26 de octubre 2024 - 10:52

Entre el optimismo del mercado y los elogios del FMI

Argentina ha recibido elogios similares a los actuales del FMI en varias ocasiones, justamente en momentos de implementar políticas de ajuste fiscal o estabilización cambiaria y monetaria que, en teoría, favorecen el control de la inflación y el equilibrio fiscal. Pero repasemos los episodios más destacados de un cuarto de siglo.

El mercado celebró los últimos llogros del Gobierno.

El mercado celebró los últimos llogros del Gobierno.

En estos días, el FMI destacó los significativos progresos de la administración Milei en disminuir la tasa de inflación y establecer un ancla fiscal muy fuerte.

Argentina ha recibido elogios similares a los actuales del FMI en varias ocasiones, justamente en momentos de implementar políticas de ajuste fiscal o estabilización cambiaria y monetaria que, en teoría, favorecen el control de la inflación y el equilibrio fiscal. Pero repasemos los episodios más destacados de un cuarto de siglo.

Hacia fines de la década de 1990, Argentina fue destacada como “el mejor alumno” del FMI debido a la liberalización incondicional de la economía y al Plan de Convertibilidad. Este plan, que estableció una paridad fija entre el peso y el dólar, inicialmente estabilizó la economía y redujo la inflación, ganando el respaldo del FMI y otros organismos multilaterales de crédito. Como reconocimiento, en 1999, Menem fue invitado a una asamblea del FMI en Washington, donde el organismo elogió sus políticas y lo proyectó como un ejemplo para otros países en desarrollo. Este “ensayo” reflejaba una colaboración, en la que Argentina servía como “caso de éxito” en un momento en el que el FMI enfrentaba críticas internacionales por su manejo de crisis en los paises del sudeste asiático y Rusia. Sin embargo, este reconocimiento fue corto debido a la recesión que golpeó al país entre 1998 y 2001, producto de la extraordinaria vulnerabilidad que exhibió el modelo ante los shocks exógenos que cortaron el flujo de capitales hacia los paises emergentes. Durante esos años, Argentina experimentó un deterioro económico que culminó en la crisis de 2001 después de 16 trimestres consecutivos de caída del PBI y la cesación de pagos más grande de la historia. En 2001 el FMI “le soltó la mano” a Domingo Cavallo y asumió una postura crítica (que ampliaremos más adelante), marcando el inicio de una ruptura en la relación y cuestionando sus propias políticas aplicadas en la región.

Pero cuando Fernando de la Rúa asumió la presidencia en 1999, adoptó políticas de austeridad para reducir el déficit fiscal y mantener la “Convertibilidad”. Estas políticas fueron vistas con buenos ojos por el FMI, que aprobó un acuerdo Stand-By en marzo de 2000, elogiando el compromiso de Argentina con la disciplina fiscal y la reducción de la inflación.

Mas recientemente, en medio de una crisis cambiaria, Mauricio Macri recurrió al FMI en 2018, obteniendo el mayor acuerdo Stand-By en la historia del Fondo, por u$s 57.000 millones de dólares. El FMI elogió la disposición de Argentina para implementar ajustes fiscales orientadas a reducir el déficit, que incluían un “ancla fiscal” y una “política monetaria estricta”. A pesar de los elogios iniciales, la economía argentina experimentó una fuerte recesión, y el ajuste tuvo un impacto negativo en el consumo y el empleo, lo cual desestabilizó aún más el contexto político y social.

En 2022, durante la renegociación de la deuda contraída en 2018, el FMI destacó los esfuerzos de Alberto Fernández por reducir el déficit fiscal y controlar la inflación.

Estos elogios del FMI hacia Argentina suelen darse en contextos de reformas y ajustes que apuntan a una estabilidad fiscal y de precios, aunque los resultados a largo plazo no siempre son lo esperado.

Autocritica del FMI

El FMI luego hizo autocríticas sobre su propio rol en Argentina en dos momentos clave: tras la crisis de 2001 y en relación con el préstamo a Mauricio Macri en 2018.

Después de la crisis de 2001, el FMI admitió en 2004, a través de su Oficina de Evaluación Independiente (OEI), que su apoyo al régimen de convertibilidad en los años 90 prolongó una política insostenible. La OEI concluyó que el FMI priorizó mantener la confianza en los mercados sobre la estabilidad económica interna, lo cual exacerbó la crisis.

En 2019, el FMI también reflexionó sobre el préstamo Stand-By otorgado a Macri en 2018, admitiendo que sus medidas no lograron estabilizar la economía ni restaurar la confianza del mercado. El FMI reconoció que se subestimaron los riesgos asociados a las políticas de apertura del capital y criticó la falta de advertencias claras sobre los peligros de desregular rápidamente el control de capitales. Esto llevó a una inestabilidad económica que el Fondo mismo considera como un fracaso en su diseño de política para Argentina.

Ambas autocríticas muestran cómo el propio FMI ha aceptado sus errores al recomendar y sostener políticas que, según evaluaciones posteriores, agravaron las dificultades económicas de Argentina en esos períodos.

En estos días, el FMI destacó los significativos progresos de la administración Milei en disminuir la tasa de inflación y establecer un ancla fiscal muy fuerte.

