24 de enero 2007 - 00:00

Negativo, negativo, negativo

Aunque el gobierno consiguió mantener el superávit fiscal por encima de 3,5% en 2006, se encendieron varias luces amarillas. Una de ellas es la suba del gasto a nivel nacional, pero sobre todo, el deterioro de las finanzas en las provincias, muchas de las cuales ya están ingresando en una zona de peligroso déficit. Esto es lo que alerta el artículo del economista José Luis Espert, en respuesta a la nota que ayer publicó Orlando Ferreres.

Negativo, negativo, negativo
Luego de cinco años de una política de gasto público tan expansiva que está a punto de batir el triste récord que tiene la convertibilidad, en 2007 es probable que asistamos a la desaparición de uno de los baluartes del modelo productivo: el superávit fiscal.

El default declarado en aquella circense reunión de la Asamblea Legislativa del domingo 23 de diciembre de 2001 y la homérica devaluación de principios de 2002 marcaban el comienzo del «modelo productivo». La convertibilidad caía derrotada por una política de gasto público irresponsable que mantuvo las cuentas fiscales en permanente déficit (una década), el cual, al ser financiado externamente, hizo explotar la deuda pública y el atraso cambiario.

La verdad de Perogrullo que la sensatez imponía era ahorrar en épocas de vacas gordas. Sin embargo, por más discurso oficial que haya hoy a favor, el superávit fiscal se extingue con prisa y sin pausa.

En el período 2003-2006, el gasto primario (sin intereses) del consolidado del sector público (Nación más provincias) creció 85% en pesos de diciembre de 2006, 160% en dólares y 4,3% del PBI. Mientras tanto, los intereses de la deuda pública cayeron desde 4,5% del PBI en 2001 a 2% del PBI en 2006 por la reestructuración de la deuda. Así, el gasto global terminó el año pasado en 28,5% del PBI, igual que el de 1999 y sólo superado en el último medio siglo por el fatídico 2001 (29,4% del PBI). Triste récord.

El secreto para que un gasto público similar al que sepultó a la convertibilidad no barriera también con el modelo productivo ha sido la presión impositiva, que ya es la más alta de la historia (29,5% del PBI). Nunca se recaudaron tantos impuestos en nuestro país como hoy. Preguntémosle si no al sector privado en blanco que tributa por el equivalente a 45% del PBI, 2% del PBI más que el promedio del G-7 y 8% del PBI por encima de los países emergentes. Y todo para recibir nada como devolución a través del gasto público porque es esencialmente amiguismo y clientelismo político.

Incluso en 2004, el resultado global (después del pago de intereses) fue superavitario en 3,5% del PBI, número difícil de encontrar, por lo bueno, a lo largo de nuestra historia económica. Sin embargo, y a pesar de un aumento de la recaudación de $ 64.700 millones entre 2005 y 2006 (50%), el superávit fiscal consolidado del año pasado cayó a 1% del PBI porque el gasto público creció $ 73.700 millones (65%) ¡en sólo 2 años!

De esta «lluvia» de gasto público no hay ningún funcionario del gobierno de Kirchner que diga una sola palabra. Ellos sólo hablan de los 3,5% del PBI de superávit primario de la Nación en 2006 y «dibujan», para el mismo año, un resultado primario superavitario en las provincias de 0,4% del PBI.

La cifra realista en este último caso sería un déficit de 0,3% del PBI ¿Las razones? Por un lado, en el primer semestre (dato oficial), el gasto provincial creció a 32% anual. Por otro, gran parte de sus ingresos en el segundo semestre hoy ya están jugados porque contamos con el resultado oficial del fisco federal de donde surgen las transferencias nacionales (60% de los ingresos provinciales). Finalmente, de muchas provincias ya se conoce también el cierre de la recaudación de impuestos locales de la segunda parte del año pasado.

De esta manera, para obtener el resultado global provincial de 2006 sólo falta estimar el gasto público del segundo semestre. El superávit primario «oficial» de 0,4% implicaría un crecimiento del gasto entre julio y diciembre del año pasado de sólo 20% anual ¡12 puntos porcentuales menos que en el primer semestre, que ya es una cifra oficial! No existe.

  • Proyección

    Además, el resultado que realmente importa por su relevancia macro es el del consolidado de Nación más provincias.

    Aun bajo el supuesto de que la economía crecerá 8% en 2007 y sin acelerar el aumento del gasto público global respecto de lo observado hoy (lo que es conservador en un año de elecciones presidenciales), o sea asumiendo que crece a 28% anual, desaparecería casi por completo el superávit fiscal después del pago de intereses (incluyendo el cupón atado al crecimiento). El 70% del superávit primario (3,0% del PBI) de Nación se gastaría en intereses (2,0% del PBI) y las provincias tendrían un déficit primario de 0,8% del PBI. El excedente fiscal terminaría en sólo 0,2% del PBI.

    Por su parte, el gasto público global en dólares, que en medio de la crisis de 2002 había caído a 24.200 millones ( desde 79.000 millones en 2001), este año ya podría situarse muy cerca de los niveles previos al colapso de la convertibilidad, al alcanzar los 76.000 millones.

    Una tercera manera de ver la irresponsable política fiscal del gobierno de Kirchner consiste en tener en cuenta que en 2001, año en el que colapsaría la convertibilidad, el déficit fiscal llegó a 5,4% del PBI. Esta cifra se podría haber transformado en equilibrio fiscal si se hubieran ahorrado la caída del gasto primario en 2002, de 2,9% del PBI, y la baja de los intereses por 2,5% del PBI debido a la reestructuración de la deuda pública. Y si se le hubieran agregado el aumento del impuesto al cheque (0,8% del PBI), la reaparición de las retenciones a las exportaciones (2,2% del PBI), la suba en Ganancias (2,3% del PBI), la del IVA (1,9% del PBI) y de los demás impuestos (0,3% del PBI) tendríamos hoy un superávit de 7,5% del PBI ¡después del pago de intereses! Y pensar que estamos yendo a equilibrio fiscal.

    Con un caudillo populista y clientelista como Kirchner de presidente, que cada voto que consigue lo compra en las provincias con el superávit del gobierno federal, hoy más que nunca carece de sentido poner el foco solamente en el resultado fiscal del gobierno central. Hay que consolidarlo con el de las provincias y agregar los intereses que ya comenzaron a crecer por el ajuste con CER de la deuda pública, el cupón atado al crecimiento y la colocación de bonos a precios de mercado a Chávez.

    Y cuando hagamos la cuenta de esa manera, llegaremos a la conclusión de que la única diferencia que hay entre el modelo productivo y cualquier otro plan económico (previo) en materia fiscal no es la prudencia para gastar, sino la voracidad a la hora de recaudar. El problema es que el gobierno se ha quedado con poco margen para aumentar impuestos ante algún problema fiscal en el futuro. Alguna dificultad ya nos hemos comprado.
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