18 de septiembre 2025 - 15:38

Del currículum a la conversación: por qué el futuro del empleo se define en cómo hablamos

Hablar bien nunca fue un lujo, ahora es una ventaja competitiva. Y quienes empiecen a entrenarlo, con o sin IA, van a estar un paso adelante en el futuro del trabajo.

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El currículum sigue siendo el primer filtro, nadie entra a un proceso sin él, pero lo que realmente define si alguien avanza o no, lo que genera confianza, es la conversación. Y ahí tenemos un problema: casi nadie se entrena para ese momento.

En la práctica, la mayoría de los candidatos llega a una entrevista con las manos vacías en lo más importante: su propia narrativa. Saben lo que hicieron, pero no saben contarlo; tienen logros, pero no encuentran las palabras para explicarlos sin sonar inseguros o dispersos; y en un mundo que se mueve rápido, donde un entrevistador tiene veinte minutos para decidir, esa falta de entrenamiento cuesta caro.

Lo interesante es que hablamos de una habilidad que sí se puede practicar. Igual que ensayamos para una presentación, podemos ensayar para explicar nuestro recorrido, para negociar un salario o para sostener una charla en inglés sin trabarnos. Pero como no hay un espacio seguro para hacerlo, el ensayo termina siendo la entrevista misma, es decir: practicamos en vivo, frente al reclutador, cuando ya es demasiado tarde.

El futuro del empleo no se define en quién tiene más títulos ni en quién acumuló más logos en su LinkedIn, se define en quién logra transmitir criterio, confianza y claridad cuando se sienta a conversar. Esa es la parte que hoy está rota en el mercado laboral: no se mide, no se entrena y, sin embargo, es la que más impacto tiene en el resultado.

La tecnología puede cambiar eso. Los avances en inteligencia artificial permiten crear simulaciones realistas donde la gente practique hasta ganar fluidez, no para reemplazar el cara a cara, sino para llegar a ese cara a cara mejor preparado. Democratizar ese acceso es clave: porque no todos pueden pagar un coach o un curso intensivo, pero sí pueden practicar en un entorno accesible y sin riesgos.

El empleo está cambiando a una velocidad que los sistemas tradicionales de selección no terminan de acompañar, por eso seguimos viendo procesos donde se piden diez pasos para terminar decidiendo con base en una charla de veinte minutos, y esa contradicción deja afuera a mucha gente talentosa simplemente porque no tuvo la oportunidad de entrenarse antes.

Si de verdad queremos hablar de meritocracia, tenemos que entender que no alcanza con evaluar diplomas o sumar entrevistas estandarizadas; la conversación debería ser un espacio donde las personas puedan mostrar cómo piensan, cómo resuelven problemas, cómo se comunican bajo presión, y eso solo aparece cuando la práctica deja de ser un privilegio y se convierte en una herramienta disponible para cualquiera.

Estamos entrando en una etapa distinta: la que pone a la conversación en el centro del futuro del empleo, no como un reemplazo de lo técnico ni de lo académico, sino como el puente que conecta lo que sabemos con la forma en que lo transmitimos. Y cuanto más pronto entendamos que entrenar esa capacidad es tan estratégico como aprender un lenguaje de programación o dominar un software, más rápido vamos a cerrar la brecha entre talento disponible y oportunidades reales.

Hablar bien nunca fue un lujo, ahora es una ventaja competitiva. Y quienes empiecen a entrenarlo, con o sin IA, van a estar un paso adelante en el futuro del trabajo.

Co-founder & CEO de Alkemy

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