HISTORIA DE LA EUFORIA DE LOS MERCADOS

Argentina vivió un episodio de optimismo financiero entre 1999 y 2000. Este período coincidió con el inicio del gobierno de Fernando de la Rúa, quien asumió la presidencia en diciembre de 1999 con la promesa de continuar con la convertibilidad, combatir la corrupción y restaurar la confianza en la economía argentina. El mercado reaccionó inicialmente con optimismo, esperando que su gobierno pudiera controlar el creciente déficit fiscal y la deuda externa.

En los primeros meses de su gobierno, el mercado tuvo una reacción positiva, con un rally en los ADRs y bonos argentinos, ya que se esperaba que la nueva administración pudiera restaurar el crecimiento económico. De la Rúa buscó el apoyo de instituciones internacionales, como el FMI, con la esperanza de asegurar un respaldo financiero que fortaleciera las reservas internacionales y contribuyera a reducir el riesgo país. En marzo de 2000, el FMI aprobó un acuerdo Stand-By de u$s 7.200 millones para Argentina. Esta medida generó una euforia en los mercados, porque se interpretó como un voto de confianza de la comunidad internacional.

De la Rúa implementó un plan de austeridad que incluía recortes en el gasto público para reducir el déficit fiscal. Aunque las medidas fueron impopulares y tuvieron consecuencias negativas en términos de recesión y desempleo, los mercados reaccionaron positivamente en el corto plazo, ya que veían en estas políticas un compromiso con la estabilidad fiscal.

Hubo euforia en los mercados, alimentada por un clásico, “el optimismo especulativo”. Los inversores aumentaron su exposición al país, generando una caída temporal en el riesgo país y un aumento en los precios de los activos financieros argentinos. Sin embargo, aquella euforia 1999 y 2000 fue insostenible. La economía argentina seguía enfrentando problemas, y la falta de flexibilidad monetaria hizo difícil enfrentar el impacto de factores exógenos, como el fortalecimiento del dólar. La recesión se intensificó, y la presión social debilitó la gobernabilidad.

El optimismo de los mercados se desvaneció rápidamente a medida que los problemas económicos de fondo se hacían evidentes. El episodio de rally especulativo de 1999-2000 refleja una vez más cómo los mercados pueden reaccionar positivamente a expectativas de cambio y apoyo internacional, aunque estas sean insostenibles si no están respaldadas por mejoras en la economía real.

Presidencia de Mauricio Macri

Cuando Mauricio Macri asumió la presidencia en diciembre de 2015, se esperaba que su administración implementara un giro respecto a las “políticas populistas”. Durante los primeros años se buscaba atraer inversiones, reducir el déficit fiscal y abrir la economía al mercado internacional. Uno de los movimientos más significativos fue cerrar el litigio con los acreedores en default desde 2001, conocidos como “holdouts” o “fondos buitres”. Este acuerdo, alcanzado en 2016, le permitió a la Argentina regresar a los mercados de voluntarios de colocación de deuda, después de la última vez (octubre de 2000). La negociación fue bien recibida por los mercados, lo que provocó una caída considerable en el riesgo país y un aumento en el precio de los bonos argentinos.

Un conjunto de políticas promercado creó un ambiente favorable y provocó un rally en los ADRs y bonos argentinos, que en ciertos momentos crecieron a tasas considerables, con una importante caída del riesgo país. En 2018, la economía argentina comenzó a mostrar señales de fragilidad, con una escalada en la inflación y una nueva crisis cambiaria, llevando al país a recurrir al FMI para obtener financiamiento.

Euforia en los mercados por expectativas en 2023

Argentina experimentó otro rally en los precios de sus bonos y ADRs, con una disminución en el riesgo país. Este fenómeno fue impulsado por las expectativas de cambio en el rumbo económico, ante la posibilidad de que un candidato de perfil promercado ganara las elecciones. Candidatos como Javier Milei y Patricia Bullrich, proponían cambios profundos en las políticas económicas y el sistema financiero argentino, entre ellos la dolarización de la economía. Esto generó un optimismo en el mercado. El BCRA, con apoyo de agentes financieros, realizó operaciones para controlar el tipo de cambio y reducir la volatilidad cambiaria, en un entorno de aparente estabilidad, aunque bajo un control estrecho que no resultó sostenible en el tiempo.

Aunque la euforia 2023 trajo un alivio temporal, también mostró ser frágil y dependiente de factores externos y de promesas de dólares que no llegan aún. La inestabilidad de los precios de los bonos y la volatilidad en el tipo de cambio reflejaban un contexto económico delicado, y la caída del riesgo país fue en parte una respuesta a la especulación de un cambio de políticas. Este rally, sin embargo, tuvo un alto componente especulativo, y las condiciones estructurales de la economía argentina permanecen aún sin resolver, generando incertidumbre a mediano y largo plazo. Estos episodios, aunque con sus particularidades, muestran cómo las expectativas de cambio en Argentina provocan euforias temporales en los mercados financieros, aunque no siempre van acompañadas de mejoras sostenibles en la economía real.

Eb definitiva, los elogios del FMI y el optimismo especulativo han sido una constante en la historia argentina. La experiencia indica que, sin una economía diversificada y competitiva, estas fases de optimismo pueden desvanecerse rápidamente ante la volatilidad financiera y cualquier shock exógeno. La coyuntura actual ofrece una oportunidad para aprender de los errores del pasado y reflexionar acerca de la solidez y duración de esta euforia, más allá de los elogios del FMI y de las reacciones de los mercados.

Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros

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