29 de marzo 2006 - 00:00

Bachelet tentó a radicales K a copiar el "modelo chileno"

Roberto Iglesias y Julio Cobos
Roberto Iglesias y Julio Cobos
En tandas, se prestaron al besamanos con Michelle Bachelet que, con su impronta terminó convirtiéndose en una inspiración: los gobernadores de la UCR salieron, la semana pasada, de una cita con la chilena paladeando una fórmula posible para pactar con Néstor Kirchner.

Previsible, con sus comentarios sobre la trabajosa pero sólida Concertación entre socialistas y democristianos, Bachelet casi funcionó como operador para la conformación del radicalismo K, uno de los planes todavía incumplidos de la Casa Rosada.

Luego de reunirse con Bachelet, los gobernadores radicales tuvieron un encuentro a solas en una oficina de la Cancillería. Volvieron, una vez más, a discutir sobre cuál será su vínculo con el gobierno y, en paralelo, con su partido, conducido por el crítico Roberto Iglesias.

No hubo una definición precisa pero la compañía de Bachelet los tentó con ensayar de este lado de la Cordillera una «concertación a la chilena» que, en este caso, vincularía a la UCR de varias provincias y al oficialista Frente para la Victoria.

Toda una metáfora del sin rumbo radical. Dos meses atrás, el jefe del bloque de diputados de la UCR, Fernando Chironi, en un reportaje con este diario, propuso aplicar la misma receta pero enlazando a los sectores opositores como antagonismo al pankirchnerismo.

Sin demasiada originalidad, idéntica fórmula imaginan, ahora, los gestores de un entendimiento con Kirchner: vincular manteniendo cada uno su identidad como partidos, a la UCR con el peronismo, espacio que suponen «diferente» bajo el control del patagónico.

Se trata, en realidad, de una actitud preventiva. A los radicales con buen trato con el Presidente -y deseos de potenciar ese vínculo- los abruma un temor:
que al unirse al Frente para la Victoria (FpV) primero los maree y luego los devore la interna peronista.

En ese debate, todavía prematuro, se detuvieron días atrás los gobernadores
Julio Cobos (Mendoza), Ricardo Colombi (Corrientes), Eduardo Brizuela del Moral (Catamarca), Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Roy Nikisch (Chaco) y Miguel Saiz (Río Negro).

Acordaron volver a reunirse en los próximos días. Por lo pronto, empujados un poco por la necesidad de no pelearse con la Casa Rosada -que los premia con obras y fondos- y otro por las pujas interpartidarias, todos se resisten a alinearse con
Roberto Iglesias, hipercrítico jefe de la UCR.

Pero hay matices.
Nikisch, por caso, se jacta de que en términos electorales no necesita del gobierno para ganar elecciones. Es cierto. Colombi y Zamora, por su lado, no dudan en defender la utilidad de una alianza estratégica con el Presidente.

• Piezas sueltas

Se entiende: tanto en Santiago del Estero como en Corrientes, el gobierno estableció alianzas con la UCR en las últimas elecciones. En tanto, en Catamarca el ex cuñado presidencial, Armando «Bombón» Mercado mantiene un pacto táctico con Brizuela del Moral.

En una postura similar a
Nikisch, el rionegrino Saiz es la pieza suelta del rompecabezas. En esa provincia, Kirchner prometió poner «todos los fierros» para que el senador Miguel Pichetto encabece una estructura del FpV que permita derrotar al radicalismo.

Para
Colombi, Zamora y, en menor medida, Brizuela del Moral, el peronismo no aparece como el fantasma que sí podría significar para Saiz. Eso explica los criterios diferentes y las urgencias entre esas dos tandas de gobernadores.

El caso mendocino es aun más particular: según como se resuelva la disputa entre
Iglesias y Cobos, puede asomar la posibilidad, siquiera remota, de una victoria del PJ. Con la UCR unificada, esa alternativa está muy lejana.

El «karma» de cada gobernador reaparece cada vez que
Cobos y especialmente Colombi insisten para que la mesa de mandatarios defina una política común ante al gobierno. «Hay que definir pronto: si no lo hacemos ahora, dentro de un tiempo ya arreglaron con nuestros intendentes», alertan.

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