La votación del sábado pasado en la Cámara de Diputados representó para el kirchnerismo una victoria numérica, pero también una exhibición pública de su debilidad política de cara a las elecciones de 2009. El oficialista Frente para la Victoria dejó al desnudo las dificultades que tiene para disciplinar a su propia tropa y apenas logró imponerse por nueve votos que ni siquiera fueron propios, sino prestados por la UCR kirchnerista. Por eso se explica el pánico del oficialismo a que el proyecto sufra algún retoque en el Senado que lo obligue a volver a debatir en Diputados. El kirchnerismo debió aceptar su debilidad en el recinto en una votación que resultaba determinante políticamente para la Casa Rosada y para la cual ni siquiera fueron suficientes los ruegos públicos de Néstor Kirchner a sus diputados.
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Como si se tratara de un manual de la antipolítica, el oficialista Frente para la Victoria se esforzó por agrupar a todos sus enemigos en la pelea con el campo. A la falta de reflejos de la oposición, encabezada por la UCR de Oscar Aguad, la Coalición Cívica de Adrián Pérez y el PRO de Federico Pinedo, el kirchnerismo le agregó la rebelión de su propia tropa, liderada por Felipe Solá y los diputados cordobeses y entrerrianos de Juan Schiaretti y Jorge Busti.
La concatenación de desaciertos del oficialismo no tuvo atenuantes: para imponerseen una votación que debería haber controlado con holgura debió ceder hasta último momento con el régimen de compensaciones, enviar a ministros del Poder Ejecutivo al recinto y hasta aumentarles el sueldo -vía tramos aéreos y terrestres canjeables por efectivo en ventanilla- a sus diputados en casi cuatro mil pesos. Nada de eso alcanzó: el oficialismo debió pedir votos prestados a la UCR de los gobernadores radicales Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y Miguel Saiz (Río Negro).
Mapa cambiado
¿Vaticina el sacrificio kirchnerista una oleada de DNU de Cristina de Kirchner, quien hasta ahora se enorgullecía de no haber seguido el hábito de sus esposo en ese sentido? La imposibilidad del kirchnerismo de disciplinar a su propia tropa, los 17 diputados oficialistas que votaron contra el proyecto nacional y la rebelión en el PJ de Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y la provincia de Buenos Aires cambian definitivamente el mapa legislativo y podrían dejar al Frente para la Victoria sin mayoría propia. Un diagnóstico que podría empeorar aún más tras las elecciones legislativas de 2009.
Pese a los abrazos entre diputados kirchneristas luego de la maratónica sesión del fin de semana, el festejo de las entidades rurales demostró que el triunfo numérico del oficialismo no se reflejó en una victoria política digna de celebración. El titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, manifestó una «satisfacción muy grande» por el apoyo de numerosos legisladores a la posición del campo y consideró que en el Congreso se «rompió» la hegemonía oficialista, porque el proyecto avalado por el gobierno ganó por un escaso margen de nueve votos.
«Había 122 legisladores que apoyaron la propuesta de no aceptar ese proyecto», remarcó Buzzi al salir del recinto donde los diputados debatían punto por punto el proyecto aprobado en general.
Sin embargo, Rossi, jefe del bloque de diputados kirchneristas, cuestionó las lecturas negativas que se hicieron sobre la votación del proyecto de retenciones y aseguró que el oficialismo «sale fortalecido» con la media sanción.
«Me río porque la verdad es que si hubiéramos perdido la votación por un voto hubiese sido una catástrofe y una derrota estrepitosa, y la ganamos por nueve votos y casi es un empate. La verdad es que no corren buenas épocas para el oficialismo, ya que ni cuando ganamos nos reconocen que ganamos», se quejó Rossi.
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