Cristina, aún sin acuerdo
Eduardo Duhalde pasó unas horas en Buenos Aires, entre su último paseo oficial por Marruecos, el domingo, y su traslado a su cómodo pasar en Montevideo. Acumula estadía para tener derecho diplomático a importar autos sin aranceles. En ese lapso habló con sus principales seguidores para fijarles algunas reglas de comportamiento en la difícil negociación que le espera con Néstor Kirchner por la oferta electoral del PJ bonaerense. Duhalde les aclaró que no existe acuerdo sobre la candidatura de Cristina Kirchner, aunque admitió que es una intención del Presidente postularla. Los instruyó a distinguir la contienda con Felipe Solá (segura), de la que podría enfrentarlo a Kirchner (muy eventual). No descartó un acuerdo final con el Presidente, aunque lanzó la amenaza -que no pronunciará en público, claro- de concurrir a los comicios con su propia esposa, Chiche, dejando a quienes disientan con esa postulación el camino de la interna o de la secesión del PJ. Quiere «la cabeza» de Felipe Solá, «el disidente». Difícil que Néstor Kirchner se arriesgue a jugar a Cristina si no tiene, por lo menos, todo el PJ adentro, sin excepciones, más Alfonsín, Moreau y otros radicales o no. Los quiere en un frente.
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3. Para el caso de que no se coincida con Kirchner siquiera en la necesidad de hacer una interna, Duhalde les advirtió a los suyos: «Postulemos a Chiche y que ellos se larguen con Cristina. No se necesita ninguna reunión, vayamos a las elecciones y podemos quedarnos con los tres senadores que se discuten en la provincia». Dicho de otro modo: «Si Kirchner quiere hacer un plebiscito que lo haga en otro lado o se atenga a las consecuencias», como se escuchó ayer. Esta tesis, la más agresiva de todas, es la respuesta a las versiones lanzadas desde el círculo íntimo de Kirchner afirmando que Duhalde ya había aceptado, sin chistar y sin siquiera reunirse con Kirchner, la candidatura de Cristina Fernández. Nadie se anima, sin embargo, a ser tan cortante y lo único que se le escuchará en público es la lacónica evidencia de que «la lista bonaerense la decidiremos los bonaerenses». Claro, Cristina nació en Ringuelet.
• Fisuras
El argumento de Duhalde tiene varias fisuras. La primera, que nadie cree que esté tan dispuesto a la guerra total que, además, sería un papelón para él como funcionario internacional que depende de la confianza del Presidente para seguir viajando por el mundo. Esto es así más allá de las amenazas que el propio caudillo de Lomas esgrime entre sus candorosos contertulios:habla de pedidos de informeslegislativos y hasta compromete los movimientos de Roberto Lavagna, en cuyo respaldo salió desde Marruecos. Quienes lo escuchan temen que esos augurios bélicos terminen siendo verdaderos. Los grandes capitostes del duhaldismo ( Mércuri, Curto, Camaño, «Cacho» Alvarez, Rodríguez y el resto) están prósperos y apoltronados como para dar grandes batallas. Ya se parecen más a los « gordos» del sindicalismo que a los feroces punteros que pinta la leyenda de una «camorra» suburbana.
La otra debilidad de la amenaza del ex mandatario de concurrir a las elecciones con su esposa es, precisamente, la voluntad de Chiche, quien nuevamente reniega de tener que hacer campaña defendiendo las políticas del gobierno nacional. Aunque tampoco este desdén debe darse por seguro: los Duhalde tienen siempre una aproximación mortificada al poder, al que se acercan siempre envueltos en declaraciones de renuncia. Así disfrutan de cargos públicos desde hace ya 32 años. Sólo si se tiene en cuenta esta perplejidad la guerra con Kirchner puede verse como el principio de un acuerdo y el «no» de Chiche como un nuevo lanzamiento.
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