El riesgo de arrinconar a Rusia

Perder el miedo al "oso ruso" es privar a la potencia nuclear de su mayor arma de disuasión, esto es un riesgo que no se debe correr irresponsablemente.

La invasión de Rusia a Ucrania mató a los europeos neutrales. De la noche a la mañana los suizos, los alemanes, los suecos y los finlandeses dejaron sus moderados modales y pasaron a un estado de desesperación. Finlandia y Suecia rompieron su tradición y pidieron acceso inmediato a la OTAN ante el espanto. Suiza abandonó siglos de diplomacia y se plegó a la persecución económica, en un acto que sorprendió a todo el mundo.

Entre tanto, el ímpetu inicial se fue y las negociaciones se estancaron: ninguno de los dos candidatos a unirse a la OTAN tiene apuros ahora. Suecia encuentra que las demandas turcas de antagonizar a los kurdos refugiados en el país nórdico son inaceptables. El argumento concreto pasa por una cuestión técnica de derecho, evitable si el Poder Ejecutivo de ese país se lo propusiera.

Las relaciones públicas, como los derechos humanos, volvieron al tope de la agenda. Finlandia, comunicó que esperará el ingreso de Suecia, efectivamente plegándose a la iniciativa de su vecino.

Cuando la posibilidad de ver tanques rusos en los parques de Helsinki o Estocolmo era cierta, los kurdos eran un tema secundario. Ahora son una cuestión central para ambas naciones.

En este estado de cosas los nórdicos no avanzan con un entendimiento para ingresar a la alianza, en una situación en la que el voto turco es indispensable. Dicho en lenguaje político, le perdieron el miedo a Putin.

Dicho de otra manera, no temen a una dictadura con armas nucleares cuyo uso depende de los cálculos o deseos de una única persona y que no titubea a la hora de mandar centenares de miles -o millones quizás, a morir por la conquista de un kilómetro de tierra en el este ucraniano. Que el párrafo de arriba sirva para ilustrar la superficialidad de los nórdicos.

Entre tanto, Francia, Gran Bretaña, Alemania y Estados Unidos rompieron un acuerdo tácito con Moscú y pasaron a proveer blindados. Se prevé que los tanques Leopard 2 germanos se encuentren con los rusos en el este de Ucrania en el próximo acto de la guerra, algo impensado hasta hace semanas. Los Challenger 2 británicos ya están en camino, junto a Bradleys de Estados Unidos, Marders germanos y AMX franceses.

Esta es otra ilustración sobre la pérdida de miedo a Putin y Rusia. Y este es un problema global ahora, ya que Moscú impuso históricamente su voluntad a través de la intimidación. Durante la Guerra Fría y también durante los conflictos en los que se involucró después. El arma más potente de Moscú no fueron las cabezas nucleares o el Ejército Rojo, fue la identidad de “oso” que siempre tuvo en las tratativas, unida a su táctica negociadora maximalista -y casi irracional, pero efectiva.

Si pierde su arma más importante, sólo le queda cometer un acto que restablezca el miedo en sus rivales.

Y ese acto es demostrar que varios tienen armas nucleares, pero sólo uno es capaz de usarlas. Desde 1945 no se detonan armas de este tipo como acto de guerra.

Sin embargo, las opciones se achican para un oso herido, tras los duros reveses militares en su aventura ucraniana, y -ahora- acorralado.

Analista en geopolítica. Filósofo y abogado especializado en antropología de la Universidad Temple de Filadelfia. Autor de Desilusionismo (Ed. Planeta).

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