19 de junio 2007 - 00:00

Wall Street emerge tras alza de tasas a 10 años

Wall Street emerge tras alza de tasas a 10 años
Fueron dos semanas de alto voltaje. Las tasas largas coronaron una rauda escalada que las llevó a la cima de sus últimos cinco años. No sólo se arriaron las cotizaciones en Bolsa. Crujieron los cimientos de la valuación de compañías. Y se nubló el canal de financiamiento de alto riesgo. La falta de visibilidad obligó a la vorágine de fusiones y adquisiciones a tomarse un imprevisto descanso. Todo cambia, pero el mercado alcista de las acciones no se altera. Lo que no mata, fortalece. Ni bien el temporal amainó -el miércoles cuando las tasas de 10 años se replegaron de 5,32% a 5,20%- las Bolsas soltaron amarras. Y confirmada la calma exterior -tras los informes de precios mayoristas y minoristas- su avance fue rotundo. Unos 5.984 millones de acciones mudaron de manos el viernes -un vendaval acrecentado por el vencimiento simultáneo de futuros y opciones- y toda la escuadra de índices participó del repunte.

  • Liderazgo

  • La nave capitana -el S&P 500- lideró pujante, acumulando su mayor recorrido semanal desde abril. Y se puso a tiro -a sólo medio por ciento- de su récord absoluto.

    ¿Qué conclusiones extraer, pues, de estas dos ajetreadas semanas? Vaya, con ese fin, un apretado inventario. El balance tentativo de saldos arroja los siguientes puntos salientes:   

  • La noción de que las tasas largas han marcado un máximo (en un entorno local; válido para el corto plazo). Tocaron 5,32% en forma fugaz pero se estabilizaron por debajo de 5,20%. Violaron los máximos del ciclo, pero aún reposan dentro del viejo rango. Esa sobrerreacción acentuó la necesidad de ajustar la duración de las carteras de bonos. Y se presume que ya se alcanzó un nuevo balance. Corolario: la convivencia es soportable (sobre todo para las acciones).   

  • Como en febrero/ marzo (pero mucho más rápido) se sacudieron las ramas del mercado alcista de las acciones. Se cayó la hojarasca y, trascartón, el árbol volvió a florecer como si nada. Es savia nueva. Con una ventaja: 5,20% ya está asumido, no provoca rechazo, se acepta pacíficamente.   

  • La inflación -por un mes más- goza de certificado de buena conducta. Quien quiera discutir el tema, instalar una visión crítica, tiene que esperar a julio.   

  • «La economía de los EE.UU. está firme y se afianzará aún más.» Se da por sentado -casi como artículo de fe- mientras los indicadores específicos no prueben lo contrario (aportando abundantes piezas de evidencia). En rigor, son los mercados quienes ofician de oráculo (la Bolsa que discurre en terreno récord, el ascenso de las tasas reales de interés y el empinamiento de la curva de rendimientos del Tesoro).   

  • De lo anterior se deduce que la Fed no precisará reducir las tasas de interés. ¿Las subirá? Nadie cree que ello suceda en 2007 (aunque los futuros de fed funds, seguramente, introducirán y sacarán esa alternativa en sus proyecciones, asociada siempre a una baja probabilidad de ocurrencia). La suba de tasas cortas se perfila como una especulación para la primera mitad de 2008 (o sea, hoy por hoy, es una amenaza poco relevante).   

  • Se admite, en cambio, que los bancos centrales que operaban en onda alcista no cambiarán de dial. El abanico geográfico es amplio: la zona del euro, Inglaterra, Suiza, China, Nueva Zelanda. Y se esperan adiciones al club: los reingresos de Canadá y Japón. La contrapartida es la percepción de una economía mundial en crecimiento franco.   

  • «La crisis inmobiliaria empeorará con la suba de tasas largas pero, encapsulada como está, carece de envergadura para enturbiar el panorama macro.» Ergo, a los efectos prácticos, no cuenta. Es otro artículo de fe.

    Mas aún: si bien la incobrabilidad de la cartera subprime empeoró en el primer trimestre, la porción de hipotecas totales en condición irregular se redujo de 4,95% en los tres últimos meses de 2006 a 4,84%. Tampoco, se deduce con levedad, crece el nubarrón hipotecario sobre las finanzas.

    Es arduo comprar -a libro cerrado- este entretejido de conclusiones. Su talón de Aquiles se reconoce nítido: la fortaleza de la economía norteamericana dista de ser una verdad comprobada. Podría resultar, incluso, un mero malentendido.

    ¿El aumento de las ventas minoristas -1,4% en mayo cuando se esperaba la mitad- cuánto significa en términos reales? Si se las corrige por el incremento del precio de los bienes que componen la canastadel IPC, supone apenas un magro avance de 0,1%. ¿Qué tan firme está una economía cuyo PBI aumenta porque se reduce el déficit comercial y éste, a su vez, responde a una realidad de importaciones menguantes? Hasta una solidez probada -la de la actividad industrial- se decolora con las cifras de la producción manufacturera de abril y mayo según pudo saberse la semana última.

    Nadie está obligado, pues, a compartir los siete puntos precedentes. Y es factible cuestionar cada uno de ellos. Pero, a la vez, es difícil pensar en un mejor manual de operaciones -en una guía útil para internarse en la jungla de los mercados- tras los avatares recientes y de cara a las próximas semanas.
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