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P.: ¿La opinión pública entiende su decisión?
E.C.: Ahora creo que sí, tal vez no la entendía en junio o julio, justamente porque la cultura es de apoderamiento. La cultura es de acumulación, de ser propietario de todo lo que se tiene.
P.: ¿Aspira a que sectores del radicalismo la apoyen electoralmente el año que viene?
E.C.: La verdad es que no pensamos en alianzas partidocráticas, aunque es obvio que yo soy una figura mucho más radical que cualquiera de los candidatos del radicalismo. Pero nosotros no vamos a hacer alianzas ni pedir votos ni limosnas. Tenemos una posición de principios desde hace muchos años y de ahí no nos vamos a mover. No estamos preocupados por el resultado electoral, sino por el sostenimiento de los principios.
P.: Algunos dirigentes del ARI y otros que se fueron del partido cuestionaron que falta una estrategia para «salir del 10%»...
E.C.: Claro, porque hay momentos en que algunos prefieren la estrategia del 50% con compra de votos, con manejo de los pobres y con propaganda. Han demostrado una moralidad absolutamente débil y está bien que se vayan.
P.: Usted habla últimamente de «patrimonialismo» en el gobierno. ¿De qué se trata?
E.C.: Es la apropiación privada por sujetos públicos del patrimonio del Estado. Esto es básicamente feudal, premoderno. El que comanda tiene el mando político y, además, se apropia de los bienes que pertenecen a todos como si fueran privados. Este es el mecanismo de saqueo de Kirchner. En la década anterior, era la extranjerización mediante la licitación pública internacional con participación minoritaria de algunos sectores estatales vía de lo que se llama coima. Ahora, lo que hay es una apropiación patrimonialista.
P.: ¿Cómo funciona ese mecanismo?
E.C.: Primero, se crea una sociedad anónima (SA). Esa SA tiene una mayoría estatal, pero es gerenciada por los amigos del Presidente. Después, se asocia con otras empresas y van a un patrimonialismo directo. AySA fue el modelo, pero ya estaba como antecedente ENARSA. Y un proyecto más grave es el de Fabricaciones Militares, que está en Diputados y plantea una alianza con Venezuela.
P.: ¿Cómo caracteriza a la administración Kirchner?
E.C.: Como patrimonialista, corrupta y fascista.
P.: ¿Cómo analiza el escenario político en la Ciudad de Buenos Aires?
E.C.: No lo analizo. Todavía falta tiempo. Es obvio que el gobierno ha elegido la oposición y quiere confrontar con Macri, pero todos sabemos que a veces se pintan desde el gobierno y los medios de comunicación no son finalmente los escenarios de la realidad del país.
P.: ¿Cómo lo ve a Juan Carlos Blumberg?
E.C.: Blumberg y compañía pretenden instalar la cuestión como un problema del Código Penal, pero no es así. Tratar superficialmente la cuestión es no dar soluciones, aunque esto traiga votos inmediatamente. Yo tengo discrepancias absolutas con el Presidente, pero el tema de seguridad es tan profundo que tratarlo desde la periferia es engañar a la sociedad.
P.: ¿Cómo juzga el desempeño del gobierno en materia de seguridad?
E.C.: Es un engaño del Presidente, que dice que se están ocupando del problema de la seguridad cuando en realidad nunca se ocuparon de ello porque no se ocuparon de la paz social. Pero también discrepo de ciertos sectores opositores que, frente al crecimiento en las encuestas del tema, pretenden soluciones fáciles al único efecto de obtener una ganancia electoral. El gobierno no tiene una política porque no tiene una política social, de reestructuración de los vínculos ni contra la droga. Es más, yo estoy convencida de que apaña la droga. Porque el crecimiento del paco, a su vez, implica el crecimiento de la producción de cocaína.
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