27 de noviembre 2022 - 00:00

Massa ministro y el futuro de Argentina

Si bien pasaron solo tres meses desde la asunción de Massa, se espera que en su rol de ministro pueda encontrar un norte que la economía argentina busca hace tantos años.

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Luego de la acotada corrida cambiaria de la semana pasada surge una inquietud en el seno de la sociedad: ¿qué pasa si Sergio Massa no puede domar la economía?

Desde que tomó el rol de líder de la economía en Argentina, el ex intendente de Tigre tiene el desafío de crear un plan a largo plazo que incluya varias reformas (entre ellas, la tributaria) que consolide un crecimiento y permita salir de la crisis económica en la que estamos envueltos. Pragmáticamente sería, desde mi visión: fijar un rumbo político para resolver los problemas económicos de Argentina.

El Ministro de Economía, Producción y Agricultura sabe que si delinea y muestra al menos superficialmente un rumbo próspero podrá soñar y cumplir su deseo de ser el titular del Poder Ejecutivo. En efecto, conoce a ciencia cierta, que el votante prefiere el bolsillo al relato.

En la diaria, no hay mejor forma de explicarlo: la gente hace loas al relato cuando las luces de la fiesta están encendidas. Sin embargo, cuando termina y tiene que tomar el colectivo, se fija si la SUBE está cargada. Ello es así porque una porción muy grande de la población son laburantes que día a día transitan la rutina “de la casa al trabajo y del trabajo a la casa”. Mientras que otra porción, sigue al mejor postor, es el típico arrabalero que habla contra la patronal con el traje de marca puesto.

Volvamos a lo nuestro. Aunque parece que ya transcurrió un siglo desde que Massa asumió bajo la designación de Superministro, muchos siguen esperando con ansias una solución mágica. El tiempo pasó y se me viene a la mente una escena de la típica situación: “¿che, nos tomamos un café?

“Creo que aún seguimos a la deriva. Las soluciones mágicas no existen” dijo el Fato, mientras se en sentaba en la mesa del bar en aquel club de Inriville, con el Pepi de anfitrión.

“Si no hay una reforma profunda de ésta no salimos - respondió su amigo el contador- pensar en una reforma implica 2 cosas: que los números cuadren y que las personas involucradas resistan. Porque, si bien en economía 2 + 2 es 4 en el medio hay gente”.

Permítanme contarles que el Fato es un historiador de esos que siempre tiene el dato exacto que te hace reflexionar. Ese día puso en evidencia la punta del ovillo ¿será Massa la última chance de este gobierno? La inquietud apuntó a nuestra historia, “ante momentos críticos se busca a un Mesías. Y en Argentina se repiten los mismos hechos, los superministros acaban con el gobierno que los nombra”, explicó el académico.

Osvaldo, el más reflexivo del grupo, pasaba por ahí y cuando escucho las palabras del Fato ocupó su lugar en la mesa: “necesitamos un cambio de mente y no un Superministro que con su varita mágica transforme el país”, pidió su cortadito y continuó “lo que necesitamos es reflexionar sobre cómo llegamos hasta acá”.

En Argentina venimos siguiendo el mismo camino. En la historia se repiten situaciones críticas y la forma en que se atraviesan indica si aprendimos o no de esas experiencias. “Para cambiar esta situación y no terminar en el mismo callejón de siempre, es necesario cambiar la manera de pensar las cosas, una auténtica Metanoia. La reversión de la situación y el pasaje a un nuevo horizonte que permita soñar con un futuro más limpio y promisorio sucederá cuando la mente cambie, en todos los aspectos de la vida. En definitiva, el problema a solucionar es más profundo que un plan que abra la economía” concluyó Osvaldo.

En la mesa del café se hizo un silencio, parecía que las palabras de Osvaldo eran las que teníamos todos en la cabeza y no nos animábamos a decir. La forma en la que pensamos las crisis económicas tiene que cambiar.

En eso el Tano Esteban, hombre de sangre siciliana curtido por los avatares de la Argentina, interrumpió los pensamientos de todos diciendo “de nada sirve modificar los regímenes de cambio de moneda, si la reforma no es profunda. Hay que hacer una reforma laboral, sindical y tributaria ajustadas a las necesidades de los ciudadanos. Es necesario flexibilizar la economía, generar una alternativa que atraiga inversiones, aumentando el nivel de ingresos sin subir la carga tributaria” sentenció con voz firme.

“En fin, no se trata de ganar, de que un partido político gane y el otro pierda. Sino de crear las condiciones para seguir jugando” dijo Ximena, cuando se arrimó a la mesa del café. Y así nos quedamos, pensando como continuar el convite sin tener en claro las reglas del juego.

El principio del fin y los ministros dominantes

El Fato tomó un sorbo de café, abrió y buscó algo en su morral. Después de revolver un poco sacó un viejo diario, lo abrió y comenzó a leer:

“El cambio de Ministro de Economía dominante tiene lugar cuando comienzan las dificultades y el proceso político da muestras de declinación. El reemplazo de ministros no resuelve los problemas ni detiene la declinación. Sino que los problemas tienen a agravarse y la declinación a agudizarse”. La cita era de Rosendo Fraga, de un artículo publicado el 9 de agosto de 1996 en Ámbito Financiero. Esa mañana hicimos memoria sobre los Ministros de Economía dominantes:

  • Krieger Vasena, durante la Revolución Argentina (1966 -1973) ocupó la cartera de economía, luego del Cordobazo fue desplazado ocasionando el principio del fin del gobierno. En el tiempo que le quedó a la Revolución Argentina seis ministros de economía ocuparon su lugar.
  • En la segunda etapa justicialista (1973 -1976) Gelbard fue el ministro dominante durante los gobiernos de Cámpora, Lastiri, Perón y Martinez, dejó el cargo cuando el gobierno de Isabelita empezó a temblar y lo sucedieron cuatro ministros en seis meses.
  • Martinez de Hoz, durante el Proceso de Reorganización Nacional (1976 -1983) fue el ministro dominante su reemplazo llegó cuando el gobierno militar estaba cayendo y lo siguieron cuatro ministros de economía y tres presidentes de factos más.
  • Durante la presidencia de Alfonsín (1983 -1989), Sourrouille ocupó la cartera cuatro años, dejó el cargo luego de la derrota del ´87. Lo sucedieron dos ministros más y el gobierno terminó cinco meses antes de cumplir su mandato.

Sumando más datos, el Fato siguió:

  • En la presidencia Menem (1989 -1999), más fresca en la memoria colectiva, el superministro fue Cavallo ocupó la cartera de economía durante sesenta y seis meses. Cuando se fue, el gobierno de Menem ya se veía desgastado político y económicamente.
  • Durante el gobierno de De la Rua (1999-2001), luego de Machinea y López Murphy, Domingo Cavallo regresó como superministro dispuesto a resolver la crisis económica que atravesaba el país. Luego de nueve meses de gestión, el gobierno de la Alianza abandonó la casa rosada.
  • Durante el gobierno de transcición de Eduardo Duhalde (2001-2003) Remes Lenicov, terminó con la convertibilidad de la moneda argentina. Su mandato duró tres meses.
  • Entre 2002 y 2003, durante los gobiernos de Duhalde y Kirchner aparece en escena un Ministro de Economía que logrará llevar adelante un plan de estabilización y desarrollo de la economía del país. Durante 3 años, Roberto Lavagna fue el ministro dominante de una etapa de crecimiento impulsada por la devaluación de la moneda.

A estas alturas, me quedé reflexionando, pasaron diecinueve años sin ministros dominantes y la cíclica economía argentina siguió andando de crisis en crisis sin lograr una la salida que promueva nueva realidad.

Hace más de 3 meses que Sergio Massa desembarcó en el Ministerio de Economía como Superministro, ¿el gobierno de la coalición Fernández-Fernandez todavía deposita su esperanza en él o se repetirá la misma historia? ¿Ante la caída del Mesías secundará la debacle? ¿Recordará la dirigencia política qué pasa cuando el Superministro de Economía, pierde tal atuendo? ¿Se precipitarán todos los problemas políticos y se manifestarán en los bolsillos de las personas?

Por su parte, entiendo que cuando sucede ésto la gente, en voz baja y con mucho desagrado, dice: “hasta acá llegamos”.

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