país.

A apenas minutos de que venciera el plazo de la medianoche, Lapid le comunicó triunfante la noticia al presidente saliente del país y ahora tendrá siete días para demostrar en el parlamento que tiene los votos necesarios para asumir.

Los dos principales líderes de esta alianza, que además se rotarían en el rol de primer ministro durante el próximo mandato son Lapid y el referente del movimiento religioso nacionalista Yamina Naftali Bennett.

La variopinta coalición, según ya habían adelantado los medios, incluirá también a los ultranacionalistas Yisrael Beytenu de Avigdor Lieberman y Nueva Esperanza de Gideon Saar, el más moderado Azul y Blanco del actual ministro de Defensa Benny Gantz, el Laborismo y Meretz, dos fuerzas consideradas de centro-izquierda; y al partido islamista palestino Raam.

Todas estas fuerzas serán necesarias para que Lapid y Bennett consigan el apoyo de las 61 bancas del parlamento que Netanyahu y su partido Likud no pudieron obtener en los últimos años, pese a ganar la primera minoría en sucesivas elecciones.

Según Haaretz, los últimos en firmar el acuerdo para formar el próximo Gobierno fueron las fuerzas de Saar, del propio Bennett y el líder de Raam, Mansour Abas.

El diario Jerusalem Post, añadió que Abas, el último en firmar, sumó una condición a último momento: suspender las multas por construcciones que el Gobierno considera ilegales en Israel.

El diario sostuvo que Abas negoció hasta el final también en paralelo con Netanyahu y cuando éste le ofreció la suspensión, el líder islamista palestino le exigió lo mismo a Yapid y Bennett.

La gran incógnita ahora no solo es cómo esta posible coalición de Gobierno conciliará todas las condiciones e intereses en conflicto que tiene dentro, sino además cómo se distribuirán los ministerios del gabinete, un punto clave sin dudas del acuerdo.

Medios israelíes adelantaron que el acuerdo no solo incluirá una rotación en el cargo de primer ministro, sino también en otras carteras en donde no llegaron a una definición, por ejemplo, Justicia. Este ministerio estaría ocupado un tiempo por la número dos del partido religioso de Bennett, Ayelet Shaked, y otro por el líder del Laborismo, Merav Michaeli.

La coalición es tan heterogénea que discrepa en casi todos los temas, desde la relación con los palestinos, la reactivación económica o el lugar que ocupa la religión.

Su único punto en común es el deseo de echar a Netanyahu, quien llegó por primera vez al poder hace 25 años y gobernó de 1996 a 1999, antes de ser reelegido en 2009, desde cuando ejerce como primer ministro.

El premier está siendo juzgado por “corrupción” en tres casos, lo que lo convirtió en el primer jefe del Gobierno israelí que se enfrenta a cargos penales mientras ostenta el cargo y desató una ola de protestas que no pudo parar ni la pandemia.

Si el nuevo Gobierno es aprobado en el parlamento y Netanyahu deja el poder, pasará a ser un simple diputado y perderá su influencia para tratar de aprobar una ley que lo proteja de sus problemas legales, como abiertamente impulsó en el último año.

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