Wall Street ya desterró las apuestas a baja de tasas
-
¿Cambio de régimen o staging de salida? Los capitales ya tienen el ticket de vuelta
-
Colegio Público de la Abogacía: un presupuesto escandaloso en tiempos de crisis
Es obvio que las opiniones volubles son hijas, en lo principal, de la gran volatilidad de los indicadores de coyuntura. Dejar decantar sus lecturas, pues, es un buen punto de partida para el análisis. Y en ese ejercicio se advierte una tenue mejoría en las condiciones de actividad que empalidece con las que registra el frente de los precios.
Marzo, abril y mayo han entregado un cuadro compacto de desaceleración en la inflación núcleo a pesar del alza persistente de los precios de la energía. Indices mayoristas, minoristas, el deflactor del gasto de consumo personal, todos ellos, estos últimos tres meses computados, han referido la misma historia. Con un plus: el número de ítems que registra aumentos elevados ha comenzado, por fin, a ceder. Abril fue el primer mes realmente satisfactorio (y mayo resultó aún mejor).
Si la inflación ya presenta signos de sosiego, la suba de las tasas largas añade una contribución adicional para su contención. La tijera de Greenspan carecía de filo en la hoja de las tasas largas y podaba mal; la de Bernanke recupera ahora la potencia de la doble cuchilla. Esta ventaja -la capacidad de traccionar en todos los tramos de la curvano carece de bemoles. Y las turbulencias que esta semana azotaron a los mercados de deuda hipotecaria -de la mano de los problemas con dos fondos de cobertura de la familia Bear Stearns-aportaron un recordatorio útil: la fortaleza de la economía requiere dejar cicatrizar las heridas que abre la crisis de los inmuebles.
¿Hasta dónde, entonces, le podrá convenir a la Fed apurar una suba de tasas de interés? Quien revise sus proyecciones-macro de febrero-entre otros, la propia Fed; por ello, la actual reunión se desdobla en dos jornadas-advertirá que dos de las tres variables clave dan en el blanco.
La inflación núcleo (+2%) y la tasa de desempleo (4,5%), que en marzo mostraban desvíos, han regresado a los rangos contemplados en el Informe Monetario presentado al Congreso. Subsiste una única discrepancia: la marcha de la economía ha sido mucho más débil (+1,9% en los últimos cuatro trimestres) que lo previsto -un sendero entre 2,75% y 3% (rebajado a su vez del rango de 3%-3,25% considerado un año atrás). Mientras esa brecha no se cierre es difícil pensar que la Fed medite propulsar una política monetaria más restrictiva.
Es cierto que la economía mundial no ha perdido pujanza. Y es igualmente cierto que una multitud de bancos centrales se aboca a mitigar esos bríos dentro de sus correspondientes áreas de influencia. El exceso de ahorro que promovió el acertijo de las tasas largas -conforme a la tesis visionaria del propio Bernanke cuando era apenas un gobernador de la Fed-se ha escurrido por obra y gracia de una economía global vibrante. Cuando las tasas largas no subían por influjo de las magras condiciones externas, la Fed debió extremar su celo y prolongar la fase de ajuste monetario. Hoy que la situación se ubica en las antípodas -y la economía norteamericana se cuenta entre las que menos crecen-el riesgo es que las tasas largas aprieten en demasía. Queda en sus manos la facultad de acomodar la política monetaria para sintonizarla con el termostato interno y ello, por el momento, requiere más bien moderar que elevar la temperatura.
Dejá tu comentario