1 de julio 2024 - 21:18

Brasil y Argentina: peligrosa deriva de una relación fundamental

Un viejo refrán propio del cinismo político reza "elige tus enemigos y no dejes que ellos te elijan", dicho de otra manera, cuando una nación decide iniciar un curso de conflicto con otras, los motivos tienen que ser muy fuertes y deben incluir la propia subsistencia independiente de la nación.

Lula da Silva y Javier Milei.

Lula da Silva y Javier Milei.

La República Argentina y la República Federativa del Brasil tienen una larga historia de relaciones en común, con más de un siglo y medio sin conflictos fundamentales, y con cambios y persistencias en las concepciones que cada uno de estos países tenía del otro.

Un hito fundamental en la diferencia entre esas perspectivas, puede encontrarse en las en las distintas decisiones tomadas por ambos países en la Segunda Guerra Mundial: "Brasil fue el único país de Sudamérica en enviar tropas para la causa aliada. Su participación ayudó a sentar las bases de una próspera y duradera relación, así como también de un frente unido contra las recíprocas amenazas que acechan a nuestra región". No fue una participación simbólica, fue un cuerpo expedicionario completo, 1a División de la Fuerza Expedicionaria Brasileña compuesto por más de 25,000 y un componente de la fuerza de la brasileña con la 1.ª Esquadrilha de Ligação e Observação (1.er E.L.O). y el 1.er Grupo de Aviação de Caça (1.er GAvCa).

Ambos elementos tuvieron una participación decisiva en el desarrollo del conflicto bélico en el frente italiano cerca de la llamada línea gótica. Y esto en particular ha sido relevante en la percepción internacional de ambos países y en la percepción propia de un país respecto del otro cuando se recuerda que 1943 la República Argentina tenía algún tipo de conversaciones en las cuales "en un encuentro realizado en la Casa de Gobierno, el 28 de junio de 1943, Ramírez le propuso al agente nazi una alianza para abrir un nuevo frente en la guerra mundial lanzando un ataque a Brasil en una supuesta alianza con Chile y Paraguay. El general Ramírez estaba acompañado por el teniente coronel González (rival de Juan Perón dentro del GOU), jefe de la Cancillería presidencial; Capitán Filippi, ayudante y yerno de Ramírez y el Mayor Bernard, secretario privado del ministro de Guerra". No se trataba de un alineamiento argentino con el régimen alemán, sino de explorar caminos para operar políticamente, cuando en realidad había una percepción compleja y equivoca de nuestro gran vecino del norte.

Además de las actitudes estrictamente político internacionales, los fenómenos comparados entre los países, también han creado un amplio ámbito de recelo, de competencia simbólica entre si, y en esto es relevante la transformación económica del Brasil "Un análisis detallado de la historia de estos países nos permite encontrar en las décadas del ´60 y del ´70 un periodo caracterizado por un fuerte crecimiento de Brasil muy por encima de la Argentina. Los gobiernos militares brasileños volvieron a rescatar el interés nacional como fundamento de su política exterior, que se orientó en torno a los ejes que habían impulsado los presidentes civiles anteriores, lo que ayudó a producir un notable crecimiento económico. Este boom de la economía brasileña, calificado como "milagro económico", aceleró la evolución del parque industrial del Brasil que pasó a exportar buena parte de su producción, capitales y servicios a América Latina, y se empeñó por abrir mercados en Asia y África, al mismo tiempo que continuaba exportando materias primas a los EE.UU., Europa y Japón".

Un caso de análisis impresionante es el desarrollo desigual de ambos países es la comparación de las industrias aeronáuticas brasileña y argentina. Entre los años 1945 y 1963 la industria aeronáutica argentina fue pionera en América Latina, es la cantidad de prototipos y en los avances tecnológicos que fue introduciendo, hasta la fabricación del primer avión de transporte civil biturbohélice, el Guaraní II. En ese mismo periodo, la industria aeronáutica brasileña era meramente un conjunto de talleres que ensamblaban aparatos extranjeros. En el presente, la Empresa Brasileira de Aeronáutica S.A. Más conocida como Embraer, es un líder mundial en producción de aeronaves de transporte civil y desde hace más de 30 años es uno de los tres mayores exportadores industriales del Brasil. Una combinación de política industrial proactiva persistente en el tiempo, y de profesionalización de la gerencia de la empresa, aunque su propiedad fuera pública, permitió este crecimiento.

Un punto crucial en estas relaciones entre ambos países, fue la firma del Tratado de Asunción, el 26/03/1991 piedra fundacional del Mercosur, cuyo artículo 1 sostenía "Los Estados Partes deciden constituir un Mercado Común, que deber estar conformado al 31 de diciembre de 1994, el que se denominará "Mercado Común del Sur" (MERCOSUR). Este Mercado Común implica:

-La libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países, a través, entre otros, de la eliminación de los derechos aduaneros y restricciones no arancelarias a la circulación de mercaderías y de cualquier otra medida equivalente;

-El establecimiento de un arancel externo común y la adopción de una política comercial común con relación a terceros Estados o agrupaciones de Estados y la coordinación de posiciones en foros económico comerciales regionales e internacionales;

-La coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales entre los Estados Partes: de comercio exterior, agrícola, industrial, fiscal, monetaria, cambiaria y de capitales, de servicios, aduanera, de transportes y comunicaciones y otras que se acuerden, a fin de asegurar condiciones adecuadas de competencia entre los Estados Partes;

-El compromiso de los Estados Partes de armonizar sus legislaciones en las áreas pertinentes, para lograr el fortalecimiento del proceso de integración".

