En los últimos días se han multiplicado las opiniones negativas respecto del aumento de los precios de los commodities y sus efectos sobre la economía argentina. El foco de estas críticas y advertencias está relacionado con los efectos inflacionarios de estos incrementos, en un escenario de una por sí elevada inflación (aunque ella no exista para el gobierno). Si bien no puede negarse la presión sobre los precios que implica aquel aumento (el mantenimiento de un tipo de cambio cuasi fijo hace que el traspaso resulte casi instantáneo), no se pueden dejar de lado los efectos positivos que tales precios tienen sobre la economía argentina.
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En primer lugar, adjudicar totalmente la culpa de la aceleración inflacionaria al «viento de cola» externo en materia de precios de exportaciones es un argumento demasiado simplista. En una economía siempre cerca del límite de su capacidad de producción, y con una política económica que es expansiva (a través del crecimiento del gasto público a tasas que superan ampliamente el crecimiento de los recursos fiscales, y una política monetaria acomodaticia), este argumento se diluye rápidamente. Pero, más importante aún, la recuperación de la economía argentina poscrisis no hubiera sido posible sin este «salto» en los precios internacionales de commodities. Y tampoco podría sostenerse un escenario con superávit gemelos en un marco de franca expansión de la economía y del gasto público.
Por el lado fiscal, el superávit del Sector Público Nacional, sin considerar la recaudación por retenciones, alcanzaría en 2007 a sólo 0,7% del PBI (contra 3,3% con el que cerraría el año). Algo similar ocurre por el lado de la solidez externa. Mientras que la balanza comercial arroja un resultado positivo de u$s 11.259 millones en el acumulado de cuatro trimestres (al segundo trimestre de 2007 a precios corrientes de exportaciones e importaciones), este superávit se reduce a sólo u$s 1.148 millones si mantenemos constantes los precios a niveles del primer trimestre de 2002. Es decir, la sorprendente e inédita solidez externa y fiscal que muestra la economía argentina tiene una fuerte dependencia del favorable contexto externo. Más precisamente, los precios de los commodities de exportación. Aun con el efecto negativo que esta variable podría tener sobre la inflación, resulta deseable que este contexto se mantenga en el corto y mediano plazo. La existencia de estos precios de los commodities es una condición necesaria (aunque, obviamente, no suficiente) para poder llevar adelante los cambios que necesita la actual mezcla de políticas económicas. Aun cuando dudemos que tales correcciones se materialicen, el margen de maniobra para hacerlas sería nulo bajo un contexto internacional desfavorable en materia de precios de commodities.
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