20 de mayo 2020 - 12:57

La pandemia visibilizó las desigualdades existentes en nuestras sociedades

La crisis por el coronavirus expuso la deuda histórica de América Latina en la superación de las desigualdades sociales y de género.

La pandemia de coronavirus expuso la deuda de los gobiernos de la región en la lucha contra la pobreza.

La pandemia de coronavirus expuso la deuda de los gobiernos de la región en la lucha contra la pobreza.

Imagen: Télam

La pandemia global provocada por el Covid-19 puso en el centro de la escena las distintas realidades sociales que se viven en el mundo, poniendo el foco en las desigualdades y la creciente vulneración de los Derechos Humanos.

América Latina es el continente más desigual del mundo: así como hay ricos muy ricos, hay población que carece de derechos básicos, como es el acceso a la salud o a una vivienda digna e inclusive al agua potable. Esta situación es una deuda histórica de los Estados y el coronavirus volvió a poner en evidencia la pésima gestión de los gobiernos neoliberales.

En los barrios vulnerables esta situación se hace más evidente, donde las carencias son mayores y lamentablemente así lo demuestran las cifras de contagios. Hasta el momento suman un total de 1.410 los casos positivos en los barrios más pobres de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, paradójicamente la ciudad más rica de nuestro país.

Hasta el momento la única vacuna contra el coronavirus es el aislamiento social. Si no circulamos nosotros, el virus no circula. Sin embargo, sabemos que el contagio avanza a pasos agigantados cuando se rompe el distanciamiento físico y en los asentamientos ese distanciamiento es más difícil de sostener. Las condiciones ambientales y habitacionales, principalmente el hacinamiento, dentro de los barrios dificultan el aislamiento social obligatorio, donde (en todo caso) funciona una especie de “cuarentena comunitaria”.

A esta situación se refirió Paulo Buss, director de la unidad de relaciones internacionales de Fiocruz, un centro de investigación en salud pública de Brasil, cuando ironizó: "La enfermedad fue traída por los ricos, pero va a explotar entre los pobres”.

La informalidad, que representa más del 50% de la población trabajadora, profundiza la emergencia. Permanecer en casa significa para muchos perder el empleo y sin ingresos no se puede comer. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) más de 1100 millones de trabajadores de la economía informal viven y trabajan en países en situaciones de confinamiento total en América Latina y el Caribe. Antes de la pandemia eran más de 140 millones de trabajadores y trabajadoras en la informalidad, representando el 53% de la población trabajadora en el continente, es decir, más de la mitad. Este también es un sector vulnerable al que se debe atender.

El impacto de la crisis sobre la economía informal es más alto para las mujeres. En el mundo, 42% de las mujeres son consideradas el sector de mayor riesgo en comparación a un 32% para los varones. Esos 10 puntos porcentuales de diferencia se mantienen constantes en países de ingresos medios-altos; medios-bajos y de ingresos bajos. Las mujeres estamos más que representadas en los espacios de vulnerabilidad.

Otro dato que cabe resaltar es la importancia de los trabajos asociados al cuidado en la prolongación de la vida: la sanidad, la docencia y el trabajo doméstico. El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) plantea que el 62% son mujeres insertadas laboralmente en profesiones relativas al cuidado, mientras que solo un 6% son hombres.

Según un informe del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), el 70% de la fuerza laboral en el sector de la salud son mujeres. No obstante, ganan menos que los hombres y siguen excluidas de los puestos de liderazgo. Recientemente la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) calificó las tareas de la salud y el cuidado como “esenciales” para el mantenimiento de la vida. Con la pandemia aumentaron también las tareas del cuidado dentro de casa y son las mujeres las que sostienen estas tareas sin ser reconocidas. Es fundamental en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria que se reconozcan a las tareas del hogar como un trabajo de igual importancia, que debiera de ser remunerado y compartido con el resto de los integrantes del núcleo familiar.

El CEPA también da cuenta que el 27% de los hogares argentinos con niños y niñas menores de edad son monoparentales y de estos, el 83% tiene como jefa de hogar a las mujeres. Distribuir equitativamente las tareas de la casa y el cuidado de los hijos e hijas es parte de un cambio cultural, pero también es parte de una cuarentena con derechos.

Argentina es el país de América Latina que más medidas y acciones ha tomado para enfrentar la pandemia en relación a la cuestión de género. De esto da cuenta un estudio realizado por la CEPAL conjuntamente con ONU Mujeres y la Oficina para el Desarrollo en América Latina: de las 12 medidas impulsadas por el Gobierno Nacional 5 se dirigen específicamente a la economía del cuidado, 3 para la generación de empleos e ingresos, 1 vinculada a la violencia de género contra las mujeres, 1 en torno a la participación de las mujeres en la era digital, 1 referida a beneficios y medidas de protección social; entre otras. Detrás de Argentina viene Colombia con 6 medidas adoptadas: referidas a la economía del cuidado, violencia de género, entre otras. En tanto, México adoptó una medida vinculada a la violencia de género y una a la generación de empleo e ingresos; mientras que Brasil, Chile y Ecuador han adoptado una medida exclusivamente vinculada a la violencia contra la mujer por cuestiones de género.

Sin dudas el coronavirus visibilizó las desigualdades que ya existían en las sociedades, constituyendo la cuestión de género una de las facetas más críticas de ellas. El trabajo de cuidados, la autonomía económica y las violencias, son algunas de las áreas de preocupación que deben ser parte de una respuesta efectiva ante la crisis sanitaria que atraviesa el mundo. La pandemia abre el debate para repensar el rol del Estado y la fragilidad del sistema pone en agenda la necesidad de la implementación de políticas públicas vinculadas a la ampliación de programas de protección social. Construir de una sociedad más justa e igualitaria es una tarea que va a requerir repensar muchas estructuras hasta aquí aceptadas.

* Directora del Observatorio Electoral de la Conferencia Permanente de América Latina y el Caribe (COPPPAL), Directora Ejecutiva de Política Institucional de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires y Profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador.

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