«Francamente, nunca me expliqué por qué 'ese-que-ustedes-saben' es tan susceptible.» En su juvenil ensayo sobre el monoteísmo, Woody Allen se lamentaba de que en la religión judía no sólo es imposible representar la imagen de Dios, sino que tampoco puede conocerse su nombre secreto (aquello de Yahvé es un acrónimo sagrado e impronunciable).
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Aunque el nombre de Cristina continúe siendo cognoscible y pronunciable (al menos, hasta el 10 de diciembre), su palabra esquiva para con la prensa suma día a día ribetes cada vez más delirantes. Hasta podría imaginársela, en presencia de algún periodista, con ese barbijo que en una época solía usar Michael Jackson cuando debía aparecer en público.
Ayer publicó este diario la más extrema de sus amenazas persecutorias: expulsar a los periodistas de la Casa de Gobierno, como si se tratara de gérmenes que es necesario mantener lo más lejos que se pueda,y asilarlos en indefinida cuarentena en un edificio apartado. Algo así como el castillo Spandau de los réprobos de prensa.
Ahora se conoció otra perla, trabajosa iniciativa del solícito diputado oficialista Carlos Kunkel, quien propuso convertir a la primera dama en una doble de Mirtha Legrand: en el programa «Realidad bajo sospecha», que se emite los lunes por la noche por el canal de cable Argentinísima satelital, Kunkel invitó a Ernestina de Noble de «Clarín» y Bartolomé Mitre de «La Nación» (sólo ellos, claro) a mantener una charla con la candidata a presidenta, quien los recibiría en su mesa instalada en «Canal 7».
Tribuna ideal
A falta de un inimaginable debate con los otros candidatos, para Kunkel esa mesa sería la tribuna de doctrina monopólica ideal, ya que esta vez Cristina ni siquiera aceptó una propuesta al debate entre candidatos que le hizo CNN en español, cadena a la que hasta no hace mucho se mostraba más dócil.
«Cristina habla con millones de argentinos», dijo el radiante Kunkel. «Lo que pasa es que no habla con aquellos periodistas con los que, por una razón o por otra, no tiene tiempo. Pero con los directores de los grandes diarios tendría un diálogo. ¿Qué le parece? Es una iniciativa mía», concluyó Kunkel con la felicidad de un productor de TV.
«Estupor y temblor»: tal era la fórmula con la que los súbditos debían dirigirse al emperador en Japón. Claro, no agregó eso Kunkel, aunque seguramente una pizca de temblor, y un mal disimulado estupor debió haber experimentado el candidato a vicepresidente Julio Cobos cuando tampoco pudo participar del debate entre sus rivales (ver vinculada) al que se había comprometido a concurrir en «A dos voces» por TN.
A último momento, Cobos alegó que «no estaban garantizados los contenidos. Se trata de tres candidatos a vice que no tienen experiencia en gestión y que buscan solamente las agresiones y chicanas». La voz que hablaba por la suya, seguramente, fue lo más cercano al «A dos voces» que pudo vivir Cobos en estos días.
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