Panorama de la oferta electoral: la hipótesis "diteliana" toma forma

Todo parece indicar que se perfila un sistema de 5 alternativas electorales con dos espacios mayores.

Salvo alguna minoría muy particular, todos tendrán sus opciones electorales.
Salvo alguna minoría muy particular, todos tendrán sus opciones electorales.
NA

Hace un mes, poco más o poco menos, la incertidumbre sobre las candidaturas y el proceso electoral era elevado. No se sabía si Cristina se presentaría o no, si se activaría el “plan V” en Cambiemos, y si la ancha avenida del medio se constituiría finalmente o no. Los indecisos oscilaban el 30%, más un 15% que prefería no responder en las encuestas (Datos de la Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública #ESPOP, de la Universidad de San Andrés de Mayo 8-16). La polarización parecía inminente, los espacios políticos más estructurados políticamente, el kirchnerismo y Cambiemos, parecían refugiarse en sus núcleos duros. Surgía así la posibilidad de la emergencia de una alternativa en medio de ambos núcleos. Allí vertían los peronistas no kirchneristas bajo el sello de Alternativa Federal, articulándose como una liga de los gobernadores peronistas, el ex ministro de economía, Roberto Lavagna, y él es candidato a presiente, Sergio Massa. También se sumaban a ese espacio los radicales disidentes con el rumbo del gobierno y los sectores progresistas como el socialismo y el GEN. A ello se le agregó el rimbombante triunfo de Juan Schiaretti en Córdoba. La elección iba a ser entre tres, un escenario inusual.

Los Fernández. El 18 de mayo movió Cristina anunciando la candidatura a presidente de Alberto Fernández, con ella de compañera de fórmula. Este movimiento tuvo dos efectos inmediatos: los Fernández pasaron a tener el control de la agenda y afectaron los cálculos de las estrategias de los demás. El primer efecto lo sufrió Aternativa Federal: rápidamente una decena de gobernadores se alinearon con los Fernández y amenazaron con producir una reacción en cadena de realineamientos. El stress generó una serie de idas y vueltas que desperfiló al espacio. Incluso sus principales dirigentes daban señales de acercamiento a los Fernández ( Sergio Massa), por un lado, y al gobierno de Mauricio Macri (Juan Manuel Urtubey), por el otro. La fuerza magnética de las formaciones más grandes disolvía al espacio. De manera indirecta, esta situación, dejó a sus potenciales socios (los radicales disidentes) sin red de contención para una salida de Cambiemos. Así fue que en la convención radical se ratificó la alianza con el PRO, solicitando una ampliación de la alianza a otros sectores. Los Fernández consolidaban el espacio político del centro hacia el centro-izquierda y dejaban a Cambiemos y a Alternativa Federal la disputa por el del centro derecha.

La respuesta Pichetto. El 11 de junio respondió Macri, anunciando como compañero de fórmula al senador Miguel Ángel Pichetto. Unos días antes, el senador había enviado señales un tanto claras, vistas con el diario del día después: había diagnosticado la implosión obvia de Altetrnativa Federal y se había definido claramente, frente a un eventual balojate entre Macri y Cristina, a favor del primero. La nominación de Pichetto pretendió darle una alternativa al votante peronista refractario a la presencia de CFK en la boleta, lo que implicaría competir directamente con las pretensiones originales de Alternativa Federal y Lavagna. Así las cosas, la nominación de Pichetto produjo, en cierto modo, el mismo efecto que la de Alberto Fernández, pero esta vez desde el lateral derecho.

La angosta avenida del medio. Las definiciones de fórmula, dejaron a Lavagna y a Urtubey con una sola opción: juntar sus fuerzas o ser extinguidos electoralmente en agosto. Optaron por la decisión estratégica en el sendero de equilibrio. La fórmula Lavagna-Urtubey, bajo la etiqueta “Consenso 2030”, con un espacio de competencia reducido, también produciría un impacto: la neutralización de la candidatura a vicepresidente de Pichetto. En este sentido, el afectado sería el oficialismo. La magnitud del efecto la podremos contrastar en el transcurso de la campaña. Alguna esperanza, aunque parezca mínima, le queda a la ex Avenida del Medio.

Así las cosas, todo parece indicar que se perfila un sistema de 5 alternativas electorales. Dos espacios mayores: Unidad Ciudadana-Partido Justicialista-Frente Renovador en el “Frente de Tod@s” (Los Fernández en PASO con Massa) y el nuevo sello “Juntos por el Cambio” (Macri-Pichetto). Y tres espacios menores: En la Izquierda, la presencia del “Frente de Izquierda y Trabajadores Unidad” postulando la formula Del Caño – Del Pla; en el centro “Consenso Federal 2030” de Lavagna-Urtubey; y, a la derecha de Macri-Pichetto, el “Frente Despertar” de José Luis Espert.

Las otras opciones. Analicemos estas tres opciones. La candidatura de Del Caño fideliza el voto por izquierda (haciendo algunas estimaciones burdas aproximadamente el 5%), algo que no está en disputa por los Fernández. Desde esa posición hacia el centro, es ocupado por los Fernández. En el centro, angostado al menos hipotéticamente, harán su posicionamiento Lavagna-Urtubey, tratando de apelar al voto peronista no kirchnerista que aún tenga dudas con los Fernández y ofreciéndose a la vez como una opción ante los desencantados moderados con Cambiemos. Del centro derecha hacia la derecha, “Juntos por el Cambio” intentará fidelizar a su electorado y, con la presencia de Pichetto, evitar que sus decepcionados emigren a Lavagna-Urtubey. Resta saber si el núcleo antiperonista de Cambiemos procesa esta decisión y no emigra marginalmente hacia las posiciones libertarias de José Luis Espert, probablemente el inmediato beneficiario y potencial receptor del descontento por derecha del actual gobierno.

Ya todos los politólogos lo han advertido (y personalmente lo demostré empíricamente en un paper publicado en la revista de la SAAP Vol. 12, Nº 1, mayo 2018, pp. 99-130), la hipótesis “diteliana” parece estar cobrando forma, de algún modo. Un sistema de partidos con dos fuerzas grandes ubicados en el centro izquierda y en el centroderecha, a las que se le suman en las intersecciones tres fuerzas más pequeñas. Salvo alguna minoría muy particular, todes tendrán sus opciones electorales. El resultado sigue siendo indeterminado, incierto ex ante, una condición de la democracia. Resta saber si la disputa se resuelve en primera o en segunda vuelta, lo cierto es que el espacio político de competencia que contiene la oferta electoral pareciera poder encontrar dinámicamente su formato.

(*) Politólogo, CONICET-UdeSA

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