''La economía hoy es como un imperialismo"
Periodista: ¿Cómo se encuadran estos tipos de estudios dentro del campo de la economía?
Ernesto Schargrodsky: Como ciencia social, la economía se expandió sobre áreas de manera un poco imperialista, usurpando temas más afines a la sociología, la ciencia política o la psicología.
P.: ¿Cómo realizan estos estudios?
E.S.: Partimos de experimentos naturales, es decir, luego de algunos hechos que ocurren por sí solos, analizamos la causalidad. Por ejemplo, por el atentado a la AMIA se destinó un policía a cada institución judía; entonces estudiamos la incidencia sobre el delito en esa zona.
P.: Pero estos temas exceden a la economía...
E.S.: Puede ser que llame la atención fuera de la Argentina y aparezcamos como bichos raros, pero en otros países no es novedad. Son temas que tienen que ver totalmente con la economía. La inseguridad, por ejemplo, detiene inversiones porque se hace necesario gastar un montón de recursos para protegerse. El crimen es causa y consecuencia del subdesarrollo. Y sobre el acceso de los sectores de menos ingresos al título de propiedad, implicaría que puedan tener crédito, comenzar así un emprendimiento económico y salir de la pobreza. Son discusiones que a los empresarios les deberían importar porque abarcan cómo hacer negocios con los sectores de menores recursos.
P.: ¿Existe alguna razón para que se explore ahora en estos campos?
E.S.: En la Argentina, hasta principios de los 90, los economistas hablaban de macroeconomía. Y ahora, si bien las crisis no desaparecieron, la mayor estabilidad permite ahondar en otros temas más micro. Soy un «microeconomista aplicado», es decir, trabajo con datos.
P.: ¿Qué opina de los economistas hoy? ¿Cree que la profesión está devaluada?
E.S.: La recesión y la crisis generaron un gran desprestigio de la profesión, en general merecido. En los 90 no todos los economistas estaban de acuerdo con el tipo de cambio fijo, el endeudamiento, el déficit fiscal y la apreciación cambiaria. Pero hubo una gran mayoría que respaldaba esas ideas y existía muy poco lugar para el debate. La discusión era silenciada y el que cuestionaba algo aparecía como burro. Ahora veo otro extremo: así como algunos economistas en algunos aspectos fueron demasiado escuchados en la década pasada, ahora se les presta muy poca atención y existen algunas políticas y metodologías que se podían mejorar.
P.: ¿Por ejemplo?
E.S.: El gobierno subestima el daño que produce la inflación sobre el crecimiento. Los funcionarios públicos responden: «claro, ustedes prefieren no tener inflación y no crecer». No creo que esto sea así. El Premio Nobel, Edmund Phelps, demostró que esto no es verdad. Se podría tener un mayor crecimiento en el largo plazo con menor inflación.
P.: Entre las causas se mencionan, presión por la demanda, intervención en el mercado cambiario, ajuste de precios posdevaluación... ¿Qué es lo que produce la inflación?
E.S.: Existe un proceso inevitable de apreciación del peso que, mientras el gobierno lo mantenga alto por la mayor cantidad de tiempo posible, el ajuste se da vía precios. Es cierto que sucede de manera más lenta, pero incorpora en la economía una inercia inflacionaria que tiene otros costos. Afecta a la productividad de la economía, genera conflictos distributivos, que se traducen en discutir mucho tiempo precios y salarios, además de muchas ineficiencias. Es muy dañina, sobre todo si se cronifica, en el sentido de si cada vez que hago un contrato tengo que tener en cuenta las cláusulas indexatorias.
P.: ¿Habría que dejar entonces apreciar la moneda?
E.S.: Mientras que las cuentas fiscales estén equilibradas, la inflación no se va a desmadrar. Es muy importante mantener el superávit fiscal y ésta tendría que ser la política madre de las medidas antiinflacionarias.
P.: Pero el gasto viene creciendo más que los ingresos, y buena parte son retenciones...
E.S.: Me asusta un poco ver que el equilibrio fiscal se esté deteriorando.
P.: ¿Es suficiente la inversión?
E.S.: Sin dudas hace falta más inversión. Existen varios componentes: el problema de los «holdouts» (los que no aceptaron el canje de la deuda) genera restricciones en el flujo de capitales y además hay un problema de «animal spirits» deprimidos o enojados. Si bien los datos de inversión son bastante razonables, es necesario que sea realizada en grandes proyectos. Por ejemplo, existe un vacío regulatorio en los sectores energéticos que genera incertidumbre y esto detiene inversiones. El modelo de los fideicomisos, para resolver ese problema, trae otros muchos, como lo que vemos con el caso Skanska.
P.: ¿Pueden afectar al crecimiento estos cortes de energía?
E.S.: Si 10 o 15 días en el año las empresas no pueden producir, se puede dar una tasa de crecimiento un poco menor pero no causar una recesión, una crisis. No hay hoy en la Argentina ninguna bomba de tiempo cocinándose.
Entrevista de María Iglesia
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