Francisco hasta subió a un pequeño cordero sobre sus hombros.
Francisco volvió a sorprender a todos cuando visitó de imprevisto un pesebre viviente instalado en una parroquia de Roma.
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El Papa saludó uno a uno a los 200 personajes que componen la escena en la iglesia de San Alfonso, en el barrio de la Giustiniana, y hasta subió a un pequeño cordero sobre sus hombros.
"Habían escrito al Papa y él quiso hacerse presente en este evento de la comunidad. Comprendiendo que se trata de un evento parroquial en el cual participan las familias del barrio con sus hijos, nos llamó después de la carta y manifestó su disponibilidad a venir a participar con este momento", explicó el párroco.
"La verdad que para montar todo esto debe ser un loco, pero está bien: ciertas locuras le gustan a Dios", bromeó Francisco.
El Sumo Pontífice también dialogó con los personajes de María y José, que traían al niño Jesús, un bebé de dos meses bautizado con el nombre de Francesco.
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