A lo largo de 2025, las empresas argentinas atravesaron un escenario macroeconómico desafiante que combinó una caída del consumo, dificultades de acceso al financiamiento, aceleración inflacionaria en varios tramos del año y un marcado incremento en los costos operativos.
Revelan que casi todas las empresas argentinas perdieron rentabilidad este año por el contexto macro
Un informe de la calificadora Fix detalló el impacto que sufrieron las compañías, tanto las de mayor calificación como las de notas más bajas.
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FixScr, afiliada de Fitch Ratings, analizó el panorama corporativo argentino en 2025.
Esto tuvo un impacto directo sobre las operaciones de las compañías: en el mejor de los casos todas sufrieron pérdida de rentabilidad, aunque las más comprometidas quedaron expuestas a una mayor dependencia de la deuda y una menor resiliencia frente a shocks macroeconómicos.
Así lo revela un informe especial de la calificadora FIX sobre estadísticas comparativas de finanzas corporativas actualizado a noviembre de 2025. El trabajo ilustra con detalle cómo ese contexto impactó en la salud crediticia y en los resultados financieros de un conjunto amplio de compañías de distintos sectores.
En ese mapa general, la fragilidad de la liquidez se convirtió en el elemento determinante de la performance corporativa.
Además el estudio muestra que, en el universo de empresas evaluadas, las bajas de calificación superaron a las subas, una señal que refleja el deterioro de las condiciones para operar. Y sobre todo, la presión provocada por la deuda de corto plazo en un año donde las tasas reales se mantuvieron volátiles y las líneas de financiamiento externas fueron escasas.
El informe destaca que 80 compañías, equivalentes al 89% de la cartera analizada, conservan grado de inversión, mientras que otras 9 se ubican por debajo de ese umbral. De todos modos, aun dentro del segmento de mayor solidez relativa, las tensiones fueron visibles.
La información de FIX muestra que las diferencias entre categorías como AAA(arg), AA(arg), A(arg) o BBB(arg) se acentuaron en función del entorno operativo y del acceso a capital de trabajo disponible.
Las firmas con mejores calificaciones mantuvieron márgenes positivos y niveles de cobertura de intereses razonables, pero no lograron evitar la caída en rentabilidad y el deterioro en algunos indicadores de flujo de caja, al tiempo que las empresas con notas más bajas enfrentaron márgenes erosionados e incluso negativos.
Uno de los aspectos más relevantes del análisis es la evolución de los indicadores de apalancamiento y cobertura. La mediana de cobertura de intereses para la categoría AAA(arg) se ubicó en 8,2 veces, lo que implica que, pese a las dificultades del entorno, estas empresas aún generaron suficiente flujo operativo para atender sus compromisos financieros.
En contraste, para la categoría BBB(arg) ese indicador cayó a 1,8 veces, un nivel que expone una situación mucho más ajustada y sugiere que cualquier alteración adversa, como un aumento en costos energéticos o una caída adicional en ventas, puede comprometer la capacidad de pago.
La misma lógica se observa en el apalancamiento: mientras las firmas AAA(arg) tuvieron una mediana de 1,2 veces, entre las BBB(arg) trepó a 2,0, un valor que marca una mayor dependencia de la deuda y menor resiliencia frente a shocks macroeconómicos.
El 2025 también dejó en evidencia un retroceso generalizado en la rentabilidad. FIX destaca que la mediana de retorno para la categoría AAA(arg) fue del 2,1% en 2022, pero se hundió a -16,8% en 2025.
Ese viraje no solo refleja la contracción macro, sino el impacto de la suba de costos logísticos, la presión tarifaria en algunos segmentos y la pérdida de competitividad en mercados externos.
En términos globales, el reporte deja en claro que la mayoría de las empresas argentinas debió atravesar un año de tensiones financieras significativas. Incluso aquellas con mayor solidez, ubicadas en las categorías de calificación más altas, registraron caídas en rentabilidad, reducción en márgenes y flujos de fondos libres negativos.
De todos modos aclara que la estructura crediticia general se mantuvo relativamente estable, con un 89% de la cartera conservando grado de inversión.
Respecto de las expectativas para lo que resta del año y el próximo, Cecilia Minguillón, responsable de Finanzas Corporativas de Fix SCR, comentó: “El escenario macroeconómico de 2025 resultó muy complejo para las compañías que tenían montos significativos de deuda corto plazo. El aumento de la tasa de interés junto con una restricción del crédito afectó a aquellas compañías que presentaban niveles de liquidez más ajustados. Con inflación y tasas en descenso, se espera un aumento en la intensidad de las inversiones, fundamentalmente energía y minería”.
El panorama entre las empresas
El informe detalla ejemplos de empresas industriales como Aluar y Arcor, que registraron márgenes negativos en sus flujos de fondos libres, lo que da cuenta de que incluso grandes jugadores con niveles robustos de ventas no pudieron escapar a la combinación de caída de volúmenes y aumento de costos dolarizados.
Aluar, calificada con la nota más alta AAA(arg), registró ingresos por $1.528.787 millones y un EBITDA de $167.779 millones, aunque su flujo de fondos libre terminó en terreno fuertemente negativo, con -$391.119 millones.
Ese dato es clave porque el flujo de fondos libre mide la capacidad de una empresa de generar efectivo después de inversiones y necesidades operativas básicas.
