7 de julio 2013 - 12:18

Murray le devolvió al tenis británico su lugar en la historia

Andy Murray.
Andy Murray.
Lágrimas por casi todos los rincones. En las miles de personas que festejan, en los ojos de mamá Judy. A punto de salir del otrora inexpresivo Ivan Lendl, multicampeón del tenis. Andy Murray también llora, porque rompió la historia nefasta de 77 años sin un campeón británico en Wimbledon.

Son miles de fanáticos los que poblaron el All England, la inmensa mayoría decorados con los colores británicos, y otros tantos con los de Escocia. Banderas, gorras, paraguas, caras pintadas. Todos festejan. Y una multitud salió corriendo rumbo al balcón principal del Centre Court para ver al campeón mostrando la copa.

Durante el recorrido triunfal, muchos empleados del club lo saludan a Murray, incluso policías y agentes de seguridad. Es un momento histórico, y él lo sabe, por eso no nunca deja de agarrarse la cabeza, incrédulo por lo que acaba de hacer.

En septiembre pasado, Murray derribó las críticas que lo acusaban de no ser un campeón de Grand Slam. Y ahora demostró que podía ganar en Wimbledon. Quizás por eso sus constantes gestos de impresión por el título.

No tardó mucho en subir a la tribuna para saludar a todo su equipo, familiares y amigos. Aunque casi se olvida de abrazarse con su madre, aquella que lo llevó a jugar al tenis. Claro, no todos los días se logra un triunfo tan histórico, y las revoluciones de la cabeza marcan números impensados.

¿Por qué ganó Murray 6-4, 7-5 y 6-4? Porque hizo un partido excelente desde lo estratégico, demoliendo poco a poco a Novak Djokovic, que acusó con creces su semifinal ante Juan Martín Del Potro.

Durante todo el partido le cambió constantemente el juego, pelotas con un efecto u otro, variando las alturas y los ángulos. Por eso el serbio no pudo explotar su tenis, potente y dominante, pero que requiere ritmo permanente.

Tal vez sea exagerado decir que Djokovic jugó mal. No pudo hacerlo todo lo bien que puede, pero ése es mérito de Murray. El escocés dejó de lado toda la historia previa, incluida la ultradefensiva final del Abierto de Australia, e hizo un partido perfecto.

Los números quedarán en la historia. Los 40 errores no forzados de "Nole" o los 36 winners del campeón no evalúan con claridad lo que fue la final, cargada de tensión desde el primer minuto de las poco más de tres horas que duró.

Bastó escuchar los gritos permanentes de los británicos con cada punto ganado de Murray. En la cancha, en los pasillos, en la colina contigua a la Cancha 1 donde miles de fanáticos se instalaron para ver en pantalla gigante el encuentro.

Con el último quiebre de Murray hubo un estallido generalizado, y luego del cuarto match point, el final, detonó la bomba que aguardó durante 77 años para explotar.

Incluso el primer ministro británico David Cameron, presente en el Royal Box del estadio, celebró con ansias. Toda Gran Bretaña se unió para festejar el título de quien dejó de ser el escocés para convertirse en el héroe del Reino Unido.

Lendl, que ganó 94 títulos y siempre aparecía con gestos lejanos a la emoción, también fue el que no conseguía campeonatos, y terminó siendo el segundo con más trofeos. Historia parecida a la de Murray. En septiembre, ya con el checo como entrenador, ganó su primer Grand Slam en EEUU. Y ahora consiguió el más grande de todos, en Londres. Ambos se emocionaron con la victoria.

Con todo eso lidió el número 2 del mundo, que ahora irá por el lugar más esperado. Djokovic, que quedó sumamente frustrado, mirando a la nada, sabiendo que pudo hacer poco, deberá luchar con todos sus recursos para no perder el primer lugar.

En las próximas horas, Murray va a ser el ícono en cuanto medio haya. Va a cubrir centímetros y horas, fotos y videos. Es el héroe nacional. No de Escocia, sino de Gran Bretaña. Porque después de 77 años le devolvió el lugar de la historia que tanto reclamaban en el país donde nació el tenis.

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