Se trató de un proyecto muy ambicioso que exigía en cada nación una compleja ingeniería financiera y fiscal y la coordinación de las políticas industriales locales en una política industrial convergente de las naciones firmantes. Todo esto tuvo problemas de implementación y etapas provisionales que trataron de resolver para algún caso particular el objetivo final de un mercado común. Así en el año 2019, el gobierno argentino y el gobierno brasileño firmaron un acuerdo de complementación de la industria automotriz: “Los gobiernos de Brasil y Argentina lograron hoy un acuerdo que extiende el libre comercio administrado de la producción automotriz (Flex) hasta 2029. Se trata de un esquema gradual hacia el libre comercio que durará diez años, en línea con el acuerdo alcanzado hace dos meses entre el Mercosur y la Unión Europea. Este es el plazo más extenso alcanzado entre ambos países".

Se trata de una de las herramientas más importantes en la convergencia económica hacia un mercado común completo. También se desarrollan complejas negociaciones para obtener una política fitosanitaria común, para los flujos comerciales de productos agrícolas ganaderos entre los países, para el cual se creó en 1993 la llamada Comisión de Sanidad Animal para trabajar en esa dirección.

La suscripción de un tratado de Mercado común, supone una apuesta por políticas de estado estables en el muy largo plazo, porque los efectos dinamizadores de esta integración, solo son el resultado de procesos de inversión económica y reajuste administrativo jurídico que exigen consensos internos a cada nación y entre las naciones, que vaya más allá de las mutuas suspicacias que puedan tener una fuente histórica muy antigua pero que se tornan disfuncionales cuando las políticas de integración son las más relevantes.

En el año 2022, el principal destino de las exportaciones argentinas fue la República Federativa de Brasil con 12.6 MM de dólares, y en los intercambios mutuos casi un 20% de los productos involucran la industria automotriz, por lo cual, el intercambio entre Argentina y el Brasil es absolutamente central para la persistencia y crecimiento de nuestra propia industria Automotriz y automotora.

En el contexto anterior, no es difícil entender porque las relaciones entre la República Argentina y la República Federativa de Brasil son las más sensibles e importantes para nuestros intereses nacionales. Porque es nuestro principal cliente exterior, es la principal potencia económica del Mercosur, y porque su política industrial proactiva la ha llevado a ser un partícipe importante en el mercado mundial de bienes industriales. Y es precisamente por ello que las relaciones entre los países se basan en intereses comunes negociados en términos de reciprocidad, con independencia de las valoraciones personales, que los funcionarios que estén transitoriamente a cargo de algún cargo gubernamental, tengan respecto de los funcionarios que estén en el otro país.

Se trata de una deriva peligrosa y casi única, que comenzó cuando el entonces presidente electo Javier Gerardo Milei, elogió al expresidente del Brasil Jair Bolsonaro, cuando este lo visitó luego de ganar las elecciones presidenciales señalando que " … en el encuentro con Bolsonaro, estaba muy “orgulloso” de la visita del expresidente de Brasil, a quien dijo que “admira mucho por su lucha contra la izquierda internacional, que intenta interferir dividiendo al país y al mundo luchando contra la libertad”, acusó al actual presidente de la República Federativa del Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, de gran corrupto y de comunista, lo que motivó un reclamo de rectificación por parte del presidente brasileño a lo que el presidente Javier Milei se negó a hacer.

Y esto ha producido una total incomunicación entre ambos presidentes como ocurrió en la reciente reunión del Grupo de los Siete en Italia en dónde como señala la información ni siquiera se saludaron.

Un viejo refrán propio del cinismo político reza "elige tus enemigos y no dejes que ellos te elijan", dicho de otra manera, cuando una nación decide iniciar un curso de conflicto con otras, los motivos tienen que ser muy fuertes y deben incluir la propia subsistencia independiente de la nación, como es el caso de la guerra. Pero el tratado de Asunción y el Mercosur, surgieron precisamente como una herramienta para eliminar del futuro de las relaciones internacionales en Sudamérica cualquier fantasía y cualquier posibilidad de un conflicto bélico. O siquiera de una carrera armamentista Es decir, de invertir dinero en tareas que no son fundamentales para el desarrollo y la justicia de los pueblos.

Abrazar una causa de integración supone compromisos, se afectarán intereses locales, lo que no tiene remedios fáciles – como ejemplo valga que la Unión Europea todavía no ha logrado una política agraria común que le permita eludirlos multimillonarios subsidios que se otorgan al sector - pero siempre los resultados netos de la integración, son muy favorables. Ello exige políticas de estado que vayan más allá de las opiniones personales que tenga tal o cual funcionario y que precisamente actúen como inhibidores cuando estos funcionarios estén tentados a transformar sus opiniones personales en posiciones políticas de la nación.

La Argentina está entrando en un terreno de extrema peligrosidad en sus relaciones con Brasil, al transformar las relaciones internacionales que nos tienen que hacer converger con ellos, en una cruzada imaginaria anticomunista, que lastima severamente el honor de las naciones, y el único resultado posible, es dañar los intereses nacionales y sociales de la Argentina, como el posible riesgo de que se dé de baja el convenio automotriz binacional por requerimiento del presidente Lula da Silva ya que “Brasil presiona para que el gobierno argentino elimine el flex que regula libre comercio administrado de la producción automotriz, una decisión que podría destruir a la industria nacional“.

Magíster en Comunicación, Cultura y Discursos Mediáticos. (UNLAM). Licenciado en Comunicación Social (UNLAM). Profesor en Historia. Escritor. Libro publicado "Fake News: Toda noticia es falsa hasta que se demuestre lo contrario"

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