21 de mayo 2025 - 13:27

Del laboratorio al mercado: el desafío de adopción de la tecnología para potenciar los negocios

Existe una distancia cada vez más amplificada entre la tecnología y la economía real. El desafío es entablar conversaciones que enriquezcan la escena de todos.

Mientras el mundo tecnológico acelera su ritmo, crea y reinventa, el mundo de los negocios va quedando rezagado. 

Mientras el mundo tecnológico acelera su ritmo, crea y reinventa, el mundo de los negocios va quedando rezagado. 

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El sector tecnológico tiene un desafío estructural: su enorme capacidad para crear herramientas y soluciones no siempre es acompañada por un proceso paralelo para implementarlas en el mundo real. El tecnólogo tiende a concentrarse en su laboratorio mental, desarrollando innovaciones valiosas que, muchas veces por mercado o adopción, no logran llegar a quienes realmente las necesitan. Esa desconexión es la raíz de una brecha entre la tecnología y la economía real que, muchas veces, echa por tierra proyectos de enorme valor.

Microsoft, Mercado Libre o Facebook son ejemplos de casos que lograron romper ese molde: empresas con base tecnológica que encontraron su lugar en la economía real, que dejaron de construir castillos en el aire para anclarse a la tierra con sus soluciones. Alguien supo contarle al mundo qué problema resolvían y por qué eso valía la pena.

Pero muchas veces, la tecnología sigue trabajando con capital exógeno, sostenida por inversiones que apuestan a un potencial futuro, sin que ese futuro llegue a materializarse. El día que se acaban los fondos, muchas startups se caen no porque su propuesta de valor fuera mala, sino porque no consiguieron que alguien se apropiara de esa solución, la hiciera suya y pagara por su implementación para resolver puntos de dolor del mercado. En resumen, no hace falta únicamente tener una buena idea y darle forma, sino que el gran desafío es que sea adoptada.

Esto no es menor. El ecosistema económico global funciona en base a un principio muy básico: generar valor. Alguien vende algo, otro lo compra, y ese intercambio sostiene empleos, sueldos, negocios. Si la tecnología no logra insertarse ahí, si no agrega valor real a problemas concretos, se aleja de la economía y se convierte en un lujo insostenible.

Del otro lado, la economía real también tiene lo suyo. Empujada por la urgencia del día a día, por la necesidad de “abrir el local”, de cerrar la caja y pagar los sueldos, muchas veces queda atrapada en una rutina que le impide ver que ya hay soluciones disponibles para cubrir sus necesidades. No es miedo a la tecnología ni falta de capacidad. Es falta de tiempo, de recursos, y sobre todo, de alguien que lo explique, que lo implemente, que lo traduzca.

Así, se genera una paradoja: mientras el mundo tecnológico acelera su ritmo, crea y reinventa, el mundo de los negocios va quedando rezagado. La distancia crece y se hace cada vez más difícil de zanjar.

Esta situación afecta a quienes quedan atrás y también pone en riesgo al propio universo tech. Porque sin implementación, no hay fondeo genuino. Porque una solución que no se usa, no sirve. Y porque la plata, como sabemos, no es infinita.

Por eso, el camino virtuoso hoy es económico, cultural y hasta educativo. Necesitamos conectar a estos dos universos, generar conversaciones reales entre quienes crean tecnología y quienes la podrían usar. Conversaciones que no se den solo en foros especializados en un diálogo endogámico, sino en la vida cotidiana entre los tecnólogos, las empresas, los comercios, las industrias.

La buena noticia es que hay soluciones listas para ser implementadas y hay empresas reales con necesidades concretas. Nuestro desafío es funcionar como un puente que acerque a las partes, traduzca sus lenguajes y acompañe el encuentro. Cerrar esta brecha va a enriquecer a ambos mundos y a mejorar la vida de todos.

Fundador y CEO de Vertex Business Connections

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