20 de julio 2020 - 00:00

Día del Amigo en cuarentena

Cuidarnos del contagio también es una muestra de amistad. Sin embargo, debemos cuidar que la distancia social, que en este momento nos protege del contagio, no se transforme y distorsione en distancia y prevención ante el otro como un potencial peligro, que nos condene al aislamiento y la soledad.

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Imagen de Gerd Altmann de Pixabay

El Día del amigo es un invento argentino, y así tiene que ser. Porque en nuestra tierra la amistad es algo más que un vínculo afectivo, es un objeto de culto. Ya es sabido que ese día es difícil encontrar mesa en un restaurante, que los abrazos y los besos abundarán de la mañana a la noche. Justo, justo, lo que ahora está restringido. Cuidarnos del contagio también es una muestra de amistad.

Vivíamos soñando en la sociedad del consumo, tentados por objetos que calmarían angustias y frustraciones, planeando viajes que achicarían distancias y brechas. Mientras crecía la marginación y el descuido del planeta. Y de pronto nos vimos confinados al perímetro de nuestra casa y a restricciones justamente opuestas a la saturación del deseo. Como un castigo, se ha dicho. Pero debemos estar atentos a las recriminaciones que trasforman a las víctimas en victimarios. Un virus fuera de control no es un castigo, es el resultante de una serie de fatalidades e irresponsabilidades globales.

Si algo puso en evidencia la cuarentena es que, pese a las objeciones, la tecnología resultó un excelente instrumento para vincular a las personas. Imaginamos que este 20 de julio las distintas plataformas digitales darán soporte a innumerables encuentros entre amigos. En verdad serán conexiones en el ciberespacio. ¿Cuál es su grado de realidad? La amistad es real, también lo será el encuentro, aunque transcurra en una realidad virtual, que puede ser tan válida como la otra, la presencial. Pero no la misma. Se extrañarán los contactos cercanos, el tocar y aspirar la presencia del otro, el amigo con el que compartimos nuestra historia conocida y los secretos que ni siquiera terminamos de conocer.

Debemos cuidar que la distancia social, que en este momento nos protege del contagio, no se transforme y distorsione en distancia y prevención ante el otro como un potencial peligro, que nos condene al aislamiento y la soledad. La concepción del semejante como alguien contagioso o peligroso, propia de una sociedad individualista, vuelve a tomar preponderancia y puede interferir el camino del amor y la amistad.

El Día del Amigo coincide con la supuesta conquista del espacio que nos separaba de la luna. Sería deseable recuperar un espacio más seguro, más equitativo aquí en la tierra, en el que podamos volver a estar, codo a codo con nuestros amigos en un bar, a la luz de la luna.

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