En un año donde los precios internacionales del aluminio no acompañaron y los costos energéticos se mantuvieron elevados, Aluar se encontró enfrentando un desbalance entre su generación interna y las erogaciones necesarias para sostener su actividad.
Aun así, su calificación AAA(arg) refleja que su estructura de capital continúa siendo manejable y que dispone de herramientas de fondeo que la mantienen dentro de la categoría de riesgo mínimo relativo.
Un cuadro similar se observa en Arcor, otra empresa con calificación AAA(arg). La compañía alimenticia alcanzó ingresos por $4.297.042 millones y un EBITDA de $338.941 millones, junto con un resultado neto positivo de $158.162 millones.
Sin embargo, el flujo de fondos libre volvió a ser negativo, con -$165.736 millones, una señal del esfuerzo financiero que significaron las inversiones y la recomposición de capital de trabajo en un escenario donde las cadenas de abastecimiento sufrieron disrupciones, los costos de materias primas tuvieron picos y la demanda interna fue irregular.
Aun con indicadores operativos relativamente estables, las condiciones externas le impusieron una presión que terminó reflejándose en la caja disponible.
En el sector energético, el informe incluye a Pampa Energía S.A. que también forma parte del grupo AAA(arg). Sus ingresos alcanzaron $1.957.997 millones con un EBITDA de $683.618 millones. La empresa logró un resultado neto muy sólido, de $472.014 millones, pero tampoco evitó registrar un flujo de fondos libre negativo de -$385.217 millones.
La compañía se encuentra en un segmento donde la volatilidad del tipo de cambio, la incertidumbre regulatoria y los costos de mantenimiento de infraestructura se combinan para generar tensiones permanentes sobre los flujos.
La nota AAA(arg) refleja su posición de liderazgo, diversificación y baja exposición relativa al riesgo crediticio, pero el informe subraya que incluso los actores más fuertes afrontaron un ejercicio de enorme complejidad.
Entre las empresas de mayor envergadura, YPF S.A. continúa siendo uno de los casos más sensibles al clima macroeconómico. Con ingresos por $20.186.753 millones y un EBITDA que llegó a $4.794.247 millones, la petrolera estatal terminó el año con un resultado neto positivo de $1.168.505 millones.
Pese a ello, su flujo de fondos libre fue negativo en -$1.292.292 millones, un número que sintetiza la magnitud de las inversiones necesarias para mantener la producción, financiar proyectos estratégicos en Vaca Muerta y sostener su estructura operativa en un contexto de fuertes variaciones del precio internacional del crudo y demandas crecientes de capital.
La empresa conserva calificación AAA(arg) y perspectiva estable, lo que indica que su condición crediticia de largo plazo no está comprometida, pero el informe deja claro que la fragilidad del contexto obliga a un manejo prudente de sus compromisos.
Por fuera del grupo AAA(arg) también se observan dinámicas diversas según los sectores. Las empresas con calificaciones AA(arg), como Telecom Argentina o Central Puerto, mantienen perspectivas estables o positivas, lo que sugiere que sus métricas financieras continúan siendo consistentes con los niveles de riesgo asumidos.
Telecom, por ejemplo, es una de las compañías que debió convivir con tarifas ajustadas por debajo de la inflación durante varios tramos del año, lo que afectó su capacidad de trasladar costos. Aun así, su calificación alta se explica por su escala, la estabilidad de sus flujos y la expectativa de que la recomposición tarifaria gradual y el crecimiento del tráfico digital mejoren su rentabilidad futura.
Central Puerto, por su parte, se mueve dentro de un segmento fuertemente regulado, pero sus contratos de largo plazo y la solidez de su estructura financiera le permiten sostener una perspectiva favorable incluso en un entorno desafiante.
En la categoría A(arg), empresas como Compañía General de Combustibles o Edenor mantienen perspectivas estables. Edenor continúa enfrentando el problema estructural del rezago tarifario y el aumento de costos de operación y mantenimiento, pero las modificaciones regulatorias progresivas y la recomposición parcial de ingresos permiten que la empresa estabilice algunos indicadores.
CGC, en tanto, se beneficia de su participación en proyectos vinculados al gas natural y su exposición relativamente menor a segmentos más volátiles, aunque la caída en márgenes y las tensiones de liquidez son elementos que FIX monitorea de cerca, informó la calificadora.
En el extremo inferior aparecen compañías calificadas en D(arg), entre ellas Agrofina y Celulosa Argentina, que se encuentran en situación de incumplimiento de obligaciones o en procesos de reestructuración.
En estos casos, el deterioro macroeconómico de los últimos años profundizó debilidades preexistentes, vinculadas a modelos de negocios con limitada generación de caja, altos requerimientos de inversión y fuerte dependencia del crédito.
La calificación D(arg) implica que la perspectiva no es aplicable porque el foco ya no está en la proyección futura del desempeño, sino en la resolución de los compromisos financieros impagos.
El informe de FIX también dedica un apartado al análisis cualitativo de los riesgos y estrategias corporativas. Allí se señala que la sostenibilidad de las métricas crediticias debe observarse en un horizonte de varios años, porque las empresas enfrentan ciclos que combinan momentos de expansión con etapas de ajuste.
Sin embargo, la particularidad de 2025 fue que la simultaneidad de shocks -inflación alta, consumo retraído, costos dolarizados y dificultades de financiamiento- limitó la capacidad de reacción de muchas firmas y obligó a revisar prioridades operativas, con especial énfasis en el control del gasto y la administración del capital de trabajo, concluye el informe.
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