13 de mayo 2020 - 09:50

Coronavirus: se disparan las muertes en Nigeria y África teme lo peor

El foco en Kano, la ciudad más poblada del país africano con más habitantes, es indicador de la veloz propagación del coronavirus. Se suman problemas crónicos de pobreza y malos servicios sanitarios.

En Kano, Nigeria, se multiplicaron las muertes sin causas aparentes.

En Kano, Nigeria, se multiplicaron las muertes sin causas aparentes.

Foto: Reuters

El gran aumento del número de muertes en el norte de Nigeria hace temer una fuerte propagación del coronavirus en esta región, una de las más pobres del mundo, y la segunda más poblada en el país con mayor número de habitantes de África.

En el último mes, Kano, la ciudad más poblada del norte con casi 10 millones de habitantes, fue testigo de cientos de muertos, sobre todo de ancianos.

Al principio las autoridades lo atribuyeron a enfermedades como la diabetes, la hipertensión y el paludismo, pero los resultados de una misión oficial concluyeron que muchas estaban relacionadas con el coronavirus.

El martes el estado de Kano registraba oficialmente 666 infecciones y 32 muertes por la pandemia de Covid-19. Es el segundo foco más grande de Nigeria después de Lagos, en el sur.

El número de pruebas realizadas sobre coronavirus, especialmente en el norte, es insignificante. Además, en esta región esencialmente musulmana, las familias entierran a los difuntos unas horas después del fallecimiento, sin posibilidad de ser sometidos a una autopsia. Por lo tanto hay que conformarse con "autopsias verbales" preguntando qué síntomas tenían antes de morir.

Los focos de "muertes misteriosas" se multiplican en los estados vecinos: Jigawa, Yobe, y más recientemente en la ciudad de Azare, en el estado de Bauchi, a donde se envió un equipo de epidemiólogos después de la muerte de 110 personas, cuenta el jefe tradicional local, Mahmud Abdulahi.

Kano, la gran capital del norte, es el centro neurálgico de toda la franja saheliana de Nigeria, el país más poblado de África con 200 millones de habitantes.

En el norte, las tasas de pobreza extrema (1,25 dólares por día según el Banco Mundial) rondan el 90% de la población en algunos estados como Sokoto o Jigawa, según las últimas cifras oficiales.

El comercio entre los estados es muy activo y la población se relaciona mucho entre sí. "Cuando Kano estornuda, todo el Norte se resfría", resume el doctor Ibrahim Musa, un médico local.

Por otro lado, miles de niños sin techo fueron devueltos en camiones a sus aldeas al comienzo del confinamiento por el coronavirus en Nigeria, lo que hace temer que hayan propagado la enfermedad por todos los estados vecinos.

La llegada del coronavirus es un desafío adicional para los servicios de salud, que carecen de material y de personal.

"No podemos negar que la Covid-19 causa estragos en Kano y la región, pero las otras epidemias que precedieron a esta pandemia complican aún más las cosas", explicó a la agencia AFP el doctor Ibrahim Musa.

Esta época del año, de abril a junio, suele ser la más cálida, o sea la más propicia para la propagación de enfermedades presentes en la región, como el cólera, la fiebre tifoidea, la meningitis o el sarampión.

Los hospitales cerraron sus puertas a otros enfermos por temor a la propagación del coronavirus, y los trabajadores sanitarios, con pocos equipos de protección, no quieren atender a los pacientes.

Estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indicaron que entre 83.000 y 190.000 personas podrían morir en África si la pandemia de corornavirus no es controlada y hasta 44 millones podrían infectarse en el continente.

El domingo, Abdulahi Umar Ganduje, gobernador de Kano, pidió a los hospitales privados que admitan y traten a los pacientes que sufran otras enfermedades y les distribuyó barbijos y gel hidroalcohólico.

El estado de Kano sigue imponiendo medidas de confinamiento por coronavirus, pero en esta ciudad extremadamente pobre y densamente poblada, son imposibles de aplicar.

La vida continúa, casi con normalidad durante este período del Ramadán y los fieles prefieren ir a la mezquita a pesar de las prohibiciones. "No se dan cuenta del terremoto que se avecina", zanja el doctor Musa.

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