6 de julio 2024 - 00:00

¿Es buena idea limitar el tamaño del Estado a menos de 25% del PBI como plantea el pacto de Mayo?

A través de un análisis detallado de diversas economías alrededor del mundo, se evidencia que los Estados grandes no sólo son comunes en las naciones desarrolladas, sino que juegan un papel crucial en su crecimiento y estabilidad.

Javier Milei prentende una mayor reducción del Estado.

Javier Milei prentende una mayor reducción del Estado.

Mariano Fuchila

La narrativa popular sostiene que los países ricos y desarrollados se caracterizan por tener Estados pequeños y una intervención mínima en la economía. Sin embargo, esta creencia es más un mito que una realidad respaldada por la evidencia científica.

A través de un análisis detallado de diversas economías alrededor del mundo, se evidencia que los Estados grandes no sólo son comunes en las naciones desarrolladas, sino que juegan un papel crucial en su crecimiento y estabilidad.

Mitos y realidades

Uno de los mitos más difundidos es que los países desarrollados tienen estados pequeños. La evidencia científica demuestra lo contrario. Las economías más avanzadas, como Suecia, Alemania y España, presentan un gasto público que oscila entre el 46% y el 49% de su Producto Bruto Interno (PBI), uno de los indicadores más usados para medir el tamaño del estado. En contraste, países pobres, como Nigeria, Etiopía y Bangladesh, tienen un gasto público significativamente menor, alrededor del 13% al 14% del PBI. Estos datos, extraídos de una fuente confiable y comparable como el Fondo Monetario Internacional (FMI), resalta la correlación positiva entre el tamaño del estado y el desarrollo económico.

La relación causal entre el nivel del gasto estatal y el crecimiento económico es compleja y bidireccional. Por un lado, un mayor gasto en áreas críticas como educación y salud pública puede impulsar el crecimiento económico. Por otro lado, los países más ricos tienen la capacidad de invertir más en su estado, creando un círculo virtuoso de desarrollo. Investigaciones académicas usando técnicas econométricas, como las de Nyasha y Odhiambo (2019), confirman esta bidireccionalidad, subrayando que tanto el gasto estatal promueve el crecimiento como el crecimiento permite un mayor gasto estatal.

Reducción del Estado argentino: ¿Un camino al desarrollo?

En Argentina, según los datos del FMI, el tamaño del Estado fue de 37% del PBI en 2022 (último dato disponible), un tamaño similar al que tiene EEUU (36%), Israel (37%) y Australia (38%), pero inferior a la mayoría de los países europeos, como Noruega (39%), Países Bajos (44%), Reino Unido (44%) o Dinamarca (45%). La evolución reciente del tamaño del estado argentino ha sido influenciada por eventos económicos y políticos significativos. La crisis de convertibilidad y la recuperación del PBI post-2002, la estatización de las AFJP en 2006/2008, y el estancamiento del PBI junto con los subsidios a la energía y el pago de deuda post-2011, son algunos de los factores que explican los cambios en el gasto público. Estas variaciones ilustran cómo el contexto interno puede influir en las políticas fiscales y el tamaño del estado.

La propuesta de reducir drásticamente el tamaño del estado, como sugiere la estrategia de Milei, no sólo carece de respaldo científico, sino que podría tener efectos adversos de corto y largo plazo a la mal trecha economía argentina. No existe evidencia científica que demuestre que pasar de un gasto público del 37% al 25% del PBI mejore el crecimiento económico. De hecho, una reducción en el tamaño del estado podría resultar en menor crecimiento y mayor desigualdad, exacerbando las disparidades entre la educación pública y privada, y afectando negativamente sectores esenciales como la salud y la infraestructura. ¿Es el pacto de Mayo un acuerdo encubierto para privatizar nuevamente el sistema de jubilaciones y pensiones? ¿Arancelar la universidad pública? Los gobernadores que firmen esta declaración: ¿Qué gastos públicos son los que proponen recortar para reducir el tamaño del estado al 25%?

Conclusión

Los ejemplos de China, Corea del Sur y Japón, los últimos grandes países en desarrollarse, muestran que un estado robusto y activo es fundamental para implementar estrategias de desarrollo efectivas. La discusión no debería centrarse en si el estado debe existir o no, sino en cómo mejorarlo y hacerlo más eficiente para fomentar el crecimiento y reducir la desigualdad.

La destrucción del estado, promovida por algunas corrientes políticas, nos llevaría al subdesarrollo. En lugar de reducir su tamaño, el enfoque debe estar en fortalecer y mejorar las instituciones públicas para que puedan desempeñar su rol central en el desarrollo económico y social. La evidencia científica es clara: un estado grande y eficaz es un componente indispensable de cualquier estrategia de desarrollo exitosa.

Profesor UNC e Investigador CONICET

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