Alarmante agresión por TV a Fernando de la Rúa
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Se aprovechó, en un programa y en un horario de alto rating, para que el Presidente se dirigiera a la audiencia a 48 horas de la Nochebuena. «Quiero agradecerte todo lo que hacés por la gente», le dijo De la Rúa al conductor del espacio, que no pudo evitar que ese primer paso desafortunado tiñera el bloque de una seriedad y un acartonamiento que quizás los protagonistas buscaron evitar.
El primer mandatario aprovechó para convocar a los argentinos a tener confianza en el futuro, subrayando la importancia del blindaje financiero recibido. «El blindaje es una garantía para la Argentina», dijo De la Rúa. Y agregó: «Esto alienta al optimismo y a vos -dirigiéndose a Tinelli-, no te falta con qué», exhibiendo por primera vez una abierta sonrisa.
Volvió a convocar a la confianza cuando reiteró que el blindaje facilitará «las medidas para promover el crecimiento. Estamos avanzando por un camino firme». Agregó que el respaldo recibido «es una garantía internacional; es un signo de confianza en el país, un pedestal para impulsar el crecimiento».
No olvidó mencionar que la recesión que vive la Argentina tuvo su inicio hace ya tres años y que de alguna manera es parte de la herencia recibida por el gobierno. Fue cuando le preguntaron sobre la reunión mantenida con Chacho Alvarez.
«¿Vuelve al gobierno?», fue el interrogante. «En realidad nunca se fue...» (De la Rúa ti tubeó), para de inmediato agregar «...de la Alianza». A partir de allí explicó que «se trató de un diálogo cordial, de amigos, donde se pasó revista a los problemas que nos preocupan».
De la Rúa volvió a provocar la confianza en la gestión de su gobierno cuando afirmó en primera persona: «Quiero que todo vaya bien. Pongamos fe en el país. No hagamos caso de los agoreros que dicen lo contrario». Y prácticamente se despidió cuando afirmó: «No nos dejemos vencer». El propósito estaba cumplido y los gestos y morisquetas del sosías del Presidente parecieron fuera de lugar. No quedó espacio para bromas. No obstante lo cual De la Rúa se acercó a él y lo saludó con afecto.
El final de la visita fue un blooper presidencial también inesperado. Mientras el programa continuaba, se vio a De la Rúa enfilar hacia un costado del escenario montado por donde no había salida. Y las cámaras lo siguieron, lo mismo que el haz de luz de un reflector, hasta que encontró el rumbo.
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