"Se ha derramado sangre ecuatoriana inútilmente"
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"Señores si quieren matar al presidente, aquí está, mátenlo si les da la gana, mátenlo si tienen poder, mátenlo si tienen valor en vez de estar en la muchedumbre cobardemente escondidos", exclamó Correa al realizar un gesto dramático: se aflojó la corbata y se desabotonó el cuello de la camisa.
Los sublevados atacaron al mandatario y a su comitiva a la salida del cuartel con gases lacrimógenos, y Correa tuvo que ser ingresado en camilla en un hospital policial aledaño, donde fue cercado por los policías.
Luego, policías rebeldes ocuparon el Parlamento y militares de la Fuerza Aérea bloquearon la pista del aeropuerto de Quito. El levantamiento fue tildado de "golpe de Estado" por Correa y provocó la movilización del resto de países latinoamericanos.
Poco después de la liberación del presidente, se inició en Buenos Aires una reunión de Unasur a la que asistieron la presidenta argentina Cristina Kirchner, el boliviano Evo Morales, el peruano Alan García y el uruguayo José Mujica.
Antes, la Organización de Estados Americanos (OEA) celebró un encuentro en Washington en el que el secretario general de la organización, José Miguel Insulza, calificó a la crisis ecuatoriana de "tentativa de golpe de Estado".
La ley de servicio público que originó el conflicto ya había provocado una crisis entre Correa y su bloque legislativo, que el miércoles rechazó algunos artículos de la iniciativa para reducir la nómina estatal.
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