Homenaje al Sargento Cabral

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“Quien da todo, da mucho. Aunque sea poco”.

La historia –o quizá los pueblos- suelen ser ingratos con algunas de sus figuras, las que se expresan de mil maneras. Incluso con silencios.

Porque todos conocemos, en mayor o menor medida, detalles de la vida de San Martín, de Belgrano o de Sarmiento. Pero hay otros nombres que jugaron un importante rol en nuestro nacimiento como nación soberana. Se los conoce poco. Como es el caso de nuestro protagonista de hoy: el Sargento Cabral.

Quizá, porque fue un simple soldado. Pero aun así, su valentía, le permitió salvar la vida de quien luego desempeñaría un gran papel en nuestra creación como país soberano y que además, liberaría posteriormente a países hermanos, como Chile y Perú del yugo español.

Casi no haría falta decir que me refiero al General San Martín.

Cabral había nacido en la provincia de Corrientes en 1783, cinco años después que el Libertador.

Era hijo de una esclava negra y un indígena, es decir, zambo. Ya su nombre: Juan Bautista Cabral. El “Sargento Cabral”.

Pensar que su nombre se conoce más, desde que lo alude una famosa marcha, que todos hemos cantado en la escuela, en nuestra niñez. Es la “Marcha de San Lorenzo”.

La música de la famosamarcha fue escrita por otro moreno, un uruguayo llamado Cayetano Silva.

¡Quién no recuerda la letra del comienzo escrita por Carlos Benielli!. “Febo asoma, ya sus rayos que iluminan el histórico convento”. Y más aún, el estribillo, tan famoso, que alude a “Cabral, soldado heroico, cubriéndose de gloria...”

El combate de San Lorenzo, se originó como consecuencia de las incursiones, de que eran objeto las costas de los ríos Uruguay y Paraná, por las fuerzas españolas establecidas en Montevideo.

El gobierno de Buenos Aires ordenó al entonces Coronel San Martín, que con parte de su regimiento de “Granaderos a Caballo” protegiese las costas del Paraná.

Los realistas, al mando del comandante Zabala –un militar muy capaz-, desembarcaron y comenzaron a avanzar hacia el monasterio de San Lorenzo. Pero San Martín los enfrentó con su alta capacidad militar.

Y en solo 15 minutos inclinó la lucha a su favor. Pero una descarga de fusilería derribó a su caballo.

Lo que sigue es muy conocido. El animal en su caída apretó la pierna de San Martín, que con su reconocida intrepidez, se encontraba a pocos metros de los españoles.

Se desarrolló de inmediato un breve combate de arma blanca alrededor de San Martín, que no podía incorporarse. Su propio caballo se lo impedía. La escena era dramática.

Un soldado, Juan Bautista Cabral, ya herido de bala en la rodilla, desembarazó a su jefe del caballo muerto que le oprimía la pierna. Lo logró, pero recibió en ese momento dos heridas, que lo dejaron moribundo. Pero con la entereza suficiente para poder decir sus últimas palabras: -“Muero contento. Hemos batido al enemigo”.

Y quise hoy brindar mi modesto homenaje a este soldado que –caso curioso- fue ascendido por la posteridad.

Porque habiendo muerto como un valiente soldado, pero soldado al fin, las generaciones venideras lo transformaron en el Sto. Cabral.

Podría decirse que fue un hombre que nació con su muerte.

Y un aforismo final para Juan Bautista Cabral que considero le atañe.

“Muchos hombres utilizaron a sus semejantes. Pero otros, murieron por ellos”.

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