20 de octubre 2025 - 09:11

Un punto de quiebre

A semanas de las elecciones legislativas, el resultado en las urnas definirá el margen de maniobra del oficialismo para profundizar su plan de ajuste, endeudamiento y reformas estructurales. Mientras el FMI y el Tesoro de Estados Unidos condicionan su respaldo a un triunfo del Gobierno, crece la advertencia sobre el costo social y la pérdida de soberanía que implicaría consolidar ese rumbo.

La semana pasada, Donald Trump recibió a Javier Milei en la Casa Blanca. 

La semana pasada, Donald Trump recibió a Javier Milei en la Casa Blanca. 

A poco de las elecciones legislativas, no es redundante decir que si el oficialismo obtiene un buen resultado en las urnas avanzará con más ajuste, con las reformas estructurales que beneficiarán al capital concentrado en particular el norteamericano, así como con el endeudamiento y la entrega de los recursos naturales. En cambio, si no lo obtiene le será más difícil avanzar con su proyecto debido a los límites que podrá establecer el Parlamento.

No estamos frente a una elección presidencial, pero se juega gran parte de los destinos del país. Será un punto de quiebre del que quizás sea muy difícil volver atrás.

Más allá de las intervenciones puntuales en el mercado de cambios, el presidente norteamericano Donald Trump y el secretario del Tesoro Scott Bessent han condicionado el paquete de “ayuda” financiera a un buen resultado de la actual administración en las elecciones, una extorsión sin disimulo.

Lo explícito también ha empezado a estar presente en los medios hegemónicos. En la tapa de un periódico local de gran llegada se hizo referencia el viernes a “una intervención (…). En el mercado cambiario, en la economía, en la política y en las elecciones argentinas”.

En este marco, todo aquello que antes denunciaba en relativa soledad hoy está sobre la mesa y expresado sin filtros. Ya no hay dudas ni de los objetivos ni de los intereses que están detrás de los apoyos externos que recibe el gobierno de Javier Milei. Un avance para la batalla cultural: está todo explícito, sólo hay que interpretarlo.

Las conclusiones, de todas formas, no cambian. Si el ajuste y el sacrificio van a continuar, le corresponderá a la ciudadanía decir “basta” en octubre.

A propósito, en un informe reciente el FMI señaló: “se requieren esfuerzos sostenidos para mantener el ancla fiscal”. Suena lógico, al menos desde la visión del gobierno, ya que se ha venido registrando una baja de ingresos que deberá ser compensada con mayores recortes del gasto para mantener el superávit fiscal.

El citado documento también agrega que “se requieren esfuerzos sostenidos” para, entre otras cuestiones “reforzar los colchones de reservas para facilitar un acceso duradero a los mercados internacionales de capital”. En otras palabras, que el país pueda seguir endeudándose, ir cambiando el financiamiento del FMI por financiamiento privado, e incluso, obtener más deuda. El clásico grillete del endeudamiento externo.

Durante la semana pasada se habló en repetidas ocasiones de la reforma laboral, que también promociona el FMI. El ministro de Economía, Luis Caputo, sostuvo que se necesita un régimen laboral “más ágil” y “más dinámico”, es decir, recortar derechos laborales y previsionales para mejorar las rentabilidades empresarias. En mi opinión, la rentabilidad de las empresas, especialmente las pymes, se mejora con consumidores solventes, protección a las importaciones de bienes que se fabrican internamente, créditos accesibles y con tasas adecuadas, entre otras medidas.

También están presentes las argumentaciones engañosas con las que se le trata de dar sustento técnico a decisiones que son políticas. En una entrevista reciente, Kristalina Georgieva, directora del FMI, señaló: “considerando la sólida posición económica de Argentina, es positivo apoyar al país en ese camino”. Es el mismo Fondo que le concedió el préstamo a Macri, y que argumentó, hasta este último acuerdo de 2025, que la deuda argentina es “sostenible pero no con alta probabilidad”.

Tratando de justificar una supuesta solidez, Georgieva dijo: “vemos un cambio positivo en Argentina en los últimos dos años (…): de un crecimiento negativo a un 4,5% este año, la inflación de tres dígitos a un 28%; el déficit ha desaparecido y hay superávit, y muy importante, la pobreza tiende a la baja. Eso significa que algo está sucediendo en Argentina, que es bueno para el futuro del país”. Una mirada exclusivamente macro, que resulta sesgada. Por caso, nada dijo acerca de que la supuesta reducción de la pobreza es sobre la comparación con el pico del año pasado al que la llevaron las políticas de este mismo gobierno, y además con metodologías que, como mínimo, deberían ser revisadas.

En otro pasaje, Georgieva señaló: “trabajamos mano a mano con las autoridades argentinas y somos socios con la Argentina, en primer lugar, y principalmente, el Tesoro de Estados Unidos”. La frase, que recurre a una terminología más propia del mundo de los “negocios”, vuelve a dejar en evidencia quién define las prioridades y las políticas.

Un punto por considerar es el de la inflación, “que pasó de triple dígito, al 28%”. Sin embargo, la estadística que menciona es la estimación para fines de este año, dato que seguramente habrá que revisar dado que la inflación se ha venido acelerando en los últimos meses, producto de la suba del tipo de cambio. Si no hay un gran traspaso a precios es porque el consumo interno está en franca caída, lo cual no tiene nada de virtuoso.

Para evitar que este proyecto de pérdida de derechos y entrega de soberanía se consolide será indispensable votar a la “oposición verdadera”, definida como la que no va a cambiar sus posturas luego de las elecciones, como pueden hacer algunas fuerzas que critican ahora al gobierno, pero ya están diciendo que luego de noviembre generarán consensos, incluso para el avance con reformas como la impositiva y la laboral.

Diputado Nacional Unión por la Patria, Presidente Partido Solidario

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