5 de enero 2007 - 00:00

Catamarca fuerza a Kirchner a adelantar juego de alianzas

Luis Barrionuevo
Luis Barrionuevo
Como cualquiera que se encuentre en su lugar, Néstor Kirchner intentará este año postergar todo lo que le sea permitido la develación de las principales incógnitas electorales del oficialismo.

Para eso ordenó la suspensión de las internas abiertas obligatorias, que lo conminaban a definir las listas demasiado pronto, casi en el primer cuatrimestre del año. Con la consecuencia funesta de que los sacrificados conocerían prematuramente su final y contarían con algunos meses para operar su venganza: la más probable, el pase a las filas opositoras de Mauricio Macri o Roberto Lavagna. Con la misma intención dilatoria, el Presidente procuró demorar el primer test electoral. Por medio de Juan Carlos Mazzón exploró la posibilidad de que el gobernador de Catamarca, Eduardo Brizuela del Moral (UCR), corra la fecha de convocatoria a elecciones provinciales hasta octubre.

Pero Brizuela no creyó conveniente conceder ese plazo o no tuvo margen político para hacerlo. Lo cierto es que el miércoles pasado decretó que los comicios catamarqueños serán el 11 de marzo. En otras palabras: resolvió que su provincia abriría la secuencia electoral del año.

La jugada de Brizuela no podía ser más comprometedora para Kirchner. Ese distrito inaugural será una especie de reducción a escala del drama peronista en varias jurisdicciones más. Allí podrán mirarse, como en un espejo que adelante, muchos dirigentes del PJ que han sido obedientes a la Casa Rosada en los últimos tres años.

  • Opciones

    El mapa electoral catamarqueño es bastante nítido. Existen tres opciones para la gobernación. La que representa Brizuela como candidato del clásico Frente Cívico y Social, y que polariza con el PJ que encabeza nada menos que Luis Barrionuevo. En el medio, la candidata Lucía Corpacci, dirigente del Frente para la Victoria y delegada en la provincia del Ministerio de Desarrollo Social. El padrino de esta protocandidata es, a esta altura, otro ícono de la provincia: Armando «Bombón» Mercado, cuñado de Kirchner por haber estado casado con Alicia Kirchner, es decir, la superior jerárquica de Corpacci.

    Según todos los sondeos de opinión, tanto los locales como los que consumen en la Casa Rosada y en la sede del sindicato de Gastronómicos, Corpacci creció mucho en imagen positiva gracias a la permanente distribución de los beneficios que le hace llegar la hermana del Presidente desde Buenos Aires. Sin embargo su evolución no habría sido suficiente como para ponerla a las puertas de la gobernación. Su poder es otro: según se sume a una u otra opción, será quien desempate.

    Brizuela, quien conoce esto a la perfección, ya confesó públicamente que le encantaría tenerla como vice en la fórmula de su reelección. Encabezaría, entonces, el primer ensayo de « concertación» del año.

    Todo el PJ estará mirando en los próximos días hacia qué franja de la política catamarqueña se inclina el Presidente.

    Porque la misma estrategia que le ofrece Brizuela se la ofrece Barrionuevo. El sindicalista cree que aquel delito de haber enviado a los suyos a tirar huevos sobre las extensiones de la senadora Cristina Kirchner durante la campaña de 2003 ya prescribió a fuerza de haber votado todas las leyes que la Casa Rosada envió al Congreso.

    Lo alienta saber que su esposa, Graciela Camaño, tuvo ya señales de reconocimiento por esa disciplina, superior a la de los diputados del Frente para la Victoria: el oficialismo la exaltó a la vicepresidencia tercera de la Cámara y Alberto Fernández la recibe a menudo en compañía de José María Díaz Bancalari.

    En definitiva, Barrionuevo se cree con derecho a pensar que, con el apoyo de Kirchner expresado en una combinación con Corpacci, él podría poner a los pies del gobierno aquel distrito del debut electoral.

    No es fácil para muchos dirigentes del oficialismo identificarse con Barrionuevo, quien debería ofrecerle a Kirchner 100 «pactos de Olivos» para que comience a resultar verosímil alguna afinidad con el santacruceño. Pero es objetivo que este gremialista viene sumando su voto a las fuerzas de Kirchner, aun cuando las gestiones de Julio De Vido para conseguirle un indulto hayan sido un fracaso rotundo ( habría que buscar aquí las raíces del conflicto que lo separa de Hugo Moyano en la CGT).

    ¿Despreciará Kirchner esa disciplina a favor de un triunfo del radicalismo en Catamarca? ¿Conseguirá con esa asociación con Brizuela la adhesión parlamentaria que le ofreció hasta ahora ese peronista desdeñable que es el gastronómico? Estas preguntas tienen valor porque no se refieren a Catamarca sino a todo el país. Sin la deformación de imagen que introduce la presencia de Barrionuevo, se las formulan Miguel Pichetto en Río Negro, José Manuel de la Sota en Córdoba y hasta Alberto Balestrini en La Matanza, donde la misma Alicia Kirchner que alienta a Corpacci le da ínfulas al piquetero Jorge Cevallos, aspirante a la intendencia de esa comuna. Para ponerlo en otros términos: ellos son algunos de los que quieren saber si el PJ está destinado a seguir siendo, más allá de 2007, el pariente al que hay que esconder y, al mismo tiempo, recurrir en la emergencia.

    Quien mire los antecedentes del actual ciclo político, acaso tenga una respuesta para el enigma del 11 de marzo. La ambigüedad ha sido un activo principal de Kirchner, etiquetado como «transversalidad» o «concertación», dos formas de llamar al mismo intento del santacruceño por escapar de una encerrona del PJ, partido al que pertenece pero al que no lidera salvo por vía presupuestaria. Sin embargo, en contra de este argumento se levanta la candidatura de Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires.

    C.P.
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