5 de diciembre 2019 - 00:00

Prueba Pisa: la escuela es más importante que Mauna Loa

Estas pruebas son importantes ya que este siglo es el del conocimiento y de la racionalidad científica y tecnológica; el mundo está cambiando al acelerado ritmo de los nuevos conocimientos.


Razón y Evolución

Se conocieron los resultados de la Prueba Pisa 2018, cuando se evaluaron los conocimientos de los adolescentes de 15 años en Lectura, Ciencias y Matemática. Intervinieron 77 países; en Argentina participaron 458 escuelas y más de 14.000 alumnos. Estas pruebas son importantes ya que este siglo es el del conocimiento y de la racionalidad científica y tecnológica; el mundo está cambiando al acelerado ritmo de los nuevos conocimientos.

Quedó atrás una época en la que la producción de bienes y la acumulación de capital estaban basadas en los recursos naturales, y hemos ingresado en otra era, en la que el conocimiento es el pilar del nuevo capital de las naciones. Estuvo en lo cierto The Economist cuando, haciendo referencia al nivel educativo, afirmó en 2014 que “la fortaleza de una sociedad depende principalmente de lo que está en la cabeza de las personas. Por esta razón Japón y Alemania pudieron recuperarse rápidamente a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que sus ciudades estaban reducidas a cenizas”. El valor económico del denominado capital “humano” es hoy cuatro veces mayor que el capital físico, según las evidencias presentadas por el Banco Mundial.

Esta última prueba PISA indica que estamos perdiendo el tren educativo del siglo XXI, no sólo cuando vemos lo que está ocurriendo en las naciones desarrolladas, sino también en América Latina. Desde ya que es bueno tener abundantes recursos naturales, por ejemplo, minería e hidrocarburos como en Vaca Muerta, pero las evidencias indican que las naciones que avanzan lo hacen aumentando su capital humano, es decir, la educación.

Los resultados de esta última Prueba PISA son un llamado de atención, ya que evidencian una situación crítica en lo que hace a los conocimientos de nuestros jóvenes, En Ciencias nos ubicamos en el lugar 65, en Lectura en el 63, mientras que en Matemática hemos descendido al lugar 71; es decir, estamos en los últimos lugares de los 77 países participantes. En América Latina el nivel de conocimientos en Matemática de nuestros adolescentes está por debajo del nivel en Chile, Uruguay, Costa Rica, Perú, Colombia y Brasil; atrás nuestro apenas están Panamá y República Dominicana. La comparación de nuestros resultados con los países asiáticos es otro llamado de atención, ya que el puntaje de los alumnos chinos es 55% mayor que el nuestro,

Qué tenemos que hacer para mejorar el nivel educativo de nuestros alumnos: para eso debemos comenzar por lo elemental, el cumplimiento de las leyes. En el año 2005 se sancionó la ley que expresaba que el incremento de la inversión en educación, ciencia y tecnología establecido hasta el año 2010 sería destinado a “lograr que, como mínimo, el 30% de los alumnos de educación básica tenga acceso a escuelas de jornada extendida o completa, priorizando los sectores sociales y las zonas geográficas más desfavorecidas”. Al año siguiente fue sancionada la Ley de Educación que ratificó esa meta, disponiendo: “Las escuelas primarias serán de jornada extendida o completa (JEE/JC) con la finalidad de asegurar el logro de los objetivos fijados para este nivel por la presente ley”.

Estamos lejos de lo establecido legalmente y de lo internacionalmente comprometido. ya que en 2010 nuestro país suscribió las metas fijadas para 2021, en la Cumbre de Jefes de Estado de los Países Iberoamericanos realizada en Mar del Plata. La meta acordada para la JEE/JC fue que “en 2021, entre el 20% y el 50% de las escuelas públicas primarias tendrá jornada completa”. La realidad es otra, ya que el Ministerio de Educación informa que en 2018 en las escuelas primarias, apenas el 13,9 por ciento de los niños gozaba de los beneficios de la JEE/JC.

Estamos lejos del cumplimiento de estos acuerdos y leyes, escaso cumplimiento que además muestra desigualdades si se observa cada provincia, ya que Tierra del Fuego, Córdoba y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires arrojan cifras de cumplimiento entre el 48% y el 78% en las escuelas estatales, en tanto que en Neuquén, Corrientes, San Luis, y Buenos Aires, sólo entre el 2,5% y el 7,2% de sus alumnos primarios concurrían a escuelas estatales con régimen de JEE o JC. En la CABA, el 48% de los alumnos de escuelas estatales tiene JEE/JC, pero si se cruza la General Paz, encontramos en el conurbano una situación crítica, ya que apenas 6,3% de los niños tienen este beneficio, es decir, casi la octava parte que en la CABA.

El atraso en la implementación de la JEE/JC, más los frecuentes cierres de escuelas públicas asegura pocas horas de clase anuales; no se trata de comparar nuestro calendario escolar “efectivo”, es decir, no el legal que nunca se cumplió en todo el país, con países europeos o asiáticos, sino con Cuba, Colombia y Chile, que registran 1.000 o más horas anuales, o con México, mientras que el nuestro “efectivo” es apenas alrededor de 660 horas. Más horas de clase no aseguran automáticamente avances educativos, pero menos horas en la escuela consolidan el atraso educativo, particularmente el de los pibes humildes cuyo futuro depende de una buena escuela.

Habrá que comenzar por lo más simple y cumplir el calendario escolar. Existen buenas intenciones, por eso sancionamos leyes y comprometemos el cumplimiento de metas con la esperanza de que nuestros niños reciban mejor educación. Las leyes educativas son claras y no dejan lugar a dudas; es hora de entender que incumplirlas es un pasaporte a la pobreza y la exclusión social.

(*) (Universidad de Belgrano) Academia Nacional de Educación.

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