Comentarios políticos de este fin de semana
(Categorización: Imprescindible, Bueno, Regular, Prescindible)
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Mondino aseguró que los dichos de Milei ''no afectan a las relaciones entre los países''
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Capital Humano volvió a comprar alimentos para comedores, tras fuertes cruces con organizaciones sociales
«Clarín».
«La Nación».
«La Nación».
Regular. Vuelve Grondona a sus ensayos del domingo, esta vez inspiradopor la prensa europea, que leyó durante una estadía en París. La nota se refiere a la crisis que atraviesa la construcción de un Estado europeo único. Esto le permite plantear a Grondona la duda sobre la conveniencia del proceso de integración sudamericano que, como es evidente a través de todos sus escritos, nunca le agradó. Según Grondona -quien cita una nota de Laurent Murawiec en «Le Figaro»-, el triunfo del No en Francia y Holanda reducirá el ciclo europeo a su dimensión económica y comercial. Pero no habrá una Europa política, en el sentido de un Estado federal que compita con los Estados Unidos. El ensayista identifica esta pretensión frustrada con dos figuras: Alexander Kojève en el plano intelectual y Charles De Gaulle en el político. Ellos favorecieron un proyecto europeo que convierta a ese mosaico de naciones en un Estado continental, como Estados Unidos, China o Rusia. Es la saga que vino a fracasar en los dos referendos citados, a cambio de otro modelo, el del estado de bienestar. La nota se apoya aquí en el norteamericano Robert Kagan, para quien los europeos cedieron el control del mundo a los Estados Unidos (quien ejerce el papel guerrero de Marte) para mantener un nivel de vida confortable, pero desentendido de los problemas de la defensa y la seguridad, es decir, «venusino». Grondona cree que el modelo «gaullista» será reemplazado por el de Tony Blair, que supone la convivencia de varios países integrados comercialmente entre sí y en un vínculo cordial con los Estados Unidos. La llegada de Blair a la presidencia del Consejo de Europa y la de los democratacristianos a la cancillería alemana supone para el columnista la adopción de un orden más competitivo, con consecuencias inmediatas para países como la Argentina: habría una reducción importante de los subsidios al agro, que derivan a 5% de la población 40% del presupuesto. Este sería el «plan B» (por Blair) que consigna Grondona. La nota no termina de esclarecer la contradicción que ella misma plantea: la Europa multiestatal que se deriva del rechazo francés y holandés a la nueva Constitución no sería tampoco la Europa del estado de bienestar que se conoció hasta ahora. Grondona sugiere, sin decirlo claramente, que los europeos se estarían despidiendo con Blair de dos de sus pretensiones de la posguerra: la constitución de un Estado único y de una sociedad integrada a partir del subsidio estatal (como anotó el mismo columnista hace un par de domingos, la integración sólo encuentra defensores entre españoles, griegos y portugueses, es decir, entre quienes se benefician con los subsidios). Toda la exposición le permite a Grondona sugerir una receta local, tal vez más coherente con su sueño personal que con el devenir de los hechos. Esa receta es el regreso a una Argentina que se relacione con independencia con todos los actores internacionales que sea conveniente, sin subsumirse en bloque alguno. De nuevo propone el ensayista el modelo chileno, por contraste con el de la integración en el Mercosur o en una todavía más dificultosa Comunidad Sudamericana de Naciones.
VERBITSKY, HORACIO.
«Página/12».
Prescindible. Como otros visitantes frecuentes a la Casa de Gobierno, el columnista reproduce la frase de despido que le propinó Alberto Fernández a Eduardo Duhalde en nombre de Néstor Kirchner casi en los mismos términos que el diario «La Nación» (Duhalde: «Soy un profesional de la política, no me tomés por estúpido». Alberto F.: «Yo tampoco ni lo quiero ser», etc.). El mensaje sirve al propósito de describir lo obvio, que ni la doctrina ni el interés los separa al Presidente de Duhalde, sino el control del poder.
Verbitsky llama a eso «símbolos e identidades», algo por lo cual cree que sí vale pelear. Una pena porque el electorado, los votantes y contribuyentes, que se interesan en la política y subsidian con el dinero de su bolsillo a los políticos, creen que éstos disputan por doctrinas, proyectos o intereses.
En ese dibujo, Verbitsky toma partido: cree -como Felipe Solá, a quien de paso mortifica llamándolo «Felipe Solo» en referencia hiriente a su vida personal- que Kirchner hace bien en romper con Duhalde, y más si pone de segundo de Cristina Fernández en la lista de senadores a un intendente progresista y no peronista. Este dato es el único aporte informativo de la columna política de Verbitsky. Sobre un eventual acuerdo se juega todo: «Por suerte ya parece tarde».
Esta toma de partido la hace el columnistasobre la base de que Duhalde no tiene mucho que ofrecer, salvo capacidad de daño. Le vaticina una derrota y un final deshilachado después de las elecciones, reducido a un grupo de amigos y familiares como, dice, le ha ocurrido a Carlos Menem y a Adolfo Rodríguez Saá.
Un detalle curioso es el dardo que arroja sobre Cristina Fernández, a quien imagina haciendo campaña «con afectada neutralidad de etóloga». Nunca se había escuchado tamaña descalificación de la primera dama por parte de un hombre del gobierno -y Verbitsky lo es- desde aquella frase sobre la «alta peluquería», de Aníbal Fernández.
Una segunda columna de Verbitsky la dedica ayer a glosar la pelea entre el gobierno y la revista «Noticias» a propósito de la nonata querella que le hizo a esa publicación el secretario de Medios, Enrique Albistur. El periodista hace un relato sin novedades sobre el armazón legal vigente y no vigente en la Argentina sobre delitos de opinión y, de paso, despacha sus peleas con Albistur, a quien también mortifica reproduciendo en la columna las acusaciones de la revista, que el funcionario considera infamantes y calumniosas. El único dato nuevo de esta segunda columna es que Albistur, antes de levantar la querella a los Fontevecchia, renunció al cargo de secretario de Medios, lo cual fue rechazado por el Presidente.
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