Punta del Este y Pinamar, con escalas en Buenos Aires, el peronismo no kirchnerista atraviesa el verano -que Néstor Kirchner consume en el Sur-a la espera de retomar la costura del frente anti-K que «revitalizó» Juan Carlos Blumberg con su llamado a la unidad.
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Al torbellino de comienzos de año por la novedad -que el ex ministro anticipó a un grupo selecto- del relanzamiento de Roberto Lavagna que contaminó la opción del bloque único, lo destiñó otra novedad buena: la cruzada Blumberg para aglutinar a la oposición.
Reina, sin embargo, la incertidumbre en ese universo amplio que es el peronismo anti-K, que excede las fronteras del núcleo Peronismo de Pie (PdP), hoy su entidad más clara, y se expande hacia Blumberg, Lavagna y Macri, mientras choca -bien y mal-con la UCR no kirchnerista.
Hurgar en los dilemas del peronismo disidente es, por eso, hurgar en las alquimias y los problemas de la oposición. Veamos:
Lavagna tuvo la gentileza de avisarles a algunos que haría la maniobra mediática de su candidatura. Explicó largamente que lo hizo forzado por dos sectores: la UCR, urgida de tener un candidato para contener -en esos términos se lo explicó Gerardo Morales-; y el PJ lavagnista, necesitado de un candidato para poder sumar adherentes y punteros, tal como confesó Eduardo Camaño, encargado de «armar» el interior del país. El ministro orientó las culpas a otros como si la misma urgencia y necesidad no lo abrumaran a él. La movida de Lavagna complica seriamente la alternativa de la megaunidad que el año pasado desde Los Dos Chinos lanzó el PdP (le dio a Ramón Puerta el mandato de «canciller» para acercar posiciones), pero que ahora renace de la mano de Blumberg. Con Lavagna sentado en la butaca de candidato presidencial, limita la posibilidad de un tablero compartido donde el ex ministro, Macri y Blumberg, con aportes del PJ disidente y la UCR anti-K, se repartan los casilleros: la boleta presidencial, la porteña y la bonaerense.
En medio de su indecisión -de la que Lavagna tomó nota-Macri pareció, quizá molesto por la jugada del ex ministro, volcar su preferencia entre presidente y jefe de Gobierno por la primera opción. No tiene, debe aclararse, posición oficial, pero si optara por pelear en octubre (que es, por otro lado, lo que quiere el gobierno que le teme a Macri en la Capital donde Daniel Filmus sigue sin despertar pasiones), dinamitaría cualquier unidad. Podrá decir, claro, que antes lo hizo Lavagna. En ese caso, el PJ disidente deberá elegir entre el boquense y el economista y, según computan los armadores del PdP, Macri despierta más simpatías. «Es más peronista, tiene mejor trato con los dirigentes y no está entornado por los radicales», dicen. Como, además, Lavagna tiene nombre para su vice, el radical mendocino Ernesto Sanz, esa butaca que podrían pretender los peronistas con el ex ministro está ocupada mientras que Macri la tiene vacante. ¿Puerta? No falta el que lo postula con el llamador de Capital-interior mientras reconocen que además de amigos, el porteño y el misionero comparten mercado electoral. Si, además, el kirchnerismo postula a Cristina Fernández, descuentan que en una eventual fórmula con Macri al frente, la vice debería ser para una dama. Después de tanta especulación aclaran que tener que «optar» entre Macri y Lavagna es no deseable e incómodo.
Con Blumberg instalado en la Capital para verse con Macri, quizá con Lavagna y posiblemente con Puerta, el eje se corrió de lugar: de las charlas en Punta del Este entre lavagnistas y macristas, o peronistas a secas que zigzaguean entre ambos, o de los búnker en la costa argentina -muy activo el de Francisco de Narváez en Pinamar-, la aventura unionista pasó a orbitar al padre de Axel, que aparece tentado por todos, sobre todo Macri y en menor medida Lavagna -que dejó de llamarlo para «no perseguirlo»-, pero pone como condición que se conforme un bloque único opositor en el que incluyó a Elisa Carrió, siempre on line con Ricardo López Murphy, pero reacia a un acuerdo con Macri, Lavagna o Jorge Sobisch. Por lo pronto, Blumberg logró que Macri baje sus defensas y acepte sentarse con quien piensa que le «jugó sucio», Lavagna. ¿Tendrá la misma suerte con el ex ministro que manda a decir que está abierto al diálogo programático, pero sospecha que hay una conspiración en su contra?
Todavía sin departamento en Pinamar -el colmo de un martillero: le demoraron la entrega del piso-a Eduardo Duhalde lo esperan para fines de esta semana en Punta del Este, al menos para escuchar sus opiniones encriptadas y sus sugerencias sobre el armado de un frente. ¿Fue el ex presidente quien medió para acercar posiciones entre Macri y Jorge Telerman? No hay que olvidar el vínculo histórico entre el lomense y el jefe de Gobierno, al igual que la amistad de aquél con Macri. Sería un duro revés para Horacio Rodríguez Larreta -que quiere ser el candidato porteño de PRO si Macri juega la presidencial-pero luego de un respaldo tan ostensible de Kirchner a Filmus, Telerman volvió a ser tenido en cuenta en las fórmulas integrales que enlazan Capital, Buenos Aires y Nación, al menos por los macristas peronistas. Sobre ese punto martilla Aníbal Ibarra cuando acusa que Macri «cogobierna» la ciudad junto a Telerman. ¿Contempla el jefe de Gobierno esa posibilidad? No hay margen para un acuerdo público, dicen.
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