Mientras muchas marcas argentinas intentan expandirse al exterior, Martín Koenig decidió hacer el camino inverso. Fundador de Baires Grill, una cadena de restaurantes nacida en Miami que hoy cuenta con diez locales operativos en Estados Unidos, planea volver a Argentina por primera vez con un modelo de franquicias. En diálogo con Ámbito, confirma que está “en conversaciones avanzadas con un grupo gastronómico muy fuerte del país” para inaugurar el primer local antes de fin de año.
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De Miami a Buenos Aires: el empresario argentino que apuesta por abrir franquicias premium en el país
Martín Koenig, fundador de Baires Grill, consolidó una cadena de restaurantes en Estados Unidos y ahora proyecta su desembarco en Argentina. Negocia con un grupo local para abrir un local insignia antes de fin de año.
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Martín Koenig tiene una larga trayectoria en el mundo de los negocios.
“Ya tenemos cuatro locaciones preseleccionadas: Puerto Madero, Costanera, San Isidro y Nordelta. La idea es abrir un restaurante de primer nivel, grande, visible, que represente lo que es la marca. Si cerramos el acuerdo este mes, podríamos tenerlo operativo antes de diciembre”, asegura.
Baires Grill nació como marca en 1999, pero Koenig la adquirió en 2014, después de haber operado durante dos años un pequeño restaurante en Kendall para entender el negocio desde adentro. “No quería venir a vivir de rentas. Quería construir algo con más involucramiento. Y el restaurante tiene eso: si lo hacés bien, te puede dar una rentabilidad muy interesante, pero requiere estar encima todos los días”, dice.
Rentabilidad y oportunidad local
El modelo de negocio de Baires Grill creció con inversión directa y operación propia. Cada local demandó entre u$s3 y u$s5 millones y, hasta ahora, la empresa siempre mantuvo al menos el 50% de participación. El resto lo abre a inversores privados y, muchas veces, a empleados. “Muchos de nuestros socios son gerentes, chefs, proveedores. Compran dos o tres puntos del restaurante. Eso habla de confianza interna. Es algo que me enorgullece muchísimo”, cuenta Koenig.
Con una estructura aceitada, procesos estandarizados y un equipo propio para aperturas, el empresario considera que ahora sí está en condiciones de expandirse vía franquicias. “Me tomó diez años tener todo bien armado. No se puede franquiciar sin haber recorrido el camino antes. Hoy puedo decirle al franquiciado que tiene el 95% de los problemas resueltos”, afirma.
Respecto a los retornos, no duda: “Nuestros restaurantes tienen rentabilidades del 20% sobre facturación, y en algunos casos del 40% sobre el capital invertido. Claro que es un negocio de riesgo, pero cuando funciona, funciona muy bien”.
Ese modelo, asegura, puede adaptarse a la Argentina actual. “Hoy el país está operando con precios internacionales y costos argentinos. En ningún otro momento se dio una ventana así. Con u$s1,5 millón podés montar un restaurante de primer nivel que en Miami cuesta el doble. Por eso creemos que es el momento”, dice.
De la Selección al espíritu del asado
Baires Grill también encontró su lugar como referencia argentina en Estados Unidos. “Nuestros restaurantes no son solo parrillas: replican el espíritu del asado argentino, ese anfitrión que abre la puerta para agasajar. Queremos que nuestros locales sean lugares de encuentro, no solo de comida”, explica.
Esa identidad se potenció con un paso estratégico: firmar un acuerdo con la AFA para convertirse en el restaurante oficial de la Selección Argentina de Fútbol. “Fue un sueño hecho realidad. En el próximo Mundial vamos a tener fan zones, eventos especiales, exjugadores transmitiendo desde los locales, merchandising, presencia del plantel. En el Mundial pasado, la Selección cenó en nuestro restaurante de Fort Lauderdale antes de volar a Qatar. Seguramente el año próximo lo van a repetir”, revela.
Ese hito, dice, fue clave para multiplicar las consultas por franquicias. Además del proyecto argentino, Koenig negocia con un grupo en Nueva York y otro en Indianápolis, vinculado al equipo de IndyCar de Ricardo Juncos, para abrir más locales.
“Ya no trabajo por plata”
Koenig tiene 60 años, formación en economía, y el ritmo de un empresario que no afloja. Pero hoy, dice, su motor es otro. “Ya no lo hago por plata. Lo hago por pasión, por dejar algo armado. Este negocio me costó tiempo, me costó un divorcio, me costó perderme cosas de mis hijos. Pero hoy los tengo trabajando conmigo. Quiero dejarles un legado”, afirma.
Aunque recibió propuestas para vender, las descarta sin dudar: “No hay precio por el cual vendería mi empresa. Me siento un privilegiado de hacer algo que amo, con mi familia, en un negocio que construí desde cero”.
El plan a mediano plazo es abrir hasta 10 franquicias en los próximos cinco años, siempre que aparezcan los socios adecuados. “No quiero crecer por crecer. Si no encuentro el perfil que busco, me quedo con lo que tengo. Prefiero calidad antes que cantidad”.
A fin de cuentas, dice, una franquicia no es solo una marca: es experiencia acumulada. “La gente que invierte con nosotros no compra un logo, compra todo el conocimiento que te evita los errores más caros. Y eso, en un negocio como este, vale muchísimo más de lo que cuesta”.
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