26 de noviembre 2019 - 00:00

Por qué en los países vecinos convulsionados hay estabilidad económica y en Argentina no

La inestabilidad política en Chile y Bolivia parece no trasladarse al escenario económico. Por qué el caso argentino es distinto al del resto de la región.

Las movilizaciones sociales se multiplicaron en América Latina durante las últimas semanas.

Las movilizaciones sociales se multiplicaron en América Latina durante las últimas semanas.

Noticias Argentinas

Varios países sudamericanos están convulsionados: hay revueltas ciudadanas en Bolivia y Chile, y en Brasil la situación también es delicada. En definitiva, si bien en estos países se están viviendo frecuentes disturbios políticos y civiles, y nadie puede negar la inestabilidad que reina en estas naciones por distintos motivos, lo interesante es que en todos los casos el impacto de esos hitos en el valor del dólar ha sido mínimo, algo que de ninguna manera ocurre en Argentina.

En Bolivia, por ejemplo, el tipo de cambio de un dólar estadounidense a 6,96 bolivianos se mantiene invariable desde hace siete años, mientras que en Chile la devaluación en lo que va del año ronda el 9%. Brasil, que está en un periodo de tensión por la personalidad del presidente Jair Bolsonaro y la liberación del ex presidente Lula Da Silva, tuvo por estos días la máxima caída de su moneda en los últimos 25 años. De todos modos, en los niveles que maneja la economía brasileña la paridad entre la divisa norteamericana y el real acumula un alza de 8%. Mientras tanto, en Argentina, estamos con un dólar “encorsetado”, que de todos modos podría derivar en una devaluación que oscilará del 20% a 50% en 2020. En lo que va de 2019, el dólar se apreció un 62%.

Esta comparación entre Bolivia, Brasil, Chile y Argentina nos demuestra claramente que la fragilidad del peso argentino depende exclusivamente de nosotros mismos. De hecho, la experiencia de los países vecinos nos indica que la inestabilidad política no es suficiente para alterar el valor de la moneda local siempre y cuando haya una macroeconomía que se mantiene estable a través del paso de los años, con una moneda local que funciona y es confiable, y en donde existen cuentas públicas equilibradas.

Todo este panorama sudamericano nos deja como enseñanza que los argentinos ante las fluctuaciones en la variación del dólar solemos buscar excusas vinculadas a temas políticos, cuestiones internacionales o relacionadas con variaciones en términos de intercambio. Sin embargo, es hora de darnos cuenta que el impacto en el valor de la moneda podría verse reducido en la medida en que el país se mueva en un entorno de estabilidad (algo que nosotros no tenemos desde hace 70 años), previsibilidad macroeconómica, confianza en la moneda, inflación controlada, política continuada de gobierno en gobierno, cuentas equilibradas y equilibrio fiscal.

Sin dudas, la gran volatilidad del peso argentino es un 99% auto infringido por varias décadas en las cuales bastardeamos nuestra moneda mediante el financiamiento con deuda, el financiamiento con emisión y la falta de responsabilidad de llevar al país de forma ordenada desde lo económico.

Tomar conciencia de este fenómeno es interesante, porque podríamos estar ante el primer paso para tomar medidas que tiendan a lograr una moneda estable y cada vez más fuerte.

Dejá tu comentario

Te puede interesar