Bielsa dejó Ecuador denunciado y también denunciando a la OEA
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La presencia de Bielsa alentaría ese problema. Correa hizo público que le retiró la confianza ya antes de la primera vuelta, a mediados de octubre. Y el otro candidato que compitió ayer, Alvaro Noboa, declaró que el rol del enviado de la OEA le resultaba indiferente. Estas expresiones debilitaron el papel de Bielsa, es decir, el de garante en un conflicto eventual por la corrección del resultado.
¿Tenía algún argumento Correa para impugnarasí al ex canciller de Kirchner? La acusación más precisa contra el argentino fue que en un almuerzo que se sirvió en la embajada suiza, con propietarios de medios de comunicación y diplomáticos, Bielsa habría hablado de que Correa favorece una « democracia tumultuaria».
Bielsa mantuvo informado a Kirchner con bastante detalle sobre su peripecia ecuatoriana. Siempre negó haber hablado peyorativamente de Correa. Y sobre esa reunión -al menos es lo que le escucharon en el gobierno- sólo dijo que había ido a hacer preguntas. Al parecer, hubo una sobre la democracia « tumultuaria».
No terminan aquí, sin embargo, las explicaciones que debió ofrecer Bielsa a sus jefes políticos en la Argentina. También se justificó por una denuncia velada de Alianza País, el partido de Correa. Se trata de una presunta vinculación, que el ex canciller niega rotundamente, con la empresa E-vote, que organizó el proceso electoral en Ecuador. La verosimilitud del contacto es que el titular de esa empresa de capitales brasileños es un argentino, Santiago Murray. Bielsa niega conocer a Murray, quien fue arrestado en Quito después de la primera vuelta electoral, ocasión en la que el sistema que le vendió al tribunal electoral se puso en colapso cuando no se había computado más que 70% de los votos. El contrato había costado u$s 5 millones. Correa intentó mezclar a Bielsa con Murray para profundizar sus denuncias de malversación de los votos. Pero el delegado de Insulza y ex canciller argentino jura no tener vínculo alguno.
Sin embargo, delante de sus confidentes en Buenos Aires, Bielsa se reprocha haber ignorado algunos detalles que vuelven verosímiles algunas de las denuncias de Correa. Por ejemplo, que Murray había sido hasta poco tiempo antes el jefe del departamento electoral de la OEA. Y que la gerenciadora contratada por el Tribunal Electoral de Ecuador para controlar la calidad del trabajo de Murray y su E-vote había trabajado poco antes para la OEA, en El Salvador y Colombia. ¿La había contratado Murray? La carrera de este burócrata, desde un sillón en la OEA para auditar elecciones a una empresa comercial que realiza elecciones, fue demasiado rápida como para resultar impecable.
Es posible que Bielsa se vaya del cargo con más ruido del que se utilizó para expulsarlo a él. Es decir, con denuncias que podrían terminar salpicando a quien le confió la delegación: el chileno Insulza y su aparato burocrático interamericano, en Washington.
Tampoco habría que descartar que el impetuoso ex canciller de Kirchner, acaso de modo involuntario, destape un entramado de incompatibilidades -si no de corrupción- en torno a la realización de elecciones en el continente. Y, sobre todo, al organismo que viene asumiendo el monitoreo de esos procesos: la OEA.
En Buenos Aires, esta peripecia se mira con alguna indiferencia. Cuando no, se festeja. Kirchner odia la propuesta del voto electrónico y ya les mandó a Felipe Solá y a Aníbal Fernández callarse la boca respecto del tema. Solá, como fue público, pensó que la digitalización del proceso electoral bonaerense podría ser una buena despedida de su cargo (aunque cada computadora cuesta u$s 3.000, lo que suena muy caro para una provincia con dificultades fiscales tan severas). El Presidente parece confiar más en las artes de Hugo Curto, eterno «hacedor» de elecciones en el distrito, antes que en las de cualquier software. El escándalo de Bielsa en Ecuador acaso aporte a terminar con las presuntas virtudes de la urna electrónica: es cierto que hasta sus adherentes más fanáticos admiten que el fraude se puede seguir haciendo si la trampa está en los padrones, como suele ocurrir.
Más que estas discusiones -que no son sólo teóricas-, en la Casa Rosada provoca alguna sonrisa otro aspecto de esta pelea electoral. Las recriminaciones graves de Bielsa al embajador argentino en la OEA, Rodolfo Gil, quien según el ex canciller fue, con sus intrigas, el provocador de su expulsión de la misión del organismo. «No me hables mal de Gil, Rafa, porque cuando te dije que lo echaras el que lo defendió y mantuvo fuiste vos», le tapa la boca Kirchner a su ex canciller.
Para la trama más amplia de la vida electoral latinoamericana, tal vez las consecuencias de la acción de Bielsa vayan en sentido contrario de cualquier desprendimiento de Chávez, como se fantaseaba al comienzo de la nota. Si algo está esperando el « bolivariano» es el derrumbe del prestigio de la OEA como monitor electoral. El presidente de Venezuela auspicia la creación de un observatorio propio, que involucre sólo al Mercosur. Y encontró ya un discípulo para ello: Carlos Chacho Alvarez, el último jefe político de Bielsa. Antes de Kirchner, claro